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Un recuerdo parisino
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
Mi hija Addy cumple años en este mes de abril y está pasando unas vacaciones en Europa. Inició en España, Benavente, su base sede para su llegada y su retorno a Mérida. Una familia nos visita en Mérida y ahora acoge a mi hija en este viaje de más de un mes por Europa.
Su siguiente parada será Francia, con París como sede, que le he descrito como la ciudad mejor iluminada del mundo.
Se trata de un viaje similar al que se madre y el que escribe hicimos en 1976, conociendo la Europa Central. Ahora, en esta era de tecnología avanzada, tenemos imágenes diarias de ella: Ayer en la Rioja, en la fábrica de vinos Marqués de Riscal Número 1 del Mundo, en su segundo día en Bilbao. Transcribí algo sobre Euskadi, la parte norte de España, donde tenemos conocidos que le han hecho más grata su visita. Tenemos fotos de su gran Museo, de las siete calles del casco antiguo de la ciudad, la Ría, Portugalete y sus alrededores, con la compañía de la familia Diez, nuestros visitantes en nuestra Mérida querida.
Francia fue el segundo país que visitamos en Europa, después de Bélgica, con su capital Bruselas. Nos quedó pendiente ir a Brujas, “La Venecia del Norte”, sueño dorado de mi hija que ya contempla en su itinerario.


Le he recomendado un itinerario para conocer y visitar los lugares más emblemáticos de esta maravillosa ciudad en 3 o 4 días.
¿Quién no ha soñado alguna vez, con pasear por sus románticas avenidas, o con ver el atardecer desde un crucero por el Sena? Son muchos los factores que convierten a este lugar en uno los más maravillosos del mundo, imprescindible para cualquier viajero.
Después de haber visitado más de 30 países, con culturas, arquitecturas y gentes de lo más diverso, París sigue estando en nuestros recuerdos. Es uno de esos pocos destinos que nos sentimos en el derecho y el deber de recomendar a cualquier persona, por una simple razón: no hay nadie que haya ido a París y vuelva diciendo que no le ha gustado. Además, tanto mi esposa como el que escribe hemos dejado testimonio de pinturas en lienzos presentados en galerías pictóricas de nuestro estado.
Así pues, dejémonos de tanta charla y de tanta poesía, y pongámonos con lo verdaderamente importante: Estar en París y caminarlo, disfrutando sin límites una ciudad cosmopolita que no se parece a otra.
Hace poco nos lo demostraron con la belleza de un París Olímpico y un Sena que se desinfectó para hacer un cierre de lo más hermosos en unos Juegos Olímpicos. Abur.
