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Simpatías libertarias

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Letras

José Juan Cervera

Los individuos y las colectividades representan dos aspectos que es preciso ponderar cuando se examinan los hechos de la Historia. Hay personajes que se ganan un lugar en ella por ser cabezas visibles de algún movimiento transformador. La afirmación de que el ser social determina la conciencia pone los pies del idealismo sobre la tierra de las condiciones que gestan el significado de la conducta humana. El pensamiento transita entre múltiples influencias formativas que al combinarse marcan caminos y elecciones de vida.

Augusto César Sandino (1895-1934) se forjó como prócer de su natal Nicaragua, y con el tiempo adquirió perfiles de relieve continental. Su experiencia en el trabajo asalariado inició en tierras centroamericanas, y después laboró como obrero de una compañía petrolera extranjera en México, antes de la nacionalización de este sector extractivo. De regreso en su patria, tomó las armas contra la oligarquía local, oponiéndose a la intervención estadunidense. Sus dotes dirigentes y su aptitud estratégica lo distinguieron entre otros actores sociales de su época.

El impulso liberador de Sandino conquistó la solidaridad y el aprecio de hombres y mujeres de varias nacionalidades, hecho que se reflejó en la composición plural de su Estado Mayor, formado por combatientes de orígenes diversos. Las condiciones desiguales de su campaña reivindicadora y la escasez constante de recursos para sostenerla lo llevaron a tejer alianzas y a buscar respaldo para su causa. Uno de los vínculos más efectivos con sus simpatizantes, ante la indignación que suscitaron los abusos perpetrados al calor de la doctrina Monroe, fueron los lazos tendidos a través de la fraternidad masónica, a la que perteneció el revolucionario nicaragüense.

Cuando el general Sandino decide regresar a México, con el propósito de lograr una entrevista con el presidente Portes Gil, fija su residencia temporal en Yucatán, entre julio de 1929 y abril de 1930; algunos emisarios suyos ya habían visitado estas tierras para ampliar redes de apoyo, tal como refiere Mario Robles Salazar, uno de los protagonistas de esta delicada labor, en sus memorias editadas en 1953.

Robles llegó a Mérida tras enfrentar innumerables peligros; uno de sus colaboradores más entusiastas durante las dos semanas que permaneció en esta ciudad fue el poeta y periodista Carlos Duarte Moreno, masón igual que el visitante, lo mismo que el ilustre guerrillero de Las Segovias a quien dedicó un soneto que vio la luz en uno de los números de la revista Púrpura y Oro, en marzo de 1928: “De las águilas vienes, vienes de los leones/ y fundes en tu arrojo destinos colosales/ y das tu vida prócer para saciar cañones/ y tu denuedo brindas por detener chacales.// Riflero del Destino. ¡Oh cazador de hampones!/ que obstinado golpeas los sueños imperiales/ y que resueltamente tus entusiasmos pones/ contra las botas rubias a cuyo encuentro sales./ / En nombre de los débiles alzaste tu denuedo/ y conociendo el caos, sin conocer el miedo/ dices, frente a la Fuerza los Himnos del Derecho…// Por eso ante el relieve que adquieren tus hazañas/ el mundo no ha sabido si estás en las montañas/ ¡o las montañas están entre tu pecho!” (“Sandino”).

La estancia de Sandino en Yucatán la documentó Carlos Villanueva en un libro que vio la luz en 1988, en cuyas páginas se lee el nombre de Carlos Duarte Moreno como el de uno de los primeros en acudir a recibirlo; lo entrevistó para el periódico El Clamor del Obrero, dando cuenta de su personalidad y de su ideario político. El general depositó en resguardo su archivo histórico en la Gran Logia La Oriental Peninsular, como consta en el acta que firmó junto con el Gran Maestro Primitivo Molina.

Por su parte, Duarte Moreno mantuvo viva su conciencia crítica en torno a los problemas sociales y a la intromisión de la potencia del norte en los asuntos internos de los países latinoamericanos, tal como lo deja ver su largo poema Canto a míster Sam, impreso en 1954.

Sin que deje de reconocerse el afán desestabilizador de las agencias internacionales en los países que no se subordinan a los intereses que representan, hay que señalar factores que desvirtúan el sentido original de las luchas populares. Hoy el nombre del general Sandino es usurpado para perpetrar excesos autoritarios en su patria, haciendo a un lado a los fundadores del movimiento que en 1979 logró arrojar del poder a la tiranía de los Somoza.

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