Colonia Yucatán
Continuamos nuestra charla con doña Tere Gerolán, otra de las primeras mujeres obreras de la Colonia Yucatán.
“Desde que me empezó esto…» dice levantando nuevamente y con cuidado el brazo vendado. «Ahora me está molestando mucho, me duele horrible… Así que ves tengo varios apodos,» dice, volviendo a la plática, como si al retomar la historia de su vida en la Colonia se le olvidara repentinamente el dolor. «En la Colonia era yo doña Tere Gerolán, cuando vine a vivir acá las vecinas me decían la señora del Monte, ahora me dicen la señora que venció el cáncer. Tres apodos tengo,» dice carcajeándose y olvidando nuevamente al menos un poco el dolor que la agobia.
«Ahora tengo 74 años» comenta el día de la charla en su casa de la Colonia Industrial de esta ciudad. «Soy viuda, hace ya más de 23 años que murió Gerolán, al que casi nadie llamaba por su nombre: Augusto. Me daría mucho gusto que Dios, la Virgen y el Divino Niño me concedan la dicha de ir a la Colonia,» comenta la vecina de Lino Canto.
La muchachada en ese tiempo ¿cómo era, cómo era el noviazgo?
«¡Bien bonito, bien bonito!» responde con entusiasmo. «Me enamoró la pava (Luis Lara(+)), Juan Pio, aquel que le decían Bonzo, ¿te acuerdas de él? El que se casó con Teresa y vive en los Angeles, California. ¡Uta… un chingo de enamorados tuve! Cuando eso no había celular ni nada de esas cosas, eso sí, todos manejaban bicicleta; yo en la Sierra vivía. Cuando empecé a trabajar en la panadería, pasé a vivir con mi hermana Mirza a la Colonia. La panadería de don Arturo Orozco abría a las cinco de la mañana y tuve que pasar a vivir en la Colonia; a las ocho de la mañana me iba a desayunar y de nuevo abría a las 3.30, y cerraba a las ocho de la noche, ya cuando me casé me quite.
«Fui del apostolado de la oración, junto con la mamá de Dulce Couoh, doña Mechita Dzul, una que veo mucho en el Facebook, la hija de ninus, Alicia Dzib, Miriam Díaz, la mamá de Elviro Dzul, doña Juanita, tu mamá Dorita Tejero, Juanita Campos, Lupita Ravell quien era la presidenta, estaba también Elidé Palomo. La gente de la Colonia era muy fervorosa: ‘que se quedó sin trabajo fulano’, ahí íbamos a ayudar a la familia. La abuelita, ¿te acuerdas de ella?, las del apostolado nos organizábamos y la íbamos a atender; desayuno, almuerzo y cena le dábamos, otras la bañaban. La Colonia era un lugar muy bonito, muy tranquilo. Cuando vine a vivir aquí Arieeeellll,» me dice mirándome fijo a los ojos y acercándose como para que quede claro lo que dice, «yo lo añoraba porque allá había mucho deporte de mujeres, lo sentía yo mucho. Todavía lo extraño. Para la fiesta todos van y se ve muy bonito, ¡claro que sí! Esos carnavales, Jorge Vales y Pancho Marín hacían cada disfraz, pero bonito, bonito, se rifaban ellos dos… Hubo un carnaval en la cancha y yo gané el Primer Premio, entré de Chabelo y sus discípulas; entramos bailando un mambo y ¡qué fiesta! Cuando entraban esos disfraces que hacían ¡!!jesús!! jajajajjaaa jajajajajajaa…vuelve a vivir, a festejar sus recuerdos con sonoras carcajadas la apreciada mamá de Lachi.
«Me gusta platicar con gente de la Colonia,» le comento, «porque me hablan de valores, nos ven como sus hijos y…»
«¿Sabes por qué?» interrumpe la mamá de Marely, «porque en la Colonia todos nos llevamos bien. Mis respetos para este chan cabrón de Serrato,» dice refiriéndose a Nego. «Cuando veo que se asoma con una hojaldra, ‘vamos a tomar café, jefa,’ me dice y entra, como en su casa, porque así vivíamos allá, como una gran familia. ¿No es cierto?«
Unas semanas después de esta amena charla me enteré de su fallecimiento. Ya no tuve tiempo de devolverle la visita para comentar el resultado de la entrevista, pero todavía escucho la sonora carcajada de Doña Tere Gerolán…
Dios la guarde.
L.C.C. ARIEL LÓPEZ TEJERO
