Opinión
Edgar Rodríguez Cimé
Durante 20 años, he venido impartiendo –en Por Esto, Diario del Sureste y Novedades Milenio– una especie de seminario sobre dignidad maya como valor inherente del ser humano; al mismo tiempo, por el honor adquirido, he publicado notas sobre nuestra cultura materna, considerada en Europa, por sus inventos y pensamiento holístico, una de las seis cunas de la Humanidad.
Me lo propuse porque la población humilde de Yucatán vive una realidad surrealista: descendiente de una alta civilización antigua, hoy continúa siendo explotada, despojada de sus tierras, maltratados y menospreciados como Nación Maya por los dzulo´ob (criollos, mestizos y mayas caciques, como el candidato de Morena en Ticul: Everth Dzib).
Utilizando el descubrimiento del cero como abstracción matemática, potenció sus estudios del Tiempo, dando como resultado dos maravillas de la ciencia: un calendario civil perfecto (el actual debe ajustarse cada cuatro años por un desfase de 6 horas cada año), y la maravillosa Cuenta Larga, de 5,126 años, periodo que tarda nuestra galaxia en alinearse en el universo como al principio del Big Bang.
De las seis grandes civilizaciones antiguas –Mesopotamia, India, China y Egipto, en Asia; y los quechúas, en los Andes, más el imperio maya, en América–, solamente dos de ellas consiguieron descubrir el cero: la maya y la hindú, 600 años después, dando un impulso grandioso a sus matemáticas y su astronomía.
De la antigua civilización maya descendemos los humildes de la península en Campeche, Quintana Roo y Yucatán. Venimos de grandes hombres que construyeron grandes civilizaciones cuyos descubrimientos son confirmados por la ciencia moderna: la materia oscura, la importancia del equilibrio ecológico para la sobrevivencia de la especie, la forma elíptica del tiempo.
Por supuesto, sabiendo que venimos de antepasados de grandes civilizaciones quién no se va a sentir orgulloso, como me sucedió cuando me enteré de las maravillas creadas por los antiguos abuelos. ¡Qué griegos o qué egipcios! No necesitamos envidiar a otros grandes pueblos sus logros científicos y artísticos, sino enterarnos y reconocernos en las grandezas de nuestros antepasados mayas.
Con los grandes adelantos de la civilización maya antigua, y los avances contemporáneos en la ciencia y el arte –artistas mayas son contratados por directores de cine europeo o para series internacionales de Netflix: María Mercedes Coroy / Josué May Chí; así como editoriales europeas y japoneses publican a escritores nativos (Jorge Cocom Pech o Sol Ceh Moo–, hay de qué sentirnos orgullosos.
Veinte años de sembrar la semilla de la Dignidad entre la nación maya contemporánea. Ignoraba qué sucedía con esas ideas libertarias lanzadas al aire en los municipios del Mayab, mediante la prensa local. Poco a poco lo fui descubriendo. En el núcleo de mis lectores se encuentran los profesores indígenas que lidian con la desvalorización de la cultura maya propiciada por la modernidad en sus salones de clase en todo Yucatán.
Maestros mayas de las misiones culturales, profesores bilingües de educación indígena, mentores distinguidos del medio rural, todos han sido mis lectores y traductores en la práctica de las ideas de dignidad relacionadas con la civilización maya de la cual descienden niños y adolescentes en sus salones de clase. Ellos, unos y otros, son quienes han hecho suyas esas ideas de venir de una gran civilización antigua que hoy vuelve a florecer a nivel internacional.
edgarrodriguezcime@yahoo.com.mx