Editorial
En este mundo convulso por las acciones y decisiones políticas de gobiernos que manejan el poder desde sus espacios físicos y políticos, la humanidad ha dejado mínimos espacios de nuestras intimidades, para promover el enaltecimiento de personajes que, desde el arte y la cultura, con su personalidad y/o calidad interpretativa, atenúan las tensiones individuales de millones de sufrientes ciudadanos del mundo.
Ese fue el caso de Pablo Milanés, cantautor cubano cuya creatividad y sentimiento unidos han sido un remanso de paz sentimental para millones de ciudadanos de su país, Cuba, y del mundo.
La música de Pablo, sus canciones, surgidas de su mente creativa, fueron desde siempre la carta de presentación del sentimiento romántico de un pueblo hermano, territorio explotado y apetecido por grandes intereses económicos de una potencia mundial que vio a este país hermano como el patio trasero de su vida disipada, viciosa, útil para los fines de enriquecimiento ilícito dentro del esquema de su capitalismo salvaje que sirvió a sus fines perversos por muchas generaciones.
Esos capitalistas aventureros olvidaron el gran espíritu de lucha de ese pueblo hermano, del vigor de sus raíces caribeñas y sus grandes valores culturales.
Durante nuestra época formativa profesional en terrenos universitarios yucatecos nos vinculamos generacionalmente a la lucha del pueblo hermano por lograr autonomía política y su independencia económica. Nuestros periódicos juveniles proclamaron nuestra solidaridad con ese pueblo hermano.
Desde eso supimos del coraje y la vocación de libertad de un pueblo considerado entonces únicamente como el patio trasero de una potencia mundial, explotada por la economía y la ruta política de su exigente vecino incómodo.
Los orígenes socialistas de nuestra Alma Mater, desde su fundación, fueron un firme enlace ideológico desde esos tiempos estudiantiles universitarios con aquella lucha del pueblo cubano por su independencia del colonialismo imperante.
Desde esas fechas, Cuba era un faro cultural en América sin que brillasen sus valores propios, a pesar de lo cual muchos personajes de las letras, la música, la ciencia lograron descollar y hacer trascendentes sus acciones en bien de la humanidad.
Por esas fechas de nuestra vida estudiantil universitaria ya se reconocía el liderazgo ganado a pulso en América por los creadores e intérpretes de las actividades artísticas cubanas.
Pablo Milanés se forjó en ese ambiente de rescate de valores autóctonos cubanos dejando a lo largo de su fructífera existencia testimonios que le acumularon un reconocimiento mundial a su trayectoria artística.
Solo una enfermedad severa ha podido separarlo de su protagonismo musical. Con su tributo a la Madre Tierra pone punto final a su fructífera existencia.
Después de la tarea musical cumplida, ha partido por estas fechas a reunirse en el Parnaso de la cultura cubana con los innumerables valores que lo precedieron.
Mas su voz y su música, para bien nuestro, continuarán flotando sobre América y el mundo.
¡¡Buen viaje, querido Pablo!!