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Las Palabras

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Letras

XX

LAS PALABRAS

Cuando emergieron las palabras, fueron construyendo mundos tan sólo comprensibles a la luz de las visitaciones nocturnas de mamá Regina.

Ese registro de palabras no contenía significado alguno para la mente vacía del padre Rafael; sin embargo, había un texto breve, que más que un simple texto era una expresión nacida desde el alma. Tenía la forma poética libre de los poemas de Whitman o de León Felipe; se hallaba cargada de esa lírica que sacude hasta el tuétano de los huesos, donde habita el verdadero sentir del hombre.

El poema era una sutil invitación a restaurar el tejido que por años no había cicatrizado; era, en suma, un texto escrito con la intención de arrojar luz a un misterio no resuelto. Como ya he dicho, el padre Rafael no estaba en condiciones de hilar ninguna idea durante el día; pero por las noches, leía una y otra vez cada palabra y, al hacerlo, su rostro parecía iluminarse de tal manera que confirmaba, sin saberlo, cada palabra escrita y ahora descubierta.

Este poema le fue dictado una de esas noches. La voz apenas audible de mamá Regina se fue apagando gradualmente para no volver más, hasta la fatídica noche en que ambos, madre e hijo, coincidirían por última vez en este mundo.

Este es el texto.

 

Entretejidas en tu infancia están

la sonrisa de tu padre

y la mirada amorosa

de tu madre…

 

Tus pequeñas manos tocaban mi rostro, acariciaban mi rostro, debajo de mi piel estás tú, están tus recuerdos, escondidos en la mirada de una madre que busca a un hijo extraviado.

 

Todo vive y se renueva,

todo muere y sucumbe;

eres el sueño que tuvimos,

la viva imagen

de la dicha cumplida.

 

Cansado de buscar, tu interior reclama, rendido, tus fuerzas flaquean, pero debes saber que tu recuerdo me habita; tu memoria en mi es evocación continua, es respiración vital.

Tu olvido no es el fin de los recuerdos; es el principio de la evocación en orfandad. Entre tu piel y la mía, el nombre de tu padre fue escrito, consigna perenne que te despierta por las noches en que las estrellas son testigos de tu ausencia.

 

Mis ojos te vieron

cuando aún eras embrión,

y ante el poder creativo

un mundo nuevo

fue abierto para ti;

 

eres y serás siempre

la extensión del amor

de tu Dios en la tierra;

Su resplandor permanecerá

eternamente sobre ti…

Jorge Pacheco Zavala

Continuará la próxima semana…

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