Crónicas Mundialistas
La creación de los campeonatos mundiales de fútbol requirió de una labor titánica del francés Jules Rimet y el holandés Charles W. Hirschmann, dos personajes que deben ser considerados como los auténticos padres de estas competencias. El primero es mencionado como mera referencia histórica, mientras que el segundo ni siquiera aparece en las publicaciones actuales, algo injusto, porque la labor, esfuerzo y persistencia del dúo hizo posible el nacimiento de esta fiesta que todos disfrutamos hasta la actualidad.
Los primeros registros de encuentros internacionales amistosos datan de 1898. Para llevarlos a cabo se requería de una constante correspondencia para fijar lugar y fecha de los partidos. Esto propició la necesidad de crear un reglamento debidamente establecido, surgiendo la idea de dar vida a un organismo permanente.
De la Asociación holandesa surgió Charles W. Hirschmann, quien comenzó las relaciones internacionales en busca de intercambios futboleros y tomó la iniciativa de redactar el primer proyecto de Estatuto Internacional. El 21 de mayo de 1904 nació la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), conformada por siete asociaciones: Francia, Bélgica, Dinamarca, Holanda, España, Suecia y Suiza.
En su primera reunión quedó determinado que solamente la FIFA tendría el derecho de organizar un campeonato internacional. El primer presidente fue el francés Roberto Guerin y Hirschmann fue nombrado secretario. Se acordó celebrar de inmediato el primer Campeonato Mundial, iniciando gestiones para efectuarlo en 1905 en París.
Pasarían 25 años para realizar el primer campeonato mundial de fútbol. Los principales obstáculos eran los gastos de organización.
Para 1905 se sumaron a la FIFA Alemania, Austria, Inglaterra, Italia y Hungría.
En 1906, se nombró un nuevo presidente, el inglés Daniel B. Woolfall, y un nuevo comité organizador, pero tampoco ocurrió nada.
Hasta 1914, en el Congreso de Cristanía (hoy Oslo), surge una figura clave: el francés Jules Rimet, delegado de su asociación. En esa ocasión fue planteada nuevamente la cuestión del torneo, incluso Hirchsmann propuso reconocer el torneo olímpico como un campeonato mundial, pero surgieron discrepancias que impidieron llevar a cabo la sugerencia.
La Primera Guerra Mundial estancó todo: de 1914 a 1918 se redujeron las relaciones y contactos de la FIFA a causa del conflicto bélico. El presidente Woolfall falleció en 1918, dejando vacante el cargo; el holandés Charles W. Hirschmann nunca dejó de atender la Secretaría de la FIFA, por lo que recibió de la Asociación francesa una carta firmada por Jules Rimet, en la que le señalaba la urgencia de reiniciar su misión de enlace del futbol mundial.
Hubo infructuosas reuniones en 1919 en Bruselas, y en 1920 en Amberes, donde fue electo presidente Jules Rimet, el danés Oestrus como vicepresidente, y el incansable precursor, el holandés Hirschmann, fue mantenido como secretario general. La FIFA se hallaba a partir del 1 de enero de 1921 en situación de reemprender su actividad. Retomaron la idea de crear un Campeonato del Mundo, organizado por la FIFA y abierto en toda su expresión a las Asociaciones Mundiales afiliadas.
El futbol crecía en todos sus órdenes, pero la pretensión que el Campeonato Mundial fuese un beneficio asegurado solo podía ser posible reembolsando íntegramente a los equipos participantes sus gastos por viaje y estancia.
La gran final de fútbol de los juegos Olímpicos celebrado en Paris en 1924, entre Suiza y Uruguay resultó sensacional, terminando con victoria sudamericana. Ciertamente la asombrosa hazaña de sus futbolistas acrecentó su notoriedad en Francia y en el mundo entero.
En 1925, el azar del destino hizo tropezar en Ginebra a Rimet con el uruguayo Enrique Buero, que ostentaba el cargo de ministro de su país en Bruselas. Don Enrique había estado en el partido en el que la selección olímpica de Uruguay había ganado a Suiza un año antes y recordaba con entusiasmo aquellos momentos.
Rimet compartió con él la idea de la realización de una Copa Mundial de futbol, el ministro dio al francés bastantes posibilidades de que la Asociación Uruguaya, si era requerida para ello, aceptaría la organización del primer torneo mundial, tomando a su cargo los gastos de viaje y estancia de los equipos que acudieran.
La Copa del Mundo, al fin, había nacido de ese fortuito encuentro, que el gran Jules calificó de providencial.
La FIFA nombró una comisión para la eventual organización de un campeonato del Mundo. El 9 de febrero de 1927, en Zurich, el Comité Ejecutivo señaló que se inclinaba hacia una competición a celebrarse en 1930 por un país designado por la FIFA, abierta a los equipos de cada Asociación o Federación Nacional. En el congreso celebrado el 12 de febrero de 1928 en Colonia se aprobó que se efectuara una Copa del Mundo. El 8 de septiembre de 1928 en Zurich, fue redactada la resolución definitiva que regiría el primer Mundial de Futbol; señalaba que la FIFA organizara cada cuatro años, por vez primera en 1930, una competición denominada “Copa del Mundo”.
Los días 17 y 18 de mayo de 1929, en Barcelona, se celebró el Congreso en donde se determinó que el país organizador debe tomar a su cargo todos los gastos de desplazamiento y estancia de los árbitros y de los miembros de la Comisión Organizadora; los gastos de desplazamiento y estancia de los equipos participantes.
Cuatro países fueron candidatos para ser la primera sede mundialista: Uruguay, Hungría, Italia y España, siendo Uruguay la elegida.
Jules Rimet en su calidad de presidente de la FIFA declaró que, siendo el único candidato, se proclamaba a la Asociación Uruguaya como organizadora en 1930 del Primer Mundial de Fútbol.
RICARDO PAT