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En busca de la luz – Isaías Solís

Isaías Solís

 En un rincón del mundo donde la niebla besa las montañas

y el tiempo se arrastra con pesadez,

Nikolai vivía entre la sombra de su propia existencia,

una sucesión de días grises y noches sin estrellas.

 

Un día, un rayo de luz se presentó en forma de una niña: Sofía.

Con sus ojos de luna y una risa que desbordaba el universo,

entró en la vida de Nikolai como un torrente de magia.

Sofía no conocía las tristezas que él escondía,

veía en él un mundo nuevo por descubrir.

 

Juntos exploraron senderos invisibles en mapas

donde la magia se ocultaba tras cada árbol,

y las flores susurraban secretos olvidados.

Nikolai, con el corazón sellado, comenzó a ver con ojos nuevos,

descubriendo maravillas que había olvidado.

 

Sofía le mostró el canto de las estrellas,

la belleza en lo cotidiano.

En cada risa de la niña, él encontró una chispa de esperanza

que iluminaba su alma desgastada.

Ella le ofreció una vida llena de calor y sueños,

una razón para sonreír, para creer en lo imposible.

 

Pero el tiempo, como un río sin compasión,

arrasó con Nikolai, llevándolo lejos del hogar

que había llegado a amar.

El vacío regresó, más oscuro,

una sombra que devoraba su espíritu.

 

Mientras tanto, Sofía, ahora mujer, sentía en su ser

una inquietud, un llamado de los hilos invisibles

que unían su destino al de Nikolai.

Guiada por una intuición inquebrantable,

se embarcó en un viaje que la llevó a su antiguo refugio.

 

Encontró a Nikolai en su lecho,

la sombra de un hombre que había conocido la plenitud

y ahora enfrentaba su final con resignación.

Sofía, con una mezcla de tristeza y gratitud,

tomó su mano, frágil y temblorosa,

y lo miró con un afecto que no necesitaba palabras.

 

En ese momento, Nikolai, con los ojos llenos de una última chispa

de vida y agradecimiento, le dijo:

«Gracias, Sofía, por salvarme,

por darme lo que no sabía que necesitaba.»

Con esas palabras, el último suspiro de Nikolai se desvaneció,

llevando consigo el peso del vacío que había cargado.

 

Sofía, con lágrimas que se mezclaban con la lluvia,

se quedó a su lado hasta el final,

su presencia un testimonio de amor que cruzó la frontera

entre la vida y la muerte.

 

La historia de Nikolai y Sofía se convirtió en un susurro entre hojas y montañas.

Una leyenda de amor y salvación

más allá de la distancia y el tiempo.

Una historia donde el final es el comienzo de otra narrativa,

un cuento en el que el amor perdura

más allá de las barreras del tiempo y del espacio.

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