Una charla con Alex Palma
Un tecladista que participa en cinco diferentes proyectos artísticos que vive dedicado a su gran pasión: la música.
Conocí a Alejandro desde que era yo un niño y formaba parte del Movimiento Juvenil de la parroquia de San Francisco de Asís, ubicada en la colonia Delio Moreno de la ciudad de Mérida. Sus padres, don Gener y doña Sofy, fueron mis padres adoptivos dentro de los grupos de trabajo que realizaban intensa actividad con las principales colonias del sur, por lo que el afecto y cariño a su familia siempre existió. Desde entonces supe que su sueño era dedicarse a la música, sobre todo cuando descubrió la obra de los grupos británicos Queen y The Beatles, sus bandas favoritas.
En aquellos años, estábamos tan metidos en las actividades del MJP que incluso producíamos obras de teatro, la mayoría de ellas comedias, y en algunas de ellas Alex participó de muy buena manera, demostrando que el contacto con el público era lo suyo.
Con el paso del tiempo, mi compadre Carlos Vivas, junto a Manuel Pérez, dieron forma al Bar Relax, donde la banda de casa interpretaba muy buenos covers, siendo parte de ella Alex Palma, y también Alberto Palomo, Garduño, y otros talentosos elementos que iniciaron su trayectoria musical precisamente en aquel añorado antro de la colonia Itzimná. Por eso me da gusto poder ahora dialogar con este personaje que fue fiel a sus convicciones y hoy en día es uno de los músicos más activos de la escena local.
¿En qué año decidiste que querías ser músico?
1996 fue un año de muchos cambios para mí. Entre otras cosas, estaba estudiando la carrera y me invitaron a ingresar a un grupo llamado ‘Nomedeth’, que en ese momento gana el concurso para ser teloneros de Maná; mi hijo estaba por nacer. Fue un año muy interesante: tenía un mes con un grupo formal y ya estaba en un escenario donde estaba Maná, y dije: “¡Wow, esto sí que me gusta!”
La música toda la vida me ha gustado, tanto interpretarla como componerla, pero ese fue mi primer escenario profesional. De pequeño estuve en una rondalla de guitarristas en el teatro Peón Contreras para un Otoño Cultural, teniendo como 13 años de edad. Y de ahí del 96 no he parado.
Antes de empezar con los teclados tocabas guitarra.
Sí. Nací de una familia de gente de mucha buena vibra, de mucha espontaneidad, alegre, de mucho bailar, cantar, pasarla bien. Soy el más pequeño, y no sé si precisamente por eso me hacían bailar, me hacían cantar, me hacían tocar, lo que sea. Me gustaba porque aprovechaban mi calidad de chiquito; por otro lado, estaban despertando en mí una pasión que se quedó.
Durante la primaria estudié guitarra en la iglesia de San Francisco. Cuando mi amigo el padre Pedro Pacheco era seminarista, ahí empecé con la guitarra; luego tomé clases con una viejita cuyos hijos estaban en la Orquesta Típica de aquel entonces. Ella daba clases de órgano, así que yo iba a clase en las tardes, como de 4 a 5, pero podía ir desde una hora antes y ensayar mi lección, porque mi teclado era de teclas chicas y el de ahí era de teclas grandes y era lo que yo quería practicar. El niño que iba en el horario de 3 a 4 y yo íbamos en la misma lección siempre; me di cuenta que, mientras él estaba en su clase y tocaba, yo sin ver el libro ya lo estaba tocando. Me acostumbré a escuchar y tocar. Leo música, pero es más fácil para mí haber desarrollado el oído para tocar. Un día me cachó la maestra, porque había que dar la vuelta a la página y me dio un reglazo: “¡Tú no estás leyendo!” Jajajaja.
También aprendí un poco de batería, de bajo eléctrico. Esa inquietud y ese ímpetu nunca me ha dejado mal.
Entonces, ¿desde el 96 vives de la música?
Desde el 96 vivo de la música, pero yo soy del 77. Como en el 83, más o menos desde los 6 años, me empezaron a cultivar el gusto y la pasión por este arte.
Podrías darte el lujo de presumir que debutaste siendo un niño en un teatro ante más de 500 gentes.
Sí, fui actor gracias a ti. Jajajaja. Recuerdo que hasta hicimos una gira hasta Celestún llegamos, Akil, por la ruta Puuc casi.
Alguna vez platiqué con tus padres. Me decían: ‘Oye, ojalá algún día invites a tocar a Alejandro”. Les dije: ‘No. Alejandro ya está tocando con los consagrados,” porque ellos no tenían ni idea de con quiénes estabas tocando. Cuando les expliqué cómo estaba la cuestión, se pusieron muy contentos.
Para mis papás, los músicos con los que tocaba eran mis amigos únicamente. No lo veían con la visión de los demás artistas, pero ellos fueron los que me compraron mis instrumentos, los que me impulsaban, los que me llevaban a mis clases y que siempre me apoyaron.
Háblanos de tus tributos a Queen y Los Beatles.
Beatles y Queen son como los pilares de mi gusto musical, aunque hay muchos más: Bee Gees, Joe Cocker, Carpenters, hay tanto acervo, pero esos dos son de los grupos que más quería tocar temas. En el camino me he encontrado con amigos como Mauricio Zoreda, con gustos muy parecidos, y hemos materializado las ideas, buscando la gente que quiera estar con nosotros y hacerlo con ganas. Ninguno fue al conservatorio, los dos aprendimos hasta incluso escuchándonos el uno al otro, corrigiéndonos. Así fue que contactamos, por ejemplo, a Juan Herrera, y lo invitamos al de Queen. Dijo “Perfecto”, porque también es de sus bandas favoritas. Cuando llamas a gente que ama a esa música, eso garantiza que va a ser un buen show y que va a estar entregado el corazón, no vas a ir a tocarlo por cumplir, sino porque te gusta esa música.
¿La base del tributo son Mauricio, Juan y tú?
En la última alineación de esta banda estuvo Fito Correa en el bajo, y en unas fechas Alger Erosa; en otras Sergio Gómez. Cuando ya lo vamos a hacer, preferimos que se quede Fito, y como Alger viaja mucho, fue que nació la idea de que Sergio la sacara y lo hizo perfecto, sin problemas.
Es curioso que un tremendo guitarrista como Fito esté tocando el bajo con ustedes.
Yo era fan de Fito. Recuerdo cuando iba a los XV años y él tocaba con ‘Marca Registrada’. Yo era un chavito viéndolos, y soñando tocar con ellos.
Ellos fueron los primeros en mezclar música bailable, pero con mucha fuerza roquera.
Exacto. De ahí es que empecé a escuchar y decir “vamos a rockear o a tirar rock a lo que hagamos.”
¿Cuándo te uniste a Get Back?
Tengo con ellos unos seis años. Ya llevaban algunos años de estar formados, y fui invitado por Alex Chalé, que es el encargado, el coordinador y el baterista; también están Ricardo Martínez y Fito Correa en las guitarras; en el bajo y la voz está Mauricio; yo soy el teclado y la tercera voz, porque Beatles manejaba tres. Estuvo Daniel Rivas en la segunda voz, pero por sus compromisos ya no puede estar, y ahí es donde hemos estado de repente buscando esa plaza. De hecho, la última vez nos acompañó Oscar Abdala, el hijo de mi hermana Sarita, en la segunda voz.
La música de los Beatles es universal, es una música didáctica: te sirve para aprender inglés, para aprender a tocar guitarra, incluso en la experimentación de sonidos, de tiempos, de acordes raros. Beatles definitivamente es una gran escuela.
Háblanos ahora de tu proyecto ‘Los Hijos de su Madre’
Nació hace exactamente un año. El nombre nació de una frase que mi madre me decía para no insultarme. Hace un año nos preguntaron si teníamos un grupo de cumbias para un bar; dije que no, pero se me ocurrió que podíamos tocar rolas de rock pop de los ochentas y noventas, en inglés y en español, que podían quedar bien con arreglos tropicales, el Cha-cha-chá, el danzón, los diferentes tipos de cumbia. Vamos escuchando la canción y vemos qué estilo le pega, para no forzarla mucho. Nos quedamos seis meses en ese bar.
Cuando tocamos estas rolas pasa el fenómeno de que la gente baila y canta porque se las saben; las canciones ya las tienen, solamente hacía falta ponerles el sabor. Los arreglos tienen que ver con la cadencia de la letra, los acordes, el arreglo original para tratar de no alejarnos demasiado, porque la gente escucha ciertos acordes del principio y reconoce la canción. Jugamos con eso, con que la gente reconozca la canción. Por ejemplo ‘Afuera’, de los Caifanes, en Cha-cha-chá: empieza la canción como es y luego le metemos el ritmo caribeño. Usamos ritmos con los que nacimos, vivimos en un lugar tropical y escuchamos tropical desde chiquitos, pero también tenemos nuestros grupos y de ahí surgió el proyecto. Me gusta mucho el rock de los 80s y 90s, me gustan ciertas bandas, me están pidiendo cumbia, vemos cuáles pegan, las vamos arreglando y ya tenemos un show de dos horas.
¿Qué otro proyecto tienes?
Soy el pianista de ‘Más de 30’. El bar y la banda existen por su cuenta cada uno, lo que los une es que los socios del bar son los que formaron la banda. Entonces, si el bar está cerrado, la banda continúa. Hemos tenido trabajo. Lo padre de este tipo de bandas es que somos quince, entonces aprendes a convivir con un montón de gente, básicamente sobre el escenario. Tocamos rock pop, también tenemos una sección de cumbia, de reggaetón, pero más para bodas, XV años, y tributos a Luis Miguel, Alejandro Sanz, Maná, Caifanes. Es igual como un foro sui generis, pero con más gente. Ahora estamos ensayando para que, cuando volvamos al bar, sonemos como debe ser, y que no digan que estamos tocando las mismas canciones.
Además estás trabajando en otro proyecto, ¿no es así?
Con los ‘Bullshits’. Allá tocamos reggae, ska, hacemos canciones de los Beatles, de los Rolling Stones en ska. De hecho, el ska no está peleado con el rock and roll; tienen la misma fuente prácticamente, nada más cambia el brinco, el ska tiene un brinco muy especial que es lo que lo separa por completo del rock, pero viene por ejemplo del jazz, de lo que entendían los jamaiquinos del swing, y del swing ya luego se desarrolla en América en otras cosas, entre ellos el rock. Vimos que igual existen cosas que, con ritmos caribeños, puedes igual hacer. ‘Oh Darling’ en reggae suena precioso, y como lo hemos tocado para un grupo de canadienses que viven en Chelem, Progreso, por ahí, les fascina. Al extranjero lo mueves y se enamora.
En el medio local no cualquiera puede vivir de la música.
De hecho, no es muy fácil vivir de la música. Aunque suena como que hay mucho trabajo, a veces puedo tener cinco o seis proyectos, y a veces a solo tienes un trabajo a la semana o dos. No está muy fácil, pero hay semanas que tienes trabajo casi diario y es cuando aprovechamos. De por sí, la situación no está fácil.
Hay factores positivos, como que hay más bandas, y los foros están contratando a esas bandas; hay otros factores donde los foros, hace poco nos pasó, eran tan fresas que no podían entrar ni nuestras novias. Entonces dijimos pues ya no volvemos, porque dijimos “qué tiene de malo que nos acompañen.” No volvimos y nos siguieron llamando, pero para qué vamos a ir a pasar un rato malo.
¿Qué significó para ti tocar con la ‘Fuente del Poder’?
Estaba yo tocando con gente que yo veía tocar, y está padre que ellos me hayan dado la oportunidad, o sea es todo lo contrario, ni siquiera es pensar en la edad o algo así, sino al fin toqué con alguien de los que yo veía y me decía “oye, qué padre, qué buena banda.” No me imaginé que algún día me iban a invitar, ¿me entiendes? Ahí viene la magia del asunto. No lo vas a creer, pero me senté a estudiar cada canción, a tratar de buscar los sonidos. Me enamoré del proyecto para no llegar a tocar, cumplir y bye, sino todo lo contrario.
¿Tienes registros de tus proyectos musicales?
En mi canal de Youtube Alejandro Palma, tengo muchos videos de lo que hago o lo que he hecho.
¿Has grabado algún disco?
Mío no, pero he participado en otros. Hicimos una banda con Gina Osorno del 2010 al 2012 y grabamos un disco que se llamó ‘Más’. Ahí experimentamos canciones originales con ritmos como bossa nova, samba, jazz y funk.
¿Cómo logras acomodar todos tus proyectos?
Con agenda. Si una fecha choca, con tiempo hay ver que se cambie, que se mueva. Tratamos de cumplir todo, pero con agenda. No podemos improvisar muy fácilmente.
Al tener una agenda tan apretada, ¿te permite componer tu propia música?
Compongo cuando estoy solo. Hago mis figuras, mis acordes, mis líneas melódicas, pero no lo grabo. Pronto invertiré un poco en tecnología para grabar lo que me salga de la cabeza.
¿Eres feliz con tu vida actual?
Por supuesto. Para empezar, porque estoy rodeado de música y de amor.
¿Qué mensaje les darías a los músicos de la nueva generación?
Sigan enamorándose de la música. Cada día es una oportunidad más de poder tocar más, mejor, o entregarse más. La entrega es lo que te da el avance, te abre el arte, ¿cómo te explico? Son como ventanas. Yo me enamoro, por ejemplo, de Queen y estoy escuchando y escuchando, y también estoy practicando. Como que te envuelves con ello. Si vas a hacer un proyecto, si vas a cantar, si vas a pintar, tienes que querer hacerlo.
RICARDO PAT