Editorial
Esta primera semana del calendario del sistema educativo mexicano, millones de escolares de todos los niveles reiniciarán su formación.
De la educación preescolar a la universitaria, las aulas reabrirán sus puertas para acoger a niños y jóvenes motivados por el idéntico fin de fortalecer y/o ampliar sus conocimientos, e integrarse de mejor manera a la evolución social, cultural y económica de este nuestro México.
Esta actividad, con profundas raíces históricas en la patria mexicana, ha sido cimiento firme de nuestras raíces, como la gran sociedad humana que ahora continuamos siendo y que se reconoce mundialmente.
Cultura es semilla y raíces; los mexicanos creemos en eso mucho antes del mestizaje español surgido de una calificada “conquista”.
Los mexicanos de hoy, orgullosos de nuestros antepasados, hombres y mujeres de lucha, continuamos ahora con el mismo espíritu firme de no aceptar al derrotismo como compañero de viaje.
Somos aún un pueblo indómito, con espíritu rebelde y vocación libertaria.
Día con día, en los centros de formación educativa de nivel superior, decenas de miles de jóvenes se capacitan para dar continuidad y arraigo a nuestros valores heredados.
El valor, el coraje, la vocación, el orgullo son compañeros de vida de cada joven mexicano de hoy.
