Editorial
Iluminados por los recuerdos que guardamos de ellas, las ánimas visitan nuestros hogares este fin de semana, para convivir con nosotros y acompañarnos en nuestros pensamientos.
Los preparativos, las mesas con las ofrendas, los rezos, los pibes y los mucbil pollos, todos son elementos que los yucatecos disfrutamos cada año en esta época, sin olvidar por un momento a los verdaderos protagonistas de estos días: nuestros difuntos.
Cada uno de ellos nos compartió sus experiencias, influyendo en las nuestras, dejando una imborrable huella en la memoria, que ahora honramos ofreciéndoles aquello que sabemos disfrutaban en vida, para que se alimenten de la esencia y, en particular, del amor y afecto con que cuidaremos de esos detalles.
En medio de todo esto, nuestra herencia cultural maya juega un papel predominante que no debemos olvidar: les iluminamos el camino que habrán de recorrer y por el que regresarán a Xibalbá, rematando con el hecho de que los actuales descendientes de los hombres de maíz consumimos ceremonialmente el cuerpo espiritual de nuestros deudos en cada bocado de mucbil pollo, preparado con maíz, relleno con carne y huesos, enterrado, cocido, desenterrado, presentado en la mesa de las ofrendas.
Todos esperamos algún día ser homenajeados durante esta muy mexicana tradición de festejar a los muertos, aludiendo a aquello de que solo morimos cuando dejamos de existir en la memoria de los nuestros.
Aspiramos a ser recordados y vivir en la memoria de nuestra familia, acaso también en los recuerdos de gente que nos llegó a apreciar por lo que compartimos con ellos.
En cada uno de nosotros recae, mientras vivimos, la responsabilidad de crear memorias y recuerdos que nuestros deudos atesoren y que los muevan a prepararnos nuestra propia mesa de ofrendas.
Preparemos, pues, nuestros altares, coloquemos las fotos de nuestros deudos, preparemos las ofrendas que deseamos consuman –sus cigarrillos, sus licores, sus comidas preferidas, sus postres– y apreciemos la visita y el paseo por nuestra memoria con que nos acompañan estos días.
Recordemos a los que se nos adelantaron y sintamos el orgullo de nuestra cultura maya y sus tradiciones mientras compartimos con ellos.