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Luna llena en el Cristo de la noche

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Cristo Yaciente. Parroquia de Santiago apóstol, en Mérida, Yucatán. Fotografía de Juan José Caamal Canul.

Juan José Caamal Canul

Otra luna llena en el tiempo se levanta detrás de los vestigios del exconvento. A contraluz lunar se perfilan las piedras que se desprenden, los arcos que llueven sobre el piso.

La Luna, con naciente, pero agónica luz, se derrama sobre el terreno accidentado del viejo cementerio. Viejo cementerio sobre el que se escenificó la vida y la muerte, la luz y la noche, el redondel.

La bola de plata, disparada por el cañón cíclico, parece que emite una niebla, un velo que arrastra desde las profundidades de la noche.

Las savias bullen, las mareas se contonean, igual que la imaginación humana.

En la pupila pasa el contorno aún más oscuro de un ave nocturna, se zambulle en la copa de los árboles y deglute tiernas avecitas o huevos que se empollan, se produce un chisporroteo de espanto de otras aves, luego todo cesa.

Una caja de madera que contiene piedras, desde lo alto de la espadaña, emite un sonido seco que viaja en el aire cálido, rumor que se mezcla con otro rumor de pasos que se arrastran en el camino que circunda la plaza.

Rumor desde las alturas que desciende y se confunde con la marcha en la plaza.

Pasos que se arrastran bajo el peso de la carga, o quizá las culpas, o las conciencias

Nuestra plaza recibe en complicidad el manto de la noche; en las fachadas de los edificios que quedan libres de la sombra de otras construcciones que se superponen, se dibuja el filo metálico de la luz lunar.

El pesado sarcófago, vitrina mortuoria, avanza sobre hombros. Dentro yace un Cristo martirizado, escultura con hombros lacerados, el cuerpo envuelto por sábanas y almohadas blancas, quizá para enfatizar la pureza del sacrificio.

Hombros que sobrecogen por el realismo de las heridas aún vivas.

El rostro sobrecogido por el dolor y sufrimiento previo a la muerte.

No hay paz en el rictus de esta muerte.

La luna llena, una marcha, el Cristo martirizado, un ave en la nocturnidad plateada que grazna en el misterio, la noche y la muerte simbólica.

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