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¡Hasta Luego, Canadá!

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Perspectiva Desde California

En mi último día de trabajo, Canadá me despidió con una tormenta de nieve que duró aún 48 horas después de esta foto tomada en Long Sault.

XLVII

Por decisiones de negocios –que a mi juicio fueron hechas sobre las rodillas, a partir de premisas formuladas por personas sin adecuada preparación, y con expectativas fuera de la realidad que será imposible se cumplan como fueron originalmente planteadas– las actividades de la planta en Morrisburg cesarán a finales de febrero de este año.

Ante la inevitable cancelación de mi centro de trabajo, cuando me fue anunciada la decisión en noviembre de 2021, mi pensamiento inicial fue buscar un trabajo que me permitiera continuar en Canadá, aunque fuera con un menor salario, y así seguir abonando a mi eventual residencia permanente en ese país.

Mi permiso temporal de trabajo me cubriría hasta mayo de este incipiente año, por lo que tendría casi tres meses para encontrar una empresa canadiense que estuviera dispuesta a aprovechar mi disposición a trabajar y mi experiencia, aunque fuera con un menor salario, a cambio de extenderme un nuevo permiso.

El plan, a mi parecer, era bueno…pero Dios decidió otra cosa: me fue ofrecida una posición en otra empresa en el Corporativo, en California, Estados Unidos y, puesto que aún no estoy en condiciones económicas de retirarme a disfrutar los frutos de mi trabajo, lo acepté: elegí seguridad laboral.

Desde la semana anterior, después de peripecias relacionadas con la indispensable visa de trabajo para Estados Unidos, y la mudanza de mi menaje canadiense y de mi coche, estoy en Thousand Oaks, California, nuevamente encargado de enderezar las actividades de un sistema de Calidad.

En futuras aportaciones compartiré mis impresiones sobre mi nueva “patria chica”. Al mismo tiempo, aún me quedan muchas historias de Canadá en el tintero, así que las iré intercalando como la musa me vaya indicando.

En Long Sault, Ontario, en Canadá, donde viví los últimos tres años, la nieve ha caído abundantemente, ha habido un par de tormentas invernales, y francamente extraño mi vida ahí. Siendo originario de los trópicos, muchos se sorprenderán con lo anterior, pero es cierto: no solo extraño la nieve, extraño a la gente, los paisajes, la Naturaleza, y la tranquilidad que rodea toda esa zona.

Amistades ¡y mi coche! quedaron en espera de mi eventual retorno. Los recuerdos viajan conmigo.

Antes de que apareciera la oferta que me trajo a California, tuve la oportunidad de monitorear el mercado laboral canadiense. Hay abundantes ofertas relativas al campo de trabajo en que me he desarrollado desde hace tres décadas.

Pero…

Canadá sufre de una insuficiencia de mano de obra calificada que, aunada a la negativa de sus jóvenes a prepararse académicamente más allá de la preparatoria, tiene visos de problema mayor en unos cuantos años.

Por si fuera poco, la edad promedio de la actual clase trabajadora se acerca a la del retiro, con lo cual las reservas de mano de obra menguan aún más.

El país ha elegido apostar por la juventud, pero de otros países: dentro de su sistema de inmigración exprés, tiene mucho más puntaje y posibilidad de ser elegido un joven extranjero que un extranjero con experiencia, que además pudiera fungir como capacitador. Los conocimientos, en resumen, no reciben la misma atención que la juventud. Me consta.

Pero eso no es lo único: desde el punto de vista económico, genera mayores ingresos e impuestos un profesional que gana un buen salario que un joven sin experiencia a quien se le pagará mucho menos precisamente por estas características.

Tal vez la mejor opción para el futuro laboral de Canadá fuera abrir la migración a una adecuada combinación de experiencia y juventud, a sabiendas que una no conlleva la otra, pero no es en este momento esa la estrategia.

Esta es mi única queja sobre ese hermoso país: a pesar de mi mejor disposición, de haber generado abundantes impuestos asociados a mi trabajo y a mis consumos, no fue en absoluto amigable o receptivo a mis solicitudes oficiales de quedarme, ni a nivel federal ni a nivel provincial.

A pesar de todo, como MacArthur dijo al abandonar momentáneamente el escenario del Pacífico durante la segunda guerra mundial: “Regresaré”, pues me encantaría retirarme a vivir en Canadá, pasando mi tiempo entre mi Yucatán y ese país que me ha resultado inolvidable.

Amén.

S. Alvarado D.

sergio.alvarado.diaz@hotmail.com

 

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