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El último Chilám Balám (III)

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Teatro Yucateco

Santos Gabriel Pisté Canché

 

El último Chilám Balám

 

Entra música de tunkules, caracoles, tambores, truenos y relámpagos. De entre las nubes, que han formado el copal y el incienso, aparecen los DIOSES ricamente ataviados. Bajan lentamente y quedan suspendidos por encima de las cabezas de nuestros cuatro personajes.

DIOS CREADOR: ¡Verdaderamente no tenemos quién nos adore!

DIOS FORMADOR: ¡No tenemos quién nos haga sacrificio!

DIOS CREADOR: ¡Demos nacimiento a la vida y a la creación del hombre!

DIOS FORMADOR: ¡Hágase así, que se llene el vacío!

DIOS CREADOR: ¡Que surja la casa del hombre que es la tierra!

Efecto de erupción de volcán, de rayos y relámpagos. A cada creación de los DIOSES corresponderá un efecto especial.

DIOS FORMADOR: Que la casa sea sostenida por una enorme tortuga. La más vieja, nuestra hermana antigua.

DIOS CREADOR: ¡Vengan nuestros hermanos Bacabes! Encuadren la superficie de la tierra y cuiden sus límites. Los hombres no deben acercarse al límite porque caerán al vacío. Serán devorados por Mitnal.

DIOS FORMADOR: Sac Bacab, el blanco, se va al norte; Kan Bacab, el amarillo, al sur, Chac Bacab, el rojo, y Ek Bacab, el negro, al oriente y al poniente.

DIOS CREADOR: ¡Cada uno con su sagrada ceiba madre!

DIOS FORMADOR: ¡Vengan Ah-Sac-Mucen-Cab, Ah-Kan-Mucen-Cab, Ah-Chac-Mucen Cab y Ah-Ek-Mucen-Cab! Que se oculten bajo la tierra en el norte, el sur, el oriente y el poniente.

DIOS CREADOR: ¡Vengan los cuatro chaaques ayudantes del Dios de la lluvia, Chaac!

(La tierra tiembla al oírse los pasos de los gigantes) Distribúyanse por los cuatro rincones del cielo.

DIOS FORMADOR: Cada uno llevará un calabazo gigante con agua para producir la lluvia. Un saco donde oculten el viento y un tambor gigante para producir los truenos y anunciar la lluvia. El DIOS Chaac los dirigirá. (Lluvia.)

DIOS CREADOR: Pongamos techo a la casa del hombre.

DIOS FORMADOR: Démosle una bóveda celeste.

DIOS CREADOR: Dividamos el día y la noche. Que reinen Kinich Ahau, la cara del sol, e Ixchel, la virgen luna. (Pasan el sol y la luna.)

DIOS FORMADOR: Fórmese la celosía de las estrellas para la noche.

Estrellas de colores, blanco, amarillo y azul, llenan el espacio. Pausa.

DIOS CREADOR: (Extasiado) Verdaderamente es hermosa la creación.

DIOS FORMADOR: Brote del centro de la tierra el Yaax Ché, la ceiba verde. Sea el centro de la creación.

DIOS CREADOR: Nazca el inframundo de sus raíces. Llegue hasta el Mitnal, donde se asentará el reino de Ah Puch, Dios de la muerte.

DIOS FORMADOR: Sea dividido el inframundo en nueve infiernos, donde reinarán los nueve señores de la noche, los Bolomtikú.

DIOS CREADOR: Divídase las ramas del Yaax Che, en trece cielos. Reinen ahí los trece señores del cielo, los Oxlahuntikú.

DIOS FORMADOR: He aquí que el primer cielo sea la tierra, la casa del hombre. Al morir subirá al que le corresponda según sus acciones en la tierra.

DIOS CREADOR: ¡Que haya orden, sepárense las aguas de la tierra!

Efecto de agua que corre, choca y se estrella.

DIOS FORMADOR: Fórmense los mares, los ríos, las lagunas, los cenotes, las sartenejas y los ríos subterráneos.

DIOS CREADOR: Crezcan las montañas, los cerros. Desaparezca la neblina de la tierra. Háganse los valles.

DIOS FORMADOR: ¡Que aclare, que amanezca en el cielo y en la tierra!

DIOS CREADOR: Llénese la tierra de todo árbol, de todo fruto, de toda semilla y flor, ¡fructifiquen sobre la tierra!

DIOS FORMADOR: Habiten los peces los mares y los ríos, ¡reprodúzcanse en diversidad en todas las aguas!

DIOS CREADOR: Broten (Efecto de aves y aleteos) todas las aves, cubran los cielos y la tierra, unas con su suave carne, otras con su hermoso plumaje y melodioso trino.

DIOS FORMADOR: ¡Que se llene la tierra de todo tipo de animales! De los que se arrastran y caminan en cuatro patas.

DIOS CREADOR: Cada uno busque su morada, según su condición. Tú venado dormirás en la vega de los ríos y barrancos; los pájaros dormirán sobre los árboles y los bejucos. Así, cada uno de ustedes tenga su morada.

DIOS FORMADOR: ¡Hablen, griten, gorgojen, llamen! Hable cada uno según su especie.

DIOS CREADOR: Digan nuestros nombres, ¡alábennos! Pues somos sus creadores.

DIOS FORMADOR: ¡Los formadores, los progenitores!

Ruido infernal de animales. Los DIOSES levantan la mano y éstos callan.

DIOS CREADOR: No ha sido posible que éstos digan nuestros nombres. Esto no está bien.

DIOS FORMADOR: ¡No habrá gloria, ni grandeza en nuestra creación y formación hasta que exista la criatura humana, el hombre formado!

DIOS CREADOR: ¡Ustedes serán cambiados porque no han podido alabarnos! No aprecian nuestra creación.

DIOS FORMADOR: Hemos de hacer otros seres que nos adoren, que sean obedientes y nos complazcan.

DIOS CREADOR: ¡Acepten su destino! Sus carnes serán trituradas. Se devorarán unos a otros: el más grande comerá al más pequeño y no tendrán paz entre ustedes.

Los animales huyen despavoridos.

DIOS FORMADOR: ¿Cómo haremos para ser invocados, para ser recordados sobre la tierra? Nuestras primeras criaturas no sirvieron.

Música. Los DIOSES bajan a la tierra, caminan pensativos. Uno de ellos se agacha y toca el lodo, lo observa, juega con él.

DIOS FORMADOR: Hagamos al hombre de barro rojo.

Forman un hombre con el lodo rojo. Este intenta levantarse, anda a gatas, rueda por el suelo y desaparece. Los DIOSES lo observan atentamente.

DIOS CREADOR: ¡No está bien, no tiene fuerza ni movimiento y el agua lo deshace!

DIOS FORMADOR: Consultemos con nuestra abuela del día y nuestra abuela de la noche.

Música. Los DIOSES suben al cielo, donde quedan suspendidos. Luz a CHILAM BALAM Y los NIÑOS.

CHILAM BALÁM: Consultaron con nuestros abuelos adivinos, echaron la suerte con el maíz y el Tzité, y tocó en suerte formar al hombre de madera. Y así fue hecho. Estos hablaban, hijos e hijas, pero… no tenían alma ni entendimiento. No se acordaron del corazón del cielo ni del corazón de la tierra, no reconocieron al dios Creador ni al dios Formador. Hablaban al principio, pero su cara estaba enjuta. Sus pies y sus manos no tenían ni humedad ni gordura, sus mejillas estaban secas, secos sus pies y sus manos, y amarillas sus carnes. Estos hombres fueron destruidos de la faz de la tierra. (Pausa.) Luego los dioses creadores hicieron otro ensayo. Crearon al hombre de Tzité y a la mujer de espadaña, pero tampoco resultaron. Estos fueron comidos por los animales y sus cosas de uso cotidiano. Los que querían guarecerse en sus casas morían aplastados por las vigas, pues los dioses mandaron una lluvia de granizo que duró día y noche hasta que oscureció el cielo. Los pocos que se salvaron se convirtieron en monos. (Chillidos de monos.) Entonces crearon al hombre de maíz amarillo y maíz blanco. Así formaron los diosees a los primeros cuatro hombres, de ellos descendemos todos los hombres de la tierra. Así se llamaron: Balám Quitzé, Balám Acab, Macuhutá e Iqui Balám.

Truenos y relámpagos interrumpen al CHILAM BALAM. Luz a los DIOSES. Música de caracoles y tunkules. De los puntos cardinales aparecen cuatro hombres desnudos, pintados de colores blanco y amarillo.

DIOS CREADOR: ¿Qué piensan de la creación, hombres?

DIOS FORMADOR: ¡Miren a su alrededor! Todos los frutos y todas las bestias son para ustedes.

BALAM QUITZE: En verdad les damos las gracias por habernos creado, ¡oh, Dioses, nuestros Padres! (Se arrodilla y besa la tierra.)

BALAM ACAB: ¡Les damos gracias, dos veces, tres veces! (Se arrodilla y besa la tierra.)

MACUHUTA: Hemos sido creados, se nos ha dado una boca y una cara, hablamos, oímos, pensamos y andamos. (Se arrodilla y besa la tierra.) IQUI BALÁM: Sentimos perfectamente y conocemos lo que está cerca y lo que está lejos. (Se arrodilla y besa la tierra.)

Música. Los cuatro hombres recorren la tierra mientras hablan

BALAM QUITZÉ: Vemos bien lo grande y lo pequeño, lo que está en el cielo y lo que está en la tierra.

BALAM ACAB: Les damos gracias por habernos creado. ¡Oh, Creador y Formador! Por habernos dado el ser, ¡oh, abuela nuestra! ¡Oh, nuestro abuelo!

MACUHUTA: ¡Damos gracias, pues vemos el centro de las cosas! Sabemos lo que hay en el centro de la montaña, en el corazón de los árboles.

IQUI BALAM: Entendemos cómo está formada la piedra y conocemos lo que piensan las aves y todos los animales. Todo lo vemos y lo entendemos.

Sube música. Los DIOSES reflexionan.

DIOS CREADOR: No está bien lo que dicen estas criaturas. Todo lo saben, lo grande y lo pequeño, ¿qué haremos ahora con ellos?

DIOS FORMADOR: No deben igualarse a nosotros.

BALAM QUITZE: (Orgulloso.) Podemos ver los cuatro rincones de la tierra desde donde estamos.

BALAM ACAB: (Orgulloso.) Contemplamos lo que hay en la bóveda del cielo y en la faz de la tierra.

DIOS CREADOR: Realmente son iguales a nosotros.

DIOS FORMADOR: ¡Ustedes son nuestra creación y nos deben obediencia!

MACUHUTA: Así es, nosotros somos los hijos.

DIOS CREADOR: Duérmanse ahora. Descanse nuestra creación.

IQUI BALÁM: Así obedecemos padres.

Los cuatro se tienden a dormir.

DIOS FORMADOR: ¿Qué haremos ahora con ellos?

DIOS CREADOR: Que su vista sólo alcance lo que está cerca. Que sólo vean un poco de la faz de la tierra.

DIOS FORMADOR: Que su naturaleza sea sencilla y noble.

DIOS CREADOR: Sólo comprendan lo que vean, no se igualen a los dioses, aunque sean hechuras nuestras.

DIOS FORMADOR: Frenemos un poco su deseo, pues no está bien lo que vemos.

DIOS CREADOR: Soplemos y echemos un vaho a sus ojos, para que sólo vean lo necesario.

DIOS FORMADOR: ¡Háganse hombres sencillos que nos adoren!

DIOS CREADOR: ¡Que nos sepan respetar! ¡Tengan miedo de la oscuridad y del cielo!

DIOS FORMADOR: Que esta especie humana que es inteligente tenga sacerdotes que conozcan las comidas y los ritos para adorar a los dioses. Ellos y sólo ellos, los iniciados, conocerán la cara del corazón del cielo y el corazón de la tierra.

DIOS CREADOR: Todos los demás, serán hombres comunes, hombres vulgares. Durante veinte generaciones, los primogénitos de estos cuatro serán los sacerdotes, los sacrificadores.

DIOS FORMADOR: Cuando despierten no recordarán nuestro rostro.

DIOS CREADOR: Nuestro nombre será innombrable para ellos.

DIOS FORMADOR: Sólo sabrán que existe el Corazón del Cielo y el Corazón de la Tierra.

DIOS CREADOR: Seremos un misterio para sus ojos y nos tendrán miedo. No es bueno que el hombre conozca el rostro de sus dioses.

Baja un vaho del cielo que cubre todo el escenario. Música. Los DIOSES soplan y el vaho desaparece.

DIOS FORMADOR: Verdaderamente nuestra creación es hermosa.

DIOS CREADOR: ¡Que el hombre domine sobre la tierra!

DIOS FORMADOR: Con respeto ejercerá poder sobre sus hermanos, los animales y las plantas, porque todo proviene de nosotros.

DIOS CREADOR: Estos hombres están solos. Démosles hembras para que reproduzcan su simiente.

DIOS FORMADOR: Que sus descendientes sean hermosos. Llenos de sangre, de carnes y gordura. Que sean agradables a los ojos. Siempre hermosos.

DIOSES CREADOR Y FORMADOR: ¡Así termina nuestra creación! ¡Así se hará en la tierra! ¡Por fin, seremos adorados!

Música. Efectos de viento y relámpagos. Los DIOSES desaparecen. Los cuatro hombres siguen dormidos. Luz tenue a CHILAM BALAM. Durante su texto, aparecen cuatro mujeres desnudas y se acuestan al lado de los hombres, vienen del mismo color de ellos.

CHILAM BALAM: Los dioses crearon cuatro hermosas hembras, llenas de carnes, no flacas, portentosas, con el vientre ávido. Las colocaron junto a los hombres. Al despertar, contemplaron a las mujeres y se regocijaron.

Música, Luz roja. Los hombres se levantan y contemplan a las mujeres a su lado. Caminan alrededor de ellas. Las despiertan. Ellas se levantan y sorprenden a los hombres que las miran extasiados. Las toman de la cintura y salen cada uno por un punto cardinal. Luz a CHILAM BALAM y los NIÑOS.

CHILAM BALAM: Fue así como nos multiplicamos y poblamos todos los rincones de la tierra, por sus cuatro rincones.

NIÑO 2: Tú conoces la ciencia, los misterios de la creación, por eso eres mago Balám.

NIÑO 1: Tú eres sabio abuelo.

NIÑO 3: ¡Me confundes! ¡Me parece que mientes! (Tomando su lanza.) Si has de enseñarnos con mentiras, ¡he de matarte!

CHILAM BALÁM: (Sereno.) Tienes el genio de los Cocom, pequeño príncipe. ¿Por qué crees que digo mentiras?

NIÑO 3: Tú puedes engañarlos a ellos porque son pequeños, no hablaban con mi padre antes de la llegada de los barbados. Pero yo soy Príncipe Primogénito. Me sentaba frente a él y me instruía en las cosas del Halach Uinic.

CHILAM BALÁM: Serás un glorioso heredero. Guarda tu lanza. Un Príncipe no amenaza a su Chilám Balám. Le pide pruebas y si éste no puede darlas, o las que da no complacen a su Príncipe, se marcha del pueblo si desea. Pero, no nos amenazan de muerte a nosotros los magos. (Pausa.) Si me matas, me convertiré en jaguar y te comeré las entrañas.

NIÑO 2: ¿Será posible que un Chilám Balám de la familia de los Itzáes y un Príncipe heredero de los Cocom rompan su palabra, su juramento de hace unas horas? ¿Cómo nos vengaremos de los barbados, si no nos unimos?

NIÑO 3: ¡Calla hermanito! Mi Halach Uinic me enseñó que nuestro Dios Fundador es Hunab Hu, Dios único e invisible, Dios Creador. Su hijo es Itzamná, nuestro primer sacerdote, nuestro Dios Instructor que bajó a la tierra.

CHILAM BALAM: Los dioses te acompañen y hagan florecer tu sabiduría e inteligencia, noble Príncipe Cocom, mi señor de la estera heredable. Siéntate y escucha. Tu padre no te mintió ni yo te miento. Los dioses guarden tu memoria para que no olvides la primera relación. Esa es la historia primigenia. Tu padre te contaba la segunda relación, cuando bajó Itzamná, hijo de nuestro dios Hunab Hu, el Creador, el Invisible. Oye pues, esta segunda relación. Aviven el fuego de la hoguera. (Música) Cuando nos multiplicamos y crecimos en cantidad, crecieron las familias y las castas con muchos herederos, entonces se conoció la guerra y nos matábamos en grandes cantidades, se cogían prisioneros para sacrificio. Unos adoraban más a Tepeu, otros a Gucumatz y muchos adoraban a Ah Puch, dios de la guerra, hasta Ek Chuah, dios del comercio, era tenido por un dios Creador. Y así, cada familia y cada casta escogió a su dios y lo hizo principal. Viendo los dioses, Creador y Formador, que esto no era correcto, mandaron que bajara Huracán, quien, con su estornudo, quebró los árboles y barrió las casas como si fueran hojarasca. (Efecto de huracán. Pausa) Sólo una casta sacerdotal se salvó. La única fiel. la que sabía quiénes eran los innombrables y conocían la jerarquía de los dioses. Entre ellos, sin saber cómo nació, andaba Itzamná, y fue quien los sacó de la tierra madre y los llevó a la tierra virgen. Ahí les enseñó e instruyó que los hombres podían nombrar a los innombrables como Hunab Hu. Esto lo hizo para que no haya divisiones entre los hombres. Itzamná vivió muchos Katunes entre los hombres, siempre joven y vigoroso, Un día reunió a las principales castas sacerdotales y Halach Uiniques y les dijo que era tiempo de regresar a la casa de su padre. Tomó su arco y su flecha, danzó y dijo. -Hoy tendré que buscar mi sustento. Iré aquí cerca a cazar. No echen al vacío mis enseñanzas, algún día regresaré-. Y partió. Aunque quisieron seguirlo, lo prohibió. Unos muchachos traviesos que fueron a acecharlo regresaron temblando con calentura. Ellos dijeron que se despojó de sus vestiduras y desapareció. Fue el llanto y el dolor en todas las casas y en todas las familias. Fue el lamento de las castas sacerdotales. Era el medio día cuando llegaron los muchachos y fue cuando la gente vio que el sol tenía una corola roja y pensaron que era señal de Itzamná que había llegado a la casa de su padre.

NIÑO 3: Y no dicen que su cuerpo está enterrado en Itzmal? ¿Ahi donde desciende el rocío?

CHILAM BALAM: Muchos años después, unos sacerdotes contaron la leyenda de que ahí fueron enterrados su cabeza y sus pies y que al enterrar esas partes surgió un prodigio: crecieron unos cerros donde todas las mañanas baja el rocío que cubre toda la ciudad. Esto fue tomado por prodigio de Itzamná. El populacho ha creado leyendas tan diversas e inverosímiles que todos andan confundidos. Los Chilám Balám sabemos que Itzamná se fue al cielo.

NIÑO 3: Quiero que olvides el coraje que me hiciste pasar. No me guardes rencor, porque en estos tiempos de confusión nuestro corazón está alterado, no piensa igual.

NIÑO 2: Abuelo, ¿por qué adoramos a Kukulkán y lo nombramos como primer sacerdote en nuestras oraciones? ¿No dices que Itzamná fue el primero?

CHILAM BALAM: Kukulkán, la Serpiente Emplumada, bajó a la tierra en la tercera relación. Después de la partida de Itzamná, pasaron muchos cientos de años. Los hombres se dispersaron por toda la tierra; supimos de los reinos de los Nahoas, que había gente más allá de los cerros, porque ellos vivían rodeados de cerros y tenían otros dioses. Por el sur, supimos de otros reinos y otros dioses. Así comprobaron los hombres que la tierra estaba rodeada de agua: por el poniente y por el oriente había mar; y si caminas hacia el norte o hacia el sur… llegas a regiones heladas, donde el hombre no puede vivir.

Compilación de Fernando Muñoz Castillo

Continuará la próxima semana…

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