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MI FORMACIÓN EN EDUCACIÓN ESPECIAL
Continué trabajando de profesor interino en las escuelas del Distrito Federal hasta obtener una plaza de base que favoreció mi decisión de seguir estudiando. Corría el año de 1960. Inducido por la Profras. Nora y Mirna Molina Avilés, me inscribí en la Escuela Normal de Especialización, para cursar la especialización en Anormales Mentales, Inadaptados y Menores Infractores. Las Profras. Molina – que ya habían cursado la carrera y que trabajaban en ella – me platicaron sobre los alcances de estos estudios en beneficio de la niñez intelectualmente en desventaja, despertando mi entusiasmo por hacer dichos estudios. Así que me inscribí en la Escuela Normal de Especialización, en la que permanecí como estudiante durante los años de 1960 a 1963, obteniendo el título de la especialización ya mencionada.
Entre los maestros que tuve, menciono entre los más destacados a Odalmira Mayagoitia de Toulet, gran promotora de la educación especial en el país y que como Directora General de Educación Especial de la Secretaría de Educación Pública realizó una labor de trascendencia para los niños y adolescentes discapacitados intelectuales; tuve la fortuna de ser su alumno, además de que me impulsó con su ejemplo y entusiasmo para que yo emprendiera en Yucatán el inicio del desarrollo de la Educación Especial; Odalmira nos impartía Estimulación Perceptual y de la Actividad Mental.
Otros maestros míos fueron el Dr. Mario Ramos Palacios, Neuropsiquiatra que nos impartía la cátedra de Neurología; el Dr. Ángel Hernández Casas, Psiquiatra que nos enseñó Higiene Mental y que ejercía su cátedra no solamente en las cuatro paredes del aula, sino también su bien equipado y amplio consultorio nos servía como lugar de estudio e investigación; la Dra. Laura Rotter Hernández, Psicóloga que se encargaba de nuestra formación en la Ciencia de la Psicología; la Profra. Ana Uribe, Principios de la Educación Especial y Ortopedia Mental; la Profra. Guadalupe Chaó, Ortolalia; la Dra. Florentina González Ciprés, Psicóloga oriunda de España que nos capacitó en el área de la Psicometría; la Profra. Luz María de Cué de Olalde, Directora de la Escuela de Menores Infractores del Parque Lira que nos impartía Etiología de la Delincuencia; Profra. Josefina Sánchez Vargas, Psicomotricidad; y algunos otros que con sus conocimientos y entrega nos formaron durante esos años en tan humana especialización psicopedagógica.
Desde luego, recordamos con afecto al Dr. Roberto Solís Quiroga, Neuropsiquiatra, fundador de la Escuela Normal de Especialización y forjador de numerosas generaciones de profesores de Educación Especial. Tuve la suerte de ser su amigo y frecuentarlo en la solemnidad científica de su clínica en donde aplicaba la Terapia Celular a niños con Síndrome de Down, terapéutica controvertida y polémica en ese tiempo. Sin embargo, las investigaciones neurológicas de la actualidad sugieren que el maestro Solís Quiroga estaba en al camino correcto.
De mis compañeros de estudio, entre numerosos otros, con los que aún conservo buena amistad, saludo a los Profesores Julio Dante Silva Hernández, Roberto Merlo Aguilera, César Adolfo Herrera, Ana María Martín, María Antonieta Bravo Marín, Efrén González, Hilda Gómez y Camarillo, Oliva Rábago, y Rosa Carolina De la Torre Rivera, con quien contraje matrimonio poco tiempo después de concluir los estudios. Procreamos 4 hijos: dos mujeres – Rosa Carolina y María Eugenia – y dos varones – César Ramón y Efraín José, éste último fallecido a los dos meses de edad –.
Ejercí la especialización durante tres años en la escuela que lleva el nombre hasta nuestros días del ilustre pionero de la Educación Especial en México: Dr. José de Jesús González, quien fundara la primera escuela de este tipo en León, Guanajuato en los años veintes.
Bajo la dirección de Cuquita Licea, experimentada maestra de educación especial, ejercí por vez primera la profesión con grupos de niños con discapacidad intelectual con diferentes características. Al retirarse Cuquita Licea de la escuela, por motivos de salud, quedaron al frente de este plantel especializado las Profras. Molina, que aún hoy en día la conservan, y con las que continué trabajando por algún tiempo más, hasta que mis inquietudes me regresaron a Yucatán para fundar, con el apoyo de algunos compañeros especializados también, la primera escuela de educación especial en mi estado, crónica que recientemente se publicó en este Diario del Sureste, con el título de “Cincuenta años de Educación Especial en Yucatán”.
[Continuará la próxima semana]
César Ramón González Rosado