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Cantando Cuentos Cortos (XII) – Entre Amigos

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Cantando Cuentos Cortos

Entre Amigos

Noche tibia de verano tropical, de brisa fresca y cielo estrellado. Agradable ambiente para tener una reunión de amigos.

En esta ocasión le tocó en turno a un compañero, en su linda casita de arquitectura moderna, bien cuidados jardines y todo puesto de buen gusto. Retirada del centro de la ciudad, de los molestos ruidos del tráfico habitual de motores, trenes y demás vehículos que transitan por todas partes.

Los amigos irán llegando después de las nueve de la noche, hora en que las labores del día han terminado, y así nadie tendrá que interrumpir o despedirse por haber dejado algún asunto que atender; realmente es grato tener un grupo de amigos donde se pueden intercambiar opiniones, ideas, hacer comentarios sobre los diferentes temas de actualidad.

Puntualmente llegan los amigos. Reunidos la mayor parte de los que se esperan, desde luego se van entablando intercambios de opiniones.

Nunca falta alguno que trae en su interior sus amarguras, aquellos traumas que dejó la juventud que les impidió llegar a donde deseaban y, siendo ahora personas mayores, solo pueden aproximarse bajo alguna sombra más fuerte que la propia.

Estos son lo que sufren al ver a otros, aparentemente más débiles, que se sitúan delante por sus propios méritos; es aquí cuando se sienten heridos en lo más profundo de su amor propio, y no pierden ninguna ocasión para lanzar sus dardos envenenados a aquel que toman como blanco.

Qué mejor ocasión cuando se está entre personas de aún más bajo criterio a quienes fácilmente cualquier comentario hábilmente urdido logra convencer, ya que por falta de visión le dejan la razón.

Si acaso hubiera algún amigo en aquella reunión que rebatiera el tema expuesto, seguramente por tener mejores convicciones, permanecerá callado sabiendo que de no ser así se desbordaría en una acalorada discusión que daría al traste con la amena charla, y lastimaría la hospitalidad del anfitrión.

Invariablemente se rebela el que se siente herido al no ver logrados sus propósitos de impresionar al grupo que lo escucha atentamente, aunque para esto tenga que llegar hasta la violencia.

Esto ocurre con frecuencia: el cuentacuentos para ingenuos siempre es el héroe en las narraciones de historias que otros realizaron y de las cuales en la realidad no le toca nada, pero lo hace feliz ser el entretenedor del grupo, donde nadie da ni recibe nada.

Como dice el poeta: “Sabia virtud la de perder inconscientemente el tiempo”.

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Tus Pensamientos

Brincan, hasta acabar por gritar,

las palabras que en mi mente

se empujan para salir

a donde puedan ser vistas.

Quisiera que las conozcan

aunque rechazos tendrán,

pero los que así las tratan

sabemos que no es

por dejar de comprenderlas,

sino por negarse a aceptar

que sí va verdad en ellas.

Son limpias y tienen sinceridad,

sin fatua ambición

de ser norma universal.

Sus conceptos son certeros,

sin lastimar dan al blanco;

cuando hieren es que

quien las leyó

sintió en ellas su quebranto.

No rebusques interiores,

no encontrarás fantasmas

que los que tú mismo creas,

para herir a los que tienes.

En recintos interiores

tus reservas atormentas,

sácalas a la luz,

déjalas que se desvanezcan,

te aliviarás de su peso

que anidado está en tu adentro.

Si al liberarte sientes

que la luz has conseguido,

cierra tus puertas por siempre

a esos sucios peregrinos.

 

JOSEFINA REYES SAURI

 [Continuará la próxima semana]

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