Letras
José Juan Cervera
Las ilusiones de vida reclaman un puñado de letras para disolverse al soplo de su impostura. Con fugacidad de espejismo arrastra consigo nombres de prestidigitador y líneas suntuosas de escenario, fulminando el anhelo de inscribirse en bronce durante jornadas apacibles.
Cuanto más envolventes, los hábitos coronan el afán de exprimir certezas que al resecarse guardan un núcleo de vacío.
En su pequeñez, las palabras taimadas prefiguran los límites de su crecimiento, nutriéndose del polvo en cuya honra dictan acentos lúgubres.
Un eco de monedas falsas se desliza entre bóvedas que colman sus rincones con ofrendas de altares espurios.
El ser retuerce su esencia en brillante pantomima, mientras retruena el aplauso de impostores enternecidos.
El monarca y el bufón rubrican floraciones contiguas sobre una misma simiente vencida en el disimulo.
En teatro de sombras, las siluetas genuflexas cobran el precario galardón de su noche de gala.
La verdad inaprensible moldea formas y posturas en vestes de oropel, tan sólo para inspirar sospechas de su rastro fugitivo.
Todo discurso embustero aspira a inmortalizar la solemnidad de sus cláusulas en paráfrasis que puedan ostentar su mejor día en conjugaciones festivas.
En tiempo de gracia, un nudo de patrañas salpica luces en rostros compungidos sin alterar sus facciones, asciende al firmamento y dialoga con los astros hasta imponerles verdades que se fraguan en la entraña de una sombra terrestre.