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Rafael Acosta del Toro y su Mérida Restaurant

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ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA

Hoy voy a recordar el Restaurant “Mérida”, de Houston, Texas, en la Av. Navigation, que fundara mi tío Rafael Acosta Franco, el menor de los hermanos de mi madre Margarita Acosta. Mi tío radicaba en Houston, Texas, y lo visité en innumerables ocasiones en su hogar texano. Conviví con mis primas y mi primo Rafael tanto en Mérida, Cancún, Distrito Federal, y nuestra comunicación telefónica continúa. Hace unos días, mi primo vino a visitarme a Mérida unos días y los hospedamos en la casa de mi hija en el Club de Golf de Yucatán “La Ceiba”, en el Km. 14 de la carretera a Progreso. Fueron días de convivencia familiar con su actual esposa Alejandra, y su nieto Héctor. Hoy, 11 de febrero, salieron por avión a la Ciudad de México, para su casa en Morelia, Michoacán, de donde es su esposa Alejandra y su nieto Héctor. Este acercamiento ya teníamos unos años de no hacerlo, desde la época de la pandemia.

Mi tío Rafael era un hombre ingenioso, amable y receptor de ideas. En su juventud en el Distrito Federal en los años 40, inventó una cajita del tamaño de una de cigarros con un filamento o embobinado en arena y astillas de cobre que decían “RAF antenas para radio” que eran para ampliar su recepción. Las vendía en la Av. San Juan de Letrán, hoy Eje Central de México. Sus conocimientos de refrigeración le hicieron sobrevivir en la megalópolis central. En Monterrey conoció a mi tía Olga del Toro, nacida en Texas y avecindada en Monterrey. A mitad de los años 40, se casó con esa guapa pocha regia y texana y formó su familia. Se dedicó a la refrigeración doméstica y de patinaje. Por motivo de columna y tabaquismo, cambió de oficio en ese mismo lugar de la Av. Navigation, donde fundó su primer restaurante denominado “Mérida”, de cocina yucateca y mexicana.

Mi primo ya estaba estudiando en la Universidad de Texas, becado por ser Rafael un magnífico atleta de carreras. Terminó sus estudios y la misma Universidad le consiguió trabajo en la NASA, con tan buen éxito que años después la NASA le otorgó una beca para estudiar administración y se tituló en la Universidad de Stanford. Unos años más tarde le dijo a mi tío: “Ya terminé mis estudios de administración y contables; te ayudaré con tu restaurante, para que amplíes tu negocio.”

Un amigo del tío Rafael, también yucateco, le dijo: “Tengo un local en Fulton. Te lo doy para que abras otro restaurant.» En Fulton se abrió la primera sucursal del “Mérida”. Rafael, con estudios administrativos y contables, abrió el tercer restaurante “Mérida” en NASA, luego otro en el aeropuerto de Houston, y el quinto en Sugar Land, un fraccionamiento nuevo a la salida a Galveston, con ríos y lagunitas y, como novedad, una trajinera como las de Xochimilco en México, para almorzar mientras paseabas.

Con mi primo Rafael, unos años menor que yo, un genio en las inversiones, cuando falleció su padre en Cancún de un infarto, mi prima Ligia Sansores Acosta y el que escribe nos hicimos cargo de esos trámites funerarios, mientras llegaban nuestros familiares de Houston. Días antes me había llamado el tío Rafael porque quería en Mérida ir al teatro de los Herrera a ver a Cholo. Gracias a mis relaciones con esos amos de la farándula –eran mis amigos desde Don Héctor Herrera, el abuelo, hasta sus bisnietos Dzereco y Nohoch–, me dieron cinco asientos de tercera fila al centro que nunca se ocuparon, pues llegaron mis primas y tía de Houston y mi primo Rafael, se quedó para atender la llegada del féretro

Frente al restaurante estaba la Funeraria “Crespo”. Rafa chico les comunicó el fallecimiento de su padre, y le dijeron: “Todos los trámites de traslado y arreglo de nuestro amigo y vecino corren por nuestra cuenta. Su padre fue un gran amigo de nosotros. Déjenos esto en nuestras manos, le avisaremos cuando su padre ya esté con nosotros.” Mi prima Ligia y yo, en Cancún, nos encargamos de los trámites legales y su embalsamamiento, pues los Acosta hemos estado unidos siempre. Mi prima Ligia, que era 26 días mayor que yo, falleció hace un par de meses, así que yo soy el mayor de los primos que sobrevive.

Fue un gusto y un honor que Rafael me hablara a casa y me dijera que tenía vuelo para el 8 de febrero, para estar en mi cumpleaños 89 el 26 de febrero. Quería hablar conmigo y darme un abrazo de cumpleaños, y que yo conociera a Alejandra y a su nieto Héctor. Pasamos con él unos días inigualables, como los que yo pasaba en su casa en Houston. En estos momentos con nueva fisonomía, el “Mérida” original es el más amplio y moderno de Navigation. Rafael chico se ha dedicado más a inversiones y abarca un campo múltiple, pues fue el encargado de la línea de Transportes Metro de Houston, accionista de los Astros de Houston (en ese estadio tenía un palco que su padre usaba cuando nos llevaba como invitados a ver al equipo campeón de las Ligas Mayores de Béisbol). Cenábamos mariscos con él en Galveston.

En uno de mis viajes, en el aeropuerto de Houston el tío me dijo: “Poncho, te tengo una sorpresa, ya lo verás.” Llegamos al estacionamiento del aeropuerto y me dijo: “Estas llaves son tuyas. Este Cadillac lo compré para que manejes cuando vengas.” Contesté: “No acepto esa responsabilidad, no voy a manejar en Houston.” Manejé en el freeway y, como conocía el camino, cuando vi una astabandera con el número 1 del National City Bank pasando NASA, doblé a la derecha. Dos cuadras adelante vivían los tíos. Me dijeron: “¿No que no manejas en Houston?” Contesté: “Aquí están las llaves. No acepto esa responsabilidad.” Ante mi determinación, me dijo: “Seguiré siendo tu chofer. El carro está asegurado y lo podías chocar.” Ahí terminó la historia de ese maravilloso automóvil que mi tío compró para que yo pudiera moverme en esa gran ciudad que en alguna época fue nuestra.

Aquí mi hija pudo devolver algunas atenciones, correspondiendo al trato recibido en Estados Unidos. fuimos a la playa, desayunamos en el Hoyo 19 del Club de Golf, visitamos el centro de Mérida, paseamos Montejo y el Monumento a la Patria, nadaron en casa y por las noches charlamos como cuando éramos jóvenes. Revisamos las fotos de la familia, nos actualizamos en nuestra actividad actual y me ayudó a caminar. Siempre me tomó del brazo, o me apoyaba en su hombro para caminar por mi carencia visual. Así lo sentí más cercano.

Me asombró su capacidad de atender el restaurant “Mérida” a distancia: por teléfono hablaba con su hija menor, se mantenía informado y daba órdenes para agilizar la administración. Desde México manejaba sus inversiones en la bolsa de valores, pero es el mismo con el que nos unió el apellido Acosta. Esperaba el nacimiento de otro nieto que deseaba fuera varón para continuar el Acosta que llevaba su padre en las placas de sus coches, “Acosta” que era su orgullo. En este momento de escritura para Diario del Sureste recibió mi esposa una comunicación: su nieto fue varón y es otro Rafael Acosta, tataranieto del primer Rafael Acosta.

En el “Mérida” Restaurant encontrarás lo mejor de la cocina

Va un comentario de tantos sobre su cocina:

Gran fiesta después del maratón de Houston: Mi sobrino acababa de correr el maratón y era su cumpleaños. Habíamos 10 de nosotros e intentamos ir a la Avenida Navigation. Nos instalamos aquí porque dijeron que podían sentarnos de inmediato. Uno de los muchachos de nuestro grupo es de México y dijo que era mexicano auténtico. . . pero también tenía algo de Tex – Mex. Nos quedamos gratamente sorprendidos con tan buena comida y buen servicio

Rafael Acosta tiene una hija, Eliza, graduada de Chef de cocina. Ella se encarga también de la administración del “Mérida” Restaurant. Mi primo distribuye su tiempo entre Morelia, Michoacán, y Houston, y además cuida de su madre, mi tía Olga, con la que convivimos varios años en el D.F. y en la ciudad de Monterrey, donde nacieron sus padres, aunque ella es norteamericana. Cuando cumplí 8 años, en 1944, ella me regaló mis primeros patines profesionales que nunca olvidaré y estuvieron conmigo más de 40 años.

¡Qué gran familia es la Acosta del Toro! Y lo sigue siendo, pues mis hijas viajan a Houston para convivir con sus hermanas menores.

“Mérida” Restaurant, es el símbolo de nuestra comida yucateca. El año pasado ganó un concurso internacional como “La mejor comida del Mundo”, y en Houston tenemos la muestra.

Gracias, Rafael, Alejandra y Héctor, que nos visitaron como símbolo de unión de la familia Acosta. Abur.

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