La Columna del Tío Salim
Sobrinitos,
A lo largo de mi extensa trayectoria como animador infantil siempre he tenido el cuidado de enarbolar la bandera del humorismo blanco, del humor sano que mantiene la simpatía sin ofender a los demás, porque es muy importante el respeto a nuestros semejantes.
Es muy importante saber la diferencia entre la gracia y el humor; este último es algo que no todos tienen, sobre todo de manera natural. No todas las personas tienen gracia para contar un chiste, esto puede ocasionar que el chiste lo cuentes mal, propiciando que el efecto final sea totalmente contrario al de hacer reír a las personas.
El humor es como un regalo que recibimos de la naturaleza, es algo innato, mientras que la gracia o la simpatía es algo que la mayoría de las veces debe trabajarse muchísimo para lograrla, requiriendo para ello mucha voluntad. Quienes deciden convertirse en humoristas o animadores infantiles deben dedicar muchas horas de ensayo para ser simpáticos, ya que las audiencias nunca aceptarán que uno sea aburrido o antipático.
Un error muy común en los tiempos actuales en varios aprendices es burlarse haciendo bromas de diversas personas apuntando a sus defectos físicos, posición social o determinadas capacidades. Eso es algo no solamente horrible, sino completamente fuera de lugar.
Nuestro amigo, el psicólogo Rubén González, nos ha explicado que las burlas pueden causar graves daños a las víctimas, que las palabras pueden herir incluso más que los golpes, que las heridas que los chistes fuera de lugar ocasionan pueden dañar directamente el corazón de niños y niñas. Por eso es importante enseñarles que nadie debe nunca burlarse de los demás.
Este no es un asunto menor. Los niños deben aprender a respetar a los demás, comenzando con ellos mismos, así como a aceptar las diferencias con otras personas. Para lograrlo, nada mejor que convivir con otros niños para ir desarrollando la tolerancia.
Recordemos que los pequeños muchas veces se basan en las acciones de los mayores, así que los padres de familia deben predicar con buenos ejemplos.
Es por ello que tanto su servidor, el Tío Salim, como Rufino, el Conejo Max y mis demás muñecos siempre hemos trabajado compartiendo con las familias humor blanco, el cual no contiene burlas, ironía, racismo ni ninguna denotación negativa. El humor blanco también es llamado humor familiar, pues pueden disfrutarlo todos los integrantes de ella, niños, adolescentes y adultos por igual.
Hasta la próxima semana, sobrinitos.
RICARDO PAT