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La nostalgia de los buenos tiempos
“En ese entonces, en el Cuyo atracaban en su muelle de madera grandes barcos que traían madera de Colombia y Brasil. En ocasiones, cuando no podía atracar la nave, los echaban al mar y después iban empleados de la fábrica a sacarlos; por medio de cinchos y sogas los jalaban a la playa, luego los levantaban y los enviaban a la fábrica en camiones para transformarlos en Triplay y luego regresarlo, ya listos para su exportación a diversos países como Cuba, Estados Unidos, Irán, entre otros, según leí en la revista Frente a la selva.”
“Había mucho movimiento en el muelle de madera que mandó construir la empresa, los abuelos de Mundo y Elena, don Aquiles Sánchez, lo construyó. Bonita obra era este muelle, grande, ancho; ahora ya solo quedan algunos de sus postes en el mar, que no se ven, pero los del puerto saben cómo evitarlos cuando navegan por allá.
“Creo que nunca de verdad se va a volver a vivir una cosa igual como la que vivimos en Colonia Yucatán los que ahí estuvimos esos años maravillosos. Ahora que estamos ya grandes, jubilados y con nietos, cada vez que hay oportunidad nos reunimos a desayunar puro Colyucteco, a charlar. No nos da el tiempo por tantas cosas que tenemos qué decir, qué recordar. Cada mes nos reunimos y me he dado cuenta que también lo hacen los muchachos, o sea, los más jóvenes que nosotros. ¡Qué bueno que se siga esa costumbre para no olvidar nunca nuestra Colonia Yucatán! Uno es de donde creció, dicen, y sí: con más razón no la podemos olvidar.
“Un detalle que me ha llamado muchísimo la atención –no he ido, pero me muero por conocerlo– es el árbol genealógico que puso en su casa el Sr. Fernando Pérez Rejón; le decíamos el Güero Zacatero, es hermanito de Manuel. Dicen que es muy bonito y tengo que ir a conocerlo. Está hecho de un gran cedro rojo, adornado con fotografías de los personajes y funcionarios de la época. Ahí está una parte muy importante de todos nosotros, nuestras raíces.
“Me comentan que cada que ponen las placas de las familias que fueron pioneras –lo han hecho tres veces-, muchísima gente asiste con sus familias; van de Mérida, Izamal, Cancún, Cozumel, Chetumal, Valladolid, incluso de la CDMX. Los hijos y nietos de los fundadores de la fábrica y, por ende de Colonia Yucatán, han ido a poner sus respectivas placas como la familia del ingeniero Alfredo Medina Vidiella, Ricardo Medina Peón y sus hijos Ricardo Medina Chemor y su hermano menor Patricio; Gabriela Rodríguez Ochoa, la hija del Tigre, quien por 15 años fue integrante del famoso grupo emblema de México, Los Folkloristas; Marcela y su hermano Emilio Zamudio Maya, hijos del ing. Emilio Zamudio, además de los hijos y descendientes de personajes muy estimados, como el Padre John Martin que vino con padres de Maryknoll, el obispo Auxiliar de Yucatán Pedro Mena Díaz, quien fue el primero en poner la placa de su familia Díaz-Mena el día de la inauguración. Numerosos Colyuctecos se entusiasman tanto de estar allá, de recordar ese lugar, de revivir nuevamente la nostalgia de los buenos tiempos, un lugar único en toda la república mexicana.
“Además, me acabo de enterar que los boliches están siendo remodelados, los están dejando como nuevos, con sus instalaciones al 100 %,” comenta Jesús, ahora más emocionado que al principio.
“¡Claro que tengo que ir!, ¡claro que tengo que volver! Con sólo imaginarlo se me eriza la piel; sólo pensar cómo me pondría al recordar todas esas vivencias me emociona. Ahora imagínate estando allá cómo sería.
“Así que prometo ir muy pronto a emborracharme de recuerdos, volver a vivir aquellos buenos tiempos… No me lo quiero perder.”
L.C.C. ARIEL LÓPEZ TEJERO