Recuerdos Taurinos
-LA MÁS GRANDE DEL MUNDO-
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
La tauromaquia no ha sido mi fuerte, pero la entiendo. Disfruté de algunas corridas de toros por televisión casi todos los días de las temporadas grandes de los años 95 y 96. En temporadas que pasaba en la Ciudad de México, solíamos ver la corrida de los domingos en casa de mi tía, junto a una tía abuela que nos acompañaba y se tomaba una copa de coñac; en el quinto toro la llevaban a su casa para que no se le hiciera tarde llegar hasta la Av. Revolución en Tacubaya.
Al escuchar las trasmisiones de los comentaristas taurinos, nos llenaban de información para entender la fiesta o el Arte de Cúchares. Así fui adquiriendo el lenguaje taurino de los comentaristas, necesario para entender cada una de las partes del festejo, como si fuéramos expertos de los cosos donde se celebran estas tardes de toros para describir los lances del capote, la audacia de los banderilleros, y conocer lo que dice la autoridad del ruedo, hasta el arrastre lento del burel en turno.
Mis recuerdos taurinos van desde que se inició la construcción de la mayor plaza taurina del mundo, “La Plaza México” –con un aforo superior a los 60,000 espectadores, ahora cerrada por motivos político-ambientalistas. Es un inmueble histórico. ¿Quién no recuerda la película “ATM”, de Pedro Infante y Luis Aguilar? En ella competimos el Escuadrón Acrobático de la Policía de México y el “Moto Club Acrobático de Mérida”, con Alfredo y Edwin Sandoval, el “Chel” Marcial; “Saranes” Cervera; “Pichi” Fitztmaurice; José Mena, el “Ratón” Marrufo y el que escribe esta nota. Éramos los que coronábamos las pirámides o hacíamos el paso de la muerte. Pedro Infante fue miembro honorario del Moto Club “Mérida”; tomábamos café con él en “Impala”, por las noches, a la entrada del Paseo de Montejo.
Escribo este reportaje para dejar algunos renglones desconocidos de este coso taurino vividos a través de mi padre.
En el Distrito Federal, ahora Ciudad de México, mis tíos (hermanos mayores de mi padre) trabajaron como la primera línea de Neguib Simón, tanto en la fábrica de hojas para rasurar “Ala”, la fábrica de focos “Luxo”, la construcción en la Av. Chapultepec de los “Departamentos de lujo Pal”, los Laboratorios de Perfumería para hombres “Pal”; el proyecto de la “Ciudad de los Deportes”, en el sur de la ciudad, a partir de lo que hoy es el Hotel “Diplomático”; sin olvidar el estadio “Azteca”, actual de Televisa, que compró todos los terrenos hasta Coapa.
El proyecto general del mayor complejo deportivo de México iniciando sobre Insurgentes, el proyecto de la “Plaza México”, inició cuando todavía era un niño de 10 años, pues yo nací el 26 de febrero de 1936. La Plaza de Toros México se inauguró el 5 de febrero de 1946, financiada por Don Neguib -el Slim de esos tiempos.
Don Neguib siempre tuvo atenciones para los hermanos Julio, Bernabé y Alfonso García Peniche y un primo, Augusto Rivero Peniche, como personal de toda su confianza. Don Neguib Simón obsequió a mi padre Alfonso dos entradas para el palco de sombra en la barrera de segunda fila para la inauguración y toda la primera temporada de corridas de toros, lo cual agradeció mi padre. Yo fui el acompañante a asistir a este momento histórico, pues fue la primera corrida de toros que vi; luego asistí a los festejos de esa temporada taurina.
Mis recuerdos son anteriores a su inauguración, pues a mi padre se le encomendó la proveeduría del concreto. Se mantenían cuatro turnos para derramar ollas de concreto para la gradería. Ahí pasaba el río de “La Morena” y la ladrillera del mismo nombre con una casona de ocho habitaciones que adaptaron como casa habitación para mi tío Julio, para la administración general; se derruyeron los hornos de tabiques para instalar la maqueta de ocho metros de alto del coso. Se trajo a dos sobrinos del Conde de Sforza, Bruno y Renato Pierlonni, que eran perseguidos políticos de Mussolini; ambos eran escultores, haciéndose cargo de la maqueta de la plaza y del “Encierro” que engalana la entrada de la Monumental Plaza. Se le dio trabajo a mi primo Julio para que los asistiera y aprendiera el oficio. De un terreno yermo se inició la construcción de calles y un estacionamiento y se entubó el Río de “La Morena” como antecedente de la construcción.
Volviendo al cartel de inauguración, se torearían 6 toros de San Mateo, prestigiada ganadería mexicana con sangre española. Los alternantes con sus cuadrillas fueron Luis Castro “El Soldado”; de la madre Patria, Manuel Rodríguez “Manolete”; y Luis Procuna. Ese fue el primer cartel que vi torear entre lo más granado del momento de México y España; en el resto de la primera temporada me tocó ver a Fermín Espinoza “Armillita”, al “Ave de las tempestades” Lorenzo Garza, Alfonso Ramírez “El Calesero”, quien fuera cuñado de mi tío Bernabé, casado con su hermana María Ramírez en Veracruz, fue amigo familiar y le decíamos tío; Silverio Pérez “El Compadre”; Fermín Rivera; Lorenzo Garza; Manuel Capetillo, Carlos Arruza, Joselito Huerta y otros prestigiados matadores.
Son ya entonces 77 años de historia en la Monumental Plaza México, mismos que se cumplieron el pasado miércoles 5 de febrero de 2023 y que han estado llenos de grandes historias que describen que en corridas de toros se han cortado 129 rabos y se han indultado 34 astados, mientras que en el renglón novilleril se han cortado 47 rabos y se han indultado 16. Destacándose que el matador de toros que más rabos ha cortado es Manolo Martínez, con 10, pero el torero que entre novilladas y corridas obtuvo más rabos, 11, fue Rafael Rodríguez.
Durante la inauguración, en la segunda fila del tendido de sombra, junto a mi padre se sentaron dos señores muy bien vestidos con traje y corbata. Mi padre los reconoció de inmediato y les dijo: “Don Andrés y Don Fernando, qué gusto verlos. Este es mi hijo Alfonso Hiram.” Ellos le dijeron: “Tú eres el de la Gran Logia de Mérida.” “Sí, Don Andrés.” Eran dos de los hermanos Soler, familia de artistas de cine y teatro de gran prosapia cinematográfica. Se reconocieron pues en diciembre de 1944 estuvieron en nuestra ciudad para la cena de solsticio de fin de año, siendo ellos invitados; Así se entabló la conversación sobre la masonería; le preguntaron qué hacía en México, él comentó que trabajaba en el Distrito Federal, siendo parte del staff de la construcción de la Plaza. En la conversación salió a relucir que mi padre, Alfonso García Peniche, era el Venerable Maestro de la logia “Luz y Patria”; comentaron que les gustaría crear una Logia dentro del edificio que se estaba construyendo de la Asociación Nacional de Actores, que en la Gran Logia no les habían dado respuesta alguna. Mi padre les dijo: “Tienen que estar activos en una Logia Simbólica, en seis meses me comunican que van a crear una nueva Logia y yo solicito su creación.” Antes de un año ya estaba la carta patente para la creación de la nueva Logia Masónica.
Esto lo escribo como una anécdota de mi vida y mi primer conocimiento, que luego amplió mi padre, sobre su trabajo masónico en la Gran Logia del Valle de México y su acercamiento con esta familia de actores que dieron prestigio al cine nacional. Ya adulto nació mi fervor por la filosofía masónica, siendo ahora Pas Master, Venerable Maestro de la Logia Andrés Quintana Roo en Chetumal, Q, Roo; posteriormente V: M. de la Augusta y Respetable Logia Simbólica “América”, bajo la jurisdicción de la Gran Logia Unida “La Oriental Peninsular”; en la actualidad me mantengo como Orador de la Logia Hunab-Ku 133. Esto lo tenía que escribir pues fue en la inauguración de la Monumental Plaza México que se dio ese encuentro entre los hermanos Soler y mi padre, yo como testigo.
Para cerrar esta crónica me permitiré recordar a “El Niño de la Capea” en una corrida a la que asistí por casualidad en uno de mis viajes a la capital, provocando una gran nostalgia aderezada con gran admiración hacia quien celebró su cincuentenario de alternativa vestido de luces, esto es, haciendo lo que más le gustaba. Han pasado largos años desde que se convirtió en uno de los toreros españoles ídolos de México , como lo fueran a principio del siglo pasado Antonio Montes, posteriormente Chicuelo en los veinte, Cagancho en los treinta, Manolete en los cuarenta, en los sesenta Paco Camino, en los ochenta y noventa Pedro Hermoso de Mendoza, y aunque no en la misma magnitud a finales del siglo pasado y los años que transcurren en éste convulsionado siglo, el valenciano, Enrique Ponce, sin olvidar a El Juli quién tiene una gran cauda de partidarios en nuestro País, desde su etapa de novillero A punto de cumplir setenta y un años -nació el 17 de septiembre de 1952- recibió con grandes honores la alternativa en Bilbao, el 19 de junio de 1972 de su padrino Paco Camino y el testigo Paquirri. El 9 de diciembre de 1973 se presentó en La México a confirmar su alternativa y fue su padrino Curro Rivera y el testigo, Curro Leal, con el toro Consentido de Garfias.
Así a vuela pluma, la Monumental Plaza México es un símbolo de la primera inauguración de la Ciudad de los Deportes; posteriormente se inauguró el Estadio Olímpico con la presentación de los equipos profesionales de Fútbol Americano de Liga Mayor de los Pumas de la Universidad, los Burros Blancos del Politécnico, las Águilas del Colegio Militar, los Bulldogs de la Normal y el Guachachara de la Col. Industrial. Desfilé con mi uniforme de los Industriales del Guachachara como mascota del equipo. Aunque vivía en la colonia vecina “La Estrella”, en esa época solo nos dividía la Calzada de Guadalupe, y yo niño entrenaba patinaje enel Club Deportivo 18 de marzo, donde entrenaban los del Guachachara, cuando Insurgentes iniciaba en los Indios verdes y ahí terminaba o iniciaba el Distrito Federal, naciendo la Col. Lindavista.
Unos recuerdos inolvidables ligados a la tauromaquia y otras anécdotas del siglo anterior que me tocó vivir. Abur.
Fuentes