Perspectiva – Desde Canadá
XLVI
Hacía un buen de semanas que no me daba el tiempo de escribir esta columna. Los que sí saben de esto saben que escribir implica disciplina, que el papel y las letras exigen pleitesía.
En mi caso, un poco entre el turbulento mundo laboral en que he estado sumergido desde noviembre del año pasado –que se va a poner mucho más divertido a partir de la próxima semana gracias a nuevas responsabilidades que me fueron asignadas–, y otro poco tratando de disfrutar hasta el máximo mi estancia en este bello país, he asumido más el rol de observador que de cronista.
Sin embargo, las ideas, el mundo, y los acontecimientos que observo ameritan registro, por lo que retomo la pluma virtual…
Imposible quedarse callado ante las continuas metidas de pata y exhibiciones de patologías mentales del mal llamado presidente de todos los mexicanos. Un día sí y otro también denuesta a todos los que osan llamar la atención sobre su pobre y pírrica administración, exhibiendo su pobreza de argumentos y datos duros que soporten la grandeza que pretende vendernos con palabras. El líder y su desnudez cada vez son más evidentes. La opacidad es su carta de presentación.
Mientras el presidente vive sus sueños de opio, revistiéndolos de odio y división, la inseguridad y la violencia cabalgan desbocadas.
¿A alguno de nosotros le parece “normal” la escalada de evidencias en video que demuestran no solo la barbarie de las ejecuciones, los enfrentamientos que ahora son con armas de alto calibre, y la inoperancia y humillación de las fuerzas armadas mexicanas por estos grupos criminales a los que ha cedido la plaza –el país– el gobierno de México?
Tengo hijos que se están integrando a la arena laboral, otros que llevan pocos años en ella. Cuando pienso en su futuro en México, rodeados de los políticos actuales (no importan los colores, todos son malísimos, comenzando con el que está en el poder), de los criminales de cuello blanco y de los mercaderes de violencia, me preocupo. No es el México que deseo para ellos.
Luego paseo la mirada por el mundo…
La invasión rusa a Ucrania no ha finalizado. La fortaleza moral de todos los ucranianos, en particular reflejada en sus tropas, ha permitido reconquistar territorios ocupados por las tropas rusas; ahí, la huella de la barbarie rusa se ha hecho evidente en fosas ocupadas por cadáveres, en la destrucción de edificios donde vivían civiles.
El encono del otro megalomaníaco, el presidente ruso Putin, aumenta al igual que sus amenazas de usar armas nucleares. Ante las derrotas que le ha infligido el ejército ucraniano, ha forzado a los jóvenes rusos a enlistarse en sus fuerzas armadas, lo que ha sido recibido con evidentes manifestaciones de repudio.
Putin, en su locura, ahora solo posee la fuerza de las armas de destrucción masiva para conseguir aquello que pensó no le costaría mucho. Penosamente, esta campaña militar lo ha terminado de evidenciar no solo como mal estratega, sino también como un tipo anclado en el pasado “glorioso” de la Unión Soviética, aquel en el que sus ciudadanos agachaban la cabeza en sumisión ante lo que mandaban los líderes, puesto que la alternativa representaba la muerte.
Tan mal dirigente el ruso como el mexicano, ambos se rehúsan a cambiar sus fallidas estrategias, apostando a que el statu quo les permita salirse con la suya.
En el caso del mexicano, es vergonzoso que continúe apostando a la ignorancia y pobreza cultural que abunda en nuestro país. Regalar dinero, que eso hace, en vez de sembrar para el futuro a través del impulso a las instituciones educativas y de salud, a la generación de fuentes de trabajo con salarios dignos, lo presentan como un ser ruin, no como un estadista.
Mi padre siempre nos dijo a mis hermanos y a mí que siempre era mejor enseñar a alguien cómo pescar que regalarle pescado. Nuestro presidente es malísimo en eso de educar y enseñar para bien…y le vale.
Regreso a la mirada mundial: todo lo que el presidente mexicano está haciendo tan mal, todo lo malo que sucede en este mundo, todo puede desaparecer en unos cuantos minutos si el otro ignorante y enfermo mental decide usar un arma nuclear, desencadenando la Tercera Guerra Mundial.
Desde esta perspectiva, el futuro no pinta nada bien cuando tanto depende de seres de tan pequeña estatura moral y de miras tan cortas.
Es tiempo de cambiar la narrativa y reemplazar a estos pequeños personajes por gente mejor. Elijamos a los que sean competentes, a aquellos cuyo historial evidencie sus logros.
S. Alvarado D.