Cine
Ouija, El Origen del Mal
¿Recuerdan la primera película sobre este popular juego que recientemente recibió una revitalización (2015) y que reseñamos en Diario del Sureste en este enlace para ustedes? Pues la semana pasada mi ‘xtup y el que esto escribe fuimos a ver lo que viene siendo la precuela a esa película. Llamada Ouija, El Origen del Mal, resultó muy agradablemente diferente a lo que fue aquella en la que la excusa era el juego para matar jóvenes.
Para comenzar, la película se ambienta en 1967, la época de las minifaldas, las pelucas, las pestañas falsas, y los vestidos de terlenka, por lo que me resultó interesante, pues me revivió aspectos de mi niñez, y de la forma en que vestía mi madre para ir con mi padre a las fiestas que organizaban los jóvenes matrimonios de aquellos días. Para aquellos lectores que aún son muy jóvenes, resultará una interesante experiencia observar en pantalla cómo era la moda antaño.
El director Mike Flanagan – quien dirigió previamente Oculus y Somnia, y actualmente prepara un filme basado en el libro de Stephen King llamado “El Juego de Gerald” –, además de colaborar con Jeff Howard en la elaboración del guion, nos mantiene interesados con sus tomas y con las actuaciones que obtuvo de sus actores. Hay que aplaudirle, haciendo énfasis en las diferencias entre la entrega anterior y esta nueva historia en ese universo, que no abunda en los sobresaltos, sino que eficazmente nos envuelve en la historia, aumentando lentamente el grado de tensión, hasta llegar al desenlace que seguramente sorprenderá a más de uno por ser todo lo que se imaginen, menos “rosa.”
Alice Zander (Elizabeth Reaser) es una joven viuda que, para alimentar y dar un techo a sus hijas Lina (Annalise Baso) y Doris (Lulu Wilson), realiza sesiones espiritistas, continuando la tradición familiar que heredó de su madre. En realidad, como explica a sus hijas, tan solo efectúa sesiones de “efectos especiales” – en los que la ayudan sus hijas – para “confortar a aquellos que han perdido a un ser querido, diciéndoles lo que esperan escuchar.” Ah, pero resulta que decide agregar a su acto un nuevo artículo, una novedad que su hija mayor Lina conoció en una fiesta con sus amigos: un tablero Ouija.
Doris, la más pequeña de las dos, como de once años, resulta tener una sensibilidad especial para servir de médium a los espíritus, y pronto sustituye a su madre como la líder en las “sesiones”, ante el beneplácito de ella pues lo que su hijita hace resulta ser, a sus ojos, “un don.” Lo que no sabe es que el espíritu – Doug Jones, un actor muy cercano al corazón de nuestro Guillermo del Toro, pues lo ha usado prácticamente en todas sus películas – que ayuda a Doris tiene su propia agenda, y pronto dejará de ser benévolo para convertirse en una entidad que intentará usar a la familia para sus propios fines. Lina observa los cambios en su hermanita y busca la ayuda del Padre Tom, director de la escuela a la que asisten – Henry Thomas, el niño estrella de la película E.T. El Extraterrestre – quien, ante el resultado de sus investigaciones, finalmente decide visitar a la familia para exponer lo que la evidencia que Lina le ha entregado dice. Deberán confrontar entonces a aquello que ha poseído a Doris.
Ante la abundancia de gore que se presenta en la mayoría de las historias de horror de la actualidad, Ouija, El Origen del Mal no usa en absoluto este recurso, aunque sí descansa mucho el efecto de la atmósfera que rodea a la película en momentos en los maquillajes y en los efectos especiales. Los actores hacen muy bien su trabajo, y logran que el público se preocupe por lo que les sucede en la pantalla, lo cual es indicativo de una buena puesta en escena, amén de la escenografía, que resulta muy detallista y costumbrista.
En resumen, Ouija, El Origen del Mal es una opción muy entretenida para visitar los cines en esta temporada de finados: asusta adecuadamente, sin necesidad de escandalizarnos con escenas que otros directores usan regularmente con el fin de estremecer a sus audiencias. Me parece que el director Flanagan fue sumamente cuidadoso en esta ocasión y ha logrado corregir algunas de las cosas que no le salieron tan bien en Oculus, afortunadamente para bien.
Véala, y asústese “sanamente.”
Gerardo Saviola