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Semblanza
“Un trovador impar en Baracoa, Guantánamo, Cuba”
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
Conocí a “Cayamba”en el año de 1991, cuando visité Baracoa por vez primera y nos dieron un autobús para que nos llevara a conocer la carretera de la “Farola”, la hermosa carretera donde se sale del trópico cálido y bello de Guantánamo, para serpentear entre montañas con frio y vegetación de pinos invernales, para volver a bajar y ver las frutas tropicales, y el sabor marino de unas playas inigualables, con el “Yunque” de fondo, una montaña que simula un yunque de herrero, montaña emblemática de Baracoa.
Pasamos grandes precipicios con poblados en el fondo. Me acompañaban Francisco Speck, director del Centro provincial de la Música, Florentina González Renda, su secretaria y también de la Asociación Tríos de Cuba, y el presidente de la Asociación Nacional de tríos y presidente del Festival Internacional “Cantares de América”, Israel Martínez.
Llegamos a Baracoa en el autobús que nos asignó el Director Provincial de Cultura, Carlos Hernández, a la calle de Roger Coutin 2, domicilio del tenor Amado Lobaina, que nos esperaba con un delicioso desayuno acompañado con chocolate de la zona. Ahí también nos esperaba el historiador de Baracoa, Alejandro Hartman, director del Museo “Matachín”, un personaje de la cultura histórica cubana.
También me acompañaron los elementos del trío “Los Ángeles”: José y César Marrufo, y Wilberth Bates, quienes me acompañarían para dar un recital y conversatorio en el hotel del “Castillito” donde hablaría de la influencia de la música cubana en la trovadoresca de Yucatán.
Oscar Moreno González “Cayamba”, como todos le conocieron, nace un 6 de septiembre de 1924. Fue uno de esos personajes que emana espiritualidad. Solía conversar cantando, era una de sus magias: cada palabra suya iba impregnándote de filosofía de lo cotidiano. Fue golpeado por la vida, pero tuvo la capacidad de sobreponerse. Se sonreía y echaba de corazón uno de los tantos refranes, pensamiento y dicharachos que los años intensamente vividos le enseñaron.
Cayamba murió el 7 de septiembre de 1991 a los 67 años. En pleno apogeo de su popularidad, que había trascendido al ámbito nacional, ese día su guitarra y hechizante voz callaron para siempre.
En ese viaje le conocí. Lo recuerdo con esa profundidad filosófica. Nos acompañó ese día y el siguiente; su pensamiento era impresionante para un hombre rudo, bohemio, cantante, que, deambulando por las calles de Baracoa, enseñaba acompañado de su guitarra, que pulsaba con seguridad y daba brillantez musical a su pensamiento.

Cayamba fue un trovador cubano de Baracoa, quien se destacó por su personalidad y su obra. Cayamba fue invitado a participar en eventos importantes de la música cubana, como el Festival Internacional de Guitarra de La Habana. También fue invitado a participar en el encuentro de charangueros en Palma Soriano y a pasar largas temporadas en Manzanillo. Cayamba era conocido por autodefinirse como el trovador con la voz más fea del mundo. En Baracoa y Guantánamo se le conocía popularmente con este nombre.
La ciudad de Baracoa rinde homenaje a Cayamba cada año con una jornada que resalta los valores culturales de esta personalidad.
Agradezco a Alejandro Hartman habérmelo presentado. Cayamba nos acompañaba todo el tiempo y estuvo atento a mi conversatorio musical sobre la trova de Yucatán.

A Cayamba solo lo traté un par de veces, de muchas horas, escuchando sus pláticas de vida y profundidad de pensamiento, acompañado también de Amado Lobaina, un tenor que nos recibió en su casa cuando llegamos y a quien pudimos acompañar también cuando vino a Mérida, mostrando su voz, acompañado por “Los Martínez”, que hicieron más de un mes cantando en el restaurante bar “Habana Club”, de Santa Lucía.
Con Alejandro Hartman la amistad perduró y de mi poema “A Baracoa” mandó a hacer doscientas copias para obsequiar a los visitantes turistas al Museo. ¡Gracias, Alejandro, por difundir mi obra poética!
Y qué decir de Cayamba: nos mostró dónde vivía, nos cantó, nos hizo partícipes de su filosofía de vida. No lo volví a ver, pero mucho de su pensamiento a estas alturas de mi vida me hace reflexionar para vivir en este universo lo mejor posible.

En compañía de los funcionarios de Música, Cultura e Historia de la provincia guantanamera, conocí y visité en cuatro ocasiones Baracoa. La conocí como la palma de mi mano, ya sin el acompañamiento musical y filosófico de Cayamba, aunque con la docta plática del historiador Alejandro Hartman, quien me llevó a Maisí para subir a su faro, para divisar la cordillera haitiana.
Llevo el recuerdo del hotel de La Rusa, sus bahías Mata, Taco y Maravi, recorriendo el río navegable, llevando teatro a los trabajadores de los cañaverales con el grupo “Escambray”, haciendo senderismo por el Yunque y soñar con la filosofía de Cayamba. Todo es parte de lo que Cuba me ha dado en mi caminar por la vida cultural de los pueblos que se me ha permitido visitar. Abur.
Fuentes