Letras
Janitzio E. Durán Castillo*
Del archivo personal que dejara mi padre, Sr. Enrique Durán Martín, he extraído una ficha hemerográfica publicada hace 57 años, que por su contenido considero importante darla a conocer. Se trata del trágico fin que tuviera el General Ricárdez Broca, más si tomamos en cuenta el 74 aniversario del asesinato de Don Felipe Carrillo Puerto, que lo hizo víctima de la manipulación y práctica de la subasta de su propia vida en manos de este militar, cuyo nombre figura en la historia con el calificativo de traidor y asesino, siendo el instrumento para resguardar y favorecer a los oscuros intereses de un grupúsculo de hacendados yucatecos aquella madrugada del 3 de enero de 1924.
Enseguida, del Ingeniero Elías I. Torres y publicado en la revista “Sucesos para todos”, en abril de 1940 he extractado lo siguiente que a la letra dice:
“El correo de hoy me trajo desde el territorio de Belice, que disputa ahora con vehemencia a la altiva Inglaterra, la gentil Guatemala sin hacer caso de los derechos que sobre aquel girón de tierra americana puede tener México; el correo de hoy, repito, me trajo de un amigo lejano la noticia de la muerte del Gral. Ricárdez Broca, ascendido a General por el asesinato siniestro del líder socialista Felipe Carrillo Puerto y de sus hermanos, en Mérida, durante la revolución delahuertista.»
“Y así fue tan asqueroso regateo de dineros por la vida de un hombre jamás se vio, ni entre los más sanguinarios jefes de la revolución, de manera que esos asesinatos llevados a cabo con lujo de crueldad y por mero interés pecuniario, levantaron una ola de indignación no sólo entre los partidarios del Gobierno, sino del propio don Adolfo de la Huerta de quien dependía Ricárdez Broca.”
“Pero como éste lo que quería era reunir la mayor cantidad posible de dinero, tan pronto como se acercaban fuerzas del Gobierno por mar, huyó de Mérida y se internó en Guatemala haciendo correr la versión de que lo había matado uno de sus propios compañeros, pero en realidad se fue a Belice con el nombre de Juan Fernández, para dedicarse a la cría de ganado y a poco se casó con una viuda rica, peruana, la señora Balladares y con ella vivió en una gran hacienda de propiedad de ésta aumentada con los dineros de Ricárdez Broca hasta hace veinte días, según la carta, en que murió trágicamente”.
“He aquí lo que dice la carta en la parte relativa a Ricárdez Broca: Como tú sabes, porque ya te lo escribí en otra ocasión, tengo un rancho cerca de la finca Balladares y con frecuencia hablaba yo con el Juan Fernández que no es otro, como ya te dije también que Juan Ricárdez Broca, el asesino de Carrillo Puerto y demás hermanos y compañeros, tú sabes cómo averigüé esa identidad, por medio del Tenedor de Libros de Ricárdez Broca, quien hurgando unos papeles se encontró con el pasaporte que las autoridades revolucionarias le otorgaron al propio matador de Carrillo Puerto para pasar a Guatemala, cuyo pasaporte llevaba el retrato del interesado que no es otro que el Juan Fernández, mi vecino, o sea el Ricárdez Broca, asesino. Yo te supliqué entonces y ahora lo hago también, que no publiques el nombre de mi rancho, ni el mío, porque pueden perjudicarme seriamente”.
“Ahora bien, ayer 18 de marzo, Ricárdez Broca se ocupaba en contar una partida de toros que había vendido para Europa, cuando uno de los bichos se arrancó sobre el caballo de nuestro hombre derribándolo, herido de muerte y como el jinete rebotó a unos cinco metros, medio atarantado, el toro se fue sobre él y le metió el asta en el estómago, haciéndole terribles destrozos porque lo campaneó por el aire más de cinco minutos hasta que varios vaqueros le llamaron la atención a la bestia, pero el hombre ya estaba muerto, horriblemente despanzurrado, pues los intestinos y parte de las vísceras internas las traía de fuera.”
“La señora, que está entre paréntesis enferma, se empeñó en que vinieran médicos, unos de ellos desde Belice, pero todo enteramente inútil, porque Juan Fernández (Ricárdez Broca) estaba muerto definitivamente desde que lo levantaron en la dehesa y sólo se limitaron los médicos, es decir el primero que llegó, a extender la certificación necesaria para darle sepultura”.
“Así concluye la carta de mi amigo y el contenido de ella demuestra una vez más, que la justicia inmanente castiga tarde o temprano a los que cometen asesinatos, aunque aparentemente escapen de la justicia de los hombres. Esa justicia, cuya explicación científica sería difícil, no es otra cosa que el cumplimiento del proverbio bíblico que dice: “El que a hierro mata a hierro muere…”
“Así se cierra el capítulo de la historia relativo al asesinato proditorio de Felipe Carrillo Puerto y sus hermanos y amigos. Aguascalientes, abril de 1940”.
Es conveniente aclarar que, al paso de los años, existen (variados) estudios sobre este acontecimiento con diferentes enfoques, hecho que enlutó al pueblo yucateco. principalmente a los sectores sociales representados por los campesinos y obreros esencialmente, estudios que en su forma han intentado cambiarlos, aunque en su fondo siempre aflore como el resultado de una acción artera en contra del ideario de un hombre, que había abierto esperanzas y sentado las bases para la transformación de nuestro Estado, vida lamentablemente sacrificada por la ciega obediencia y protección de los intereses de unos cuantos, a cambio de dinero, en manos de un asesino que pagó su crimen con esa justicia inmanente que al parecer siempre está a la espera.
*Cronista de Maxcanú
Texto publicado en el periódico Por Esto! el 04 de enero de 1998.
Excelente relato historico sobre la muerte de Ricardez Broca asesino de Felipe Carrillo Puerto, misma suerte que merecian los mercaderes que compraron la vida del gran gobernador socialista.
Saludos Janitzio