Inicio Cultura La Alquimia, ¿ciencia o brujería?

La Alquimia, ¿ciencia o brujería?

13
0

Esoterismo

Los primeros registros sobre fórmulas y escritos de la alquimia se pueden ver en los jeroglíficos egipcios, estudiados tanto por los romanos como los griegos, descubriendo ambos la llamada “Piedra Filosofal”, el símbolo central de la terminología mística de la alquimia, que hasta el día de hoy sigue siendo un misterio.

Dicha Piedra es una sustancia alquímica legendaria capaz de convertir los metales básicos, como el plomo, en oro o plata. También se creía que era un elixir de la vida, útil para el rejuvenecimiento y, posiblemente, para lograr la inmortalidad. Sin embargo, traducir miles de fórmulas como conjuros convertirían a la alquimia en un acto de brujería, ya que es una antigua práctica protocientífica y una disciplina filosófica que combina elementos de la química, la metalurgia, la física, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte.

La alquimia fue practicada en Mesopotamia, el Antiguo Egipto, Persia, la India y China, en la Antigua Grecia y el Imperio romano, en el Imperio islámico, y después en Europa hasta el siglo XVIII, en una compleja red de escuelas y sistemas filosóficos que abarca al menos 2500 años.

En el griego es donde se encuentra el origen etimológico del término alquimia, en el vocablo chemia, que puede definirse como “mezcla de líquidos”. De la citada palabra se partió para luego crear alquimia, establecida por los árabes que fueron los que crearon el término alkímya.

También se puede definir como una creencia esotérica que está vinculada a la transmutación de la materia. Las prácticas y experiencias de la alquimia fueron clave en el desarrollo original de la química, mientras los alquimistas buscaban la piedra filosofal para transformar cualquier metal en oro. Existen dos tipos de piedra: la roja, capaz de transmutar metales innobles en oro, y la blanca, cuyo uso transforma dichos metales innobles en plata. La roja se obtiene empleando la Vía Seca; la blanca a través de la Vía Húmeda; en ambos casos, el elemento de partida es la pirita de hierro.

Sus orígenes yacen en una antigua teoría alquímica surgida cuando Aristóteles propuso analizar los elementos atendiendo a sus cuatro «cualidades básicas»: calor, frío, sequedad y humedad. El fuego sería caliente y seco, la tierra fría y seca, el agua fría y húmeda, y el aire caliente y húmedo. Más aún, la teoría propone que cada metal es una combinación de los cuatro principios. Después llegaron a la conclusión de que los elementos eran azufre, plomo y oro.

La piedra filosofal, o elíxir de la vida, era algo ansiosamente buscado y codiciado porque se le suponían virtudes maravillosas: no sólo la de conseguir oro, sino la de curar algunas enfermedades y otorgar la inmortalidad.

Para la fabricación de oro se buscaba un material que facilitase la mezcla de mercurio y azufre. A partir de esa mezcla hallarían el noble metal. Una característica del oro es que se oxida más lentamente que otros metales, es decir, el oro es «inmortal»; por lo tanto, si descubrían cómo formar oro a partir de otros elementos, tal vez podrían hacer que el pobre cuerpo mortal se volviera inmortal.

Otra leyenda afirma que la persona que la posee puede transmutar todo tipo de objetos en oro, pero su uso constante hace que poco a poco la persona que la use vaya, casi sin advertirlo, convirtiéndose en oro. Esto sería un castigo al abuso de los poderes de la piedra, y a la codicia de la persona.

Las características físicas de la piedra filosofal también varían según diversas fuentes, generalmente se la presenta como materiales minerales amorfos o cristalinos de diversos colores. Se menciona la posibilidad de que la piedra filosofal en sí misma sea un gas, «nube de electrones», plasma o cuerpo similar no sólido, que tiene la propiedad de penetrar el vidrio u otros cuerpos cristalinos y quedar almacenada allí. En forma estable puede llevarse fuera del laboratorio y activarse luego con fuego para usarse cuando sea necesario.

Durante siglos, alquimistas buscaron un elixir que hiciera a las personas inmortales, o una sustancia para convertir los metales en oro. No lograron esos milagros, pero sí sustancias y mezclas como el amoníaco y el ácido sulfúrico. A quienes practicaban estas artes se les acusaba de brujería y se les perseguía. Por eso, ocultaban sus apuntes y se comunicaban entre ellos mediante notas escritas con tinta invisible.

A diferencia de la alquimia, la magia es un medio sobrenatural para influir sobre el entorno y la práctica ritual más antigua de la humanidad. Hay quienes afirman que sus secretos y resultados los escribieron mediante conjuros y símbolos que solo ellos conocían. Se puede concluir que la Hechicería y brujería son términos generales para una colección de prácticas mágicas que en algún momento incluyeron la alquimia. Otros tipos de brujería incluían Adivinación, Hechizos y Evocación. Es importante recordar que todos estos fueron alguna vez, algunos todavía lo son, considerados completamente reales y legítimos.

La brujería era la magia que practicaba la gente pobre y que no tenía recursos. Más bien consistía en la realización de amuletos para combatir el mal de ojo o para garantizar la buena fortuna. Los brujos o brujas también se dedicaban a elaborar pociones o remedios caseros para ayudar a la gente con sus enfermedades. Todo esto cambió en el momento en que entró el cristianismo: la magia blanca y la adoración por la Diosa fue considerado un peligro, por lo que acabó prohibiéndola y acusando a sus practicantes de herejes. Las oraciones ceremonias y culto a los santos son una especie de brujería enseñada por la misma iglesia, así lo menciona San Cipriano, el único brujo que fue Santo reconocido por la iglesia.

LUIS IZQUIERDO

izquierdo0757@gmail.com

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.