Bajo el Cielo de Cuba
COMPOSITOR, DIRECTOR Y ESCRITOR CUBANO
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
En estos primeros días que se me ha permitido estar en mi estudio de casa, reinicio mi trabajo periodístico -interrumpido hace casi cuatro meses por el COVID, neumonía y otros agravantes, incluyendo la antigüedad (en febrero cumplo 87).
Este primer artículo lo dedicaré a un amigo y hermano cubano: José Loyola Fernández, a quien conocí en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en la Habana, en 1999, lugar en el que caminar tras las huellas de la Cultura y el Arte, así como la promoción de los mismos, ha sido una tónica constante.
Aunque nunca he tenido el currículo de Loyola en la mano, no la necesito: sin ella podría escribir algunos artículos de tres cuartillas.
Lo conocí cuando era el vicepresidente primero de la UNEAC, fundada por Nicolás Guillén, siendo brazo derecho de su presidente el escritor Abel Prieto, quien fuera en dos ocasiones ministro de Educación y Cultura del mayor país caribeño.
Loyola es egresado como Doctor en Música del Instituto Chopin de Polonia, autor de un buen número de libros sobre temática musical, en especial de las Antillanas; viajero incansable; fundador y director de la Charanga de Oro; presidente desde su fundación del Festival Internacional Boleros de Oro, evento al que he asistido en seis ocasiones, como encargado de la Delegación de México.
Si la memoria no me falla, en el 94 se le dedicó el Festival al músico mexicano Don Vicente Garrido. La Delegación de México ha sido una de las mejores de América Latina. Participaron figuras nacionales como el homenajeado Vicente Garrido, secundado por artistas de primer nivel como Amparo Montes, Oscar Chávez, Amparo Ochoa; el Trío Los Caminantes; y, de nuestra Península Yucateca, la soprano Ileana Cortés; la compositora Maricarmen Pérez y el tenor Filiberto Aguilar; el que escribe participó como mantenedor poético, conferencista y maestro de ceremonias en algunas sub sedes.
En esa ocasión se nos ofreció una cena de Gala en la residencia de Mario Moya Palencia, Embajador de México en Cuba, a la cual asistimos la Delegación Mexicana junto con 20 de los más destacados músicos y cantantes cubanos, además de algunos miembros del Poder Popular, con el Comandante en Jefe Fidel Castro recibiéndonos con gratas palabras de aliento a todos y cada uno de nosotros, alentándonos a seguir hermanando a través de la música a dos pueblos que une el Canal de Yucatán.
Alguien escribió sobre este musicólogo José Loyola: «Su padre, Efraín, fue su primer maestro, con el cual vincula desde muy joven a la música. Con él aprende no solamente el instrumento, de la flauta de madera de cinco llaves, sino que se adentra en el mundo de las orquestas charangas. En este ambiente comienzan a formarse desde lo vivencial, las bases que van a conformar su futuro desenvolvimiento técnico e interpretativo dentro de la música cubana.»
Loyola me presentó a su padre, fundador de la orquesta Aragón. A partir de ese día, en viajes subsecuentes a Cienfuegos, Don Efraín Loyola siempre me acompañó; por las noches nos reuníamos en el Bar del Hotel Jagua donde actuaba Pepe y no recuerdo el nombre de la cantante, en un dueto de voz y guitarra. Don Efraín sacaba su flauta, haciendo un trío inolvidable, recordando canciones de Brasil, Italia y Francia.
En internet encontré un escrito que viene bien para este artículo. Desconozco al autor, pero hablamos de la misma persona:
“José Loyola comienza a componer sus primeras obras, a hacer arreglos musicales y a llevar la batuta de una orquesta como la “Loyola”, siendo casi un niño, en un momento en el que era una de las principales agrupaciones sureñas. En esa época tocaba también el violín, instrumento con el cual va a alternar junto a la flauta.
Su formación como músico profesional se afianzará en la ENA, donde fue alumno de Juan Pablo Ondina y Emigdio Mayo, dos grandes intérpretes y pedagogos cubanos de la flauta de sistema o flauta traversa, que difiere de la de madera en que está construida de metal, y por ende, su sonoridad es diferente. Por eso es que domina la técnica de la flauta usada en nuestra música tradicional, que es la de madera, con los recursos que se utilizan; e igualmente, la flauta de sistema, que es la que actualmente se interpreta en todo el mundo.
En La Habana cursó también composición con Federico Smith y luego continuó en Polonia, en la Escuela Superior de Música con Grazyna Bacewicz, Andrzej Dobrolski y Witold Rudzinski. Alcanzó posteriormente su doctorado en la Academia de Música Frederik Chopin de Varsovia.
Durante esta etapa en Europa, se acercó mucho a las corrientes más contemporáneas, las que le fueron construyendo otro modo de crear y concebir la música y la interpretación. A pesar de haber dedicado gran parte de su creación, sobre todo como compositor, a la música de concierto, nunca abandonó la música popular cubana, de la cual domina todos sus estilos, y con ello transitar desde los más tradicionales hasta las tendencias contemporáneas. Por eso no es extraño verlo compartir en escena al lado de varias generaciones como Enrique Lazaga, Orlando Valle “Maraca”, Alejandro Falcón y Ethiel Faílde.
Otro de los aspectos que quisiera señalar de José Loyola es el énfasis que hace en que “la música debe ser pensada, debe ser estudiada y debe ser defendida en su aspecto teórico”. Es por eso que le he escuchado en varias ocasiones abogar sobre la importancia de los Eventos Teóricos dentro de los festivales Danzón Habana y Boleros de Oro en Cuba. Dos géneros que, aunque separados, igual que sus festivales, tienen puntos de encuentro, tanto en la música cubana, como en quienes abogan cada año por su defensa. Mucho le debemos a él, quien es el presidente de ambos y a Alicia Valdés Cantero, quien preside el coloquio, por toda su dedicación.
Meritorio además el legado del Dr. Loyola como pedagogo, flautista, compositor, arreglista, autor de valiosos textos y director de una agrupación que defiende la música cubana, como lo es la Charanga de Oro. Inestimables todas las enseñanzas que nos trasmite, desde su obra de vida y que forman parte de nuestra cultura, esa que debemos conocer y honrar por todo cuanto representa.
Se corre peligro de perder nuestras tradiciones y estilos si no se bebe de la fuente, de las experiencias de quienes dedican su vida y carrera a la cultura de nuestro país.
José Eulalio Loyola Fernández ha grabado en letras doradas su impronta en la historia musical cubana. Es un pedagogo por excelencia y un intelectual que siempre nos sorprende por sus valiosos conocimientos.”
Esta es la mejor síntesis de mi amigo y hermano cubano. Nos ha unido la música en México y Cuba; Yucatán y La Habana. Con él he recorrido otras provincias cubanas, dejando mi poesía.
Agradezco a Loyola su amistad y su amor a esta música con raíces cubanas en su cantelenismo trovero; sus conferencias en nuestro Museo de la Ciudad y la presencia de su “Charanga de oro” en uno de los aniversarios de la Fundación de Mérida, así como su contribución a algunos de nuestros programas de Charlas de Café, como “Acuarela Du Brasil “ en el teatro Daniel Ayala.
Gracias por tu amistad y contribución al acercamiento con tu libro “La Mujer en la Música del Caribe”, por incluir al Caribe Peninsular involucrando algunas de las destacadas mujeres que han dado ejemplo de talento musical como intérpretes, compositoas y directoras de orquesta.
Gracias, Loyola, ya salí del padecimiento que me postró por meses. Mi amor por tu Cuba va con mi agradecimiento desde mi primer viaje a La Habana en el 51. Espero volver a darte el abrazo fraterno de este tu amigo y hermano mexicano.
Abur.