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Libros
La escritora española Dolores Redondo, quien impactara con su exitosa saga del Batzán que abarca “El Guardián Invisible” (2013), “Legado de los Huesos” (2013) y “Ofrenda a la tormenta” (2014), ya adaptadas al cine, regresa con una nueva novela negra que promete ser igual de electrizante que las mencionadas. Se trata de “Las que no duermen NASH”, lanzada por Editorial Destino y distribución de Editorial Planeta.
NASH son las siglas del protocolo forense sobre las causas de la muerte: Natural, Accidental, Suicidio y Homicidio. Así, la escritora donostiarra vuelve al Batzán después de haber ambientado su anterior libro, “Esperando al diluvio”, en las inundaciones de Bilbao del año 1983, retornando así a Elbete y Elizondo en un nuevo cuarteto literario del que aún faltan otras dos entregas.
La sinopsis de esta obra de 608 páginas relata que el cadáver de una joven es encontrado en una sima de los Valles Tranquilos de Navarra, presentando a una lesbiana encarcelada por un crimen que no cometió y a una psicóloga forense con oscuros secretos de familia como algunos de los ingredientes con los que Dolores Redondo sazona su última novela.
La acción se desarrolla en el mes de marzo de 2020 en una investigación contrarreloj antes de que se decrete el confinamiento a causa de la pandemia de Covid-19.
Dolores Redondo platicó a Diario del Sureste que para escribir “Las que no duermen NASH” pasó el invierno en Elizondo, en una casa que ha comprado. Al calor de la chimenea, convivía con su marido, sus perras, y compartía su entorno cercano con sus personajes de ficción.
Sobre el título, la escritora comenta que es un homenaje a la inquietud femenina, la de todas las mujeres que a lo largo de la Historia no se conformaron con irse a dormir cuando se lo ordenaban. “Esa inquietud en algunos períodos estuvo penalizada. Las mujeres no podían estar despiertas de madrugada. Cuando una mujer despertaba antes del amanecer, debía rezar hasta que se quedaba dormida, porque su espíritu, más débil que el de un hombre, era vulnerable a la entrada del maligno. Y el maligno entraba en forma de ideas, de inquietudes, de pensamientos que le pedían hacer cosas, tener control sobre su propia vida. La novela va de eso, precisamente cómo esa incomprensión del modo femenino de ser, de esa diferencia, ha costado la vida a tantas mujeres,” comenta.

Las obras de Dolores Redondo han sido traducidas a 38 idiomas y cuentan con millones de lectores en todo el mundo. Ella mantiene su residencia oficial en Cintruénigo, pero escribió su más reciente novela, “Las que no duermen NASH”, en Elizondo.
Sobre la nueva heroína, Nash, asegura que es una mujer que ha creado con toda la intención de que venga a refrescar la investigación policial. “Estamos acostumbrados a que siempre sea un policía, hombre o mujer, a veces un fiscal, o quizás un periodista, como máximo un juez. Nash es una psicóloga forense y no es el tipo de forense habitual. Los psicólogos forenses no suelen ver la escena del crimen, ni están en la mesa de autopsias. Ellos no tocan el cadáver porque su trabajo es precisamente convertirse en los psicólogos de los muertos. En esta historia se va a convertir en la psicóloga de la víctima, muerta hace años, después del hallazgo de su cadáver, y va a ser la que la arroje luz sobre qué ocurrió. De analizar al agresor, se pone el foco en la víctima, no desde la victimología, porque la eligen una y otra vez, sino desde su punto de vista y la huella que ha dejado en su existencia la relación con los demás,” señala.
Un aspecto interesante fue su decisión de situar la novela unos días antes del confinamiento, una decisión narrativa que añade tensión y juega con lo que sabe el lector. “Claro, es un momento histórico ya para todos. La cronología supone una cuenta atrás. Yo misma, cuando lo estaba escribiendo, era muy consciente de que el tiempo se terminaba para mi protagonista, porque no es una policía, no se puede presentar en casa de la gente y exigir hablar con ellos, y no los puede trasladar a una comisaría. Nash funciona desde la empatía, hablando con esas personas que conocieron a la víctima, estudiando a la fallecida con las huellas que dejó: su ordenador, su teléfono, su ropa, lo que compraba, la música que escuchaba. Pero, no tiene realmente las armas de un policía para imponerse y, bueno, creo que funciona.”
Sobre su vocación literaria, comenta que de pequeña le contaban muchos cuentos, lo que incentivó su prisa por aprender a leer. “Mi madre me convenció, me dijo que, si aprendía a leer, podría hacerlo sola y no necesitaría que alguien me estuviera leyendo todo el tiempo. Eso me animó muchísimo. Vengo de esa tradición oral,” concluyó.
RICARDO PAT