Sin Novedad en el Frente
El cine bélico siempre intenta retratar el drama que enfrentan los protagonistas, siendo una de sus máximas virtudes. La profundidad que los realizadores logran imprimir en sus propuestas denuncia lo absurdo que resultan las matanzas entre hermanos. Esto, aunado por supuesto a la calidad técnica, permite que producciones de este género se conviertan en filmes clásicos .
Para que una película de este tipo se convierta en imprescindible deben darse varios factores, entre ellos que su historia tenga lugar en un momento histórico importante, que presente alguna batalla determinante, o bien, se centre en algún escenario espectacular con cientos e incluso miles de combatientes. Casi todas las películas de guerra que están en la cima como clásicos recrean conflictos bélicos reales, batallas que han definido el cambio de sociedades.
Todo esto viene a colación porque quedé impactado con la más reciente versión de “Sin novedad en el frente”, coproducción alemana-norteamericana dirigida por Edward Berger, producción de 2022, de 147 minutos de duración, con las actuaciones de Felix Kammerer, Albrecht Schuch y Aaron Hilmer, disponible en la plataforma de Netflix.
Narra la historia del cadete alemán Paul, joven soldado alemán en el frente occidental durante la Primera Guerra Mundial. El protagonista descubre que nada sobre la guerra resulta ser como se la imaginaba. De hecho, creo que el gran acierto de este realizador es haber sido capaz de remarcar los contrastes entre la felicidad que jóvenes alemanes demuestran al momento de enlistarse, recibir sus armas y uniformes, cantando a coro mientras marchan hacia el frente, con la crudeza extrema que los recibe en las trincheras. Este golpe de realidad tan contundente es el que nos eriza la piel, pues el filme logra hacernos sentir parte del pelotón en el que nuestro protagonista cumple órdenes.
La transformación que Paul va sufriendo conforme los acontecimientos se precipitan es evidente, subsistir cagado de miedo ante las bombas constantes, la angustia permanente ante decisiones absurdas de sus superiores (que solo aumentan la pila de cadáveres de conocidos y amigos), afecta irremediablemente a alguien que seguramente era una buena persona pero que, atrapado en aquel caos de sangre, va perdiendo su humanismo, convirtiéndose en una máquina que mata para sobrevivir.
La metamorfosis del sufrido recluta germano la sufrimos como audiencia. Nos resulta imposible no sentir empatía y lástima por aquel ser que, tras dos años de constante sufrimiento, al final de la guerra adopta las características de un autómata que obedece órdenes sin chistar, aunque eso signifique enfrentar un final indescriptible.
Las escenas de guerra son brutales, los efectos visuales son espectaculares, es sobresaliente la optimización de recursos, del sonido, el ritmo de los diálogos. No por nada “Sin Novedad en el frente” es la representante alemana al Oscar a mejor película internacional.
Para quienes somos padres, tan solo imaginar que nuestros hijos de esa edad tuvieran que experimentar aquellas atrocidades nos hace palidecer, es una sensación horrible que logra transmitir esta película.
“Sin Novedad en el frente” merece estar junto a otros grandes filmes como “El puente sobre el río Kwai” de David Lean, “Pelotón” de Oliver Stone, “Apocalipsis Ahora” de Francis Ford Coppola, “Rescatando al soldado Ryan” de Steven Spielberg, “El Francotirador” de Michael Cimino, “El Submarino” de Wolfgang Petersen y “Full Metal Jacket” de Stanley Kubrick, por mencionar algunas de las más importantes.
RICARDO PAT