Memoria de las Fiestas Inaugurales
XII
Vinculación Estrecha de Todas las Universidades de Nuestra Patria
Se concretó en el banquete ofrecido a los Rectores de las Casas de Altos Estudios del país por nuestra Universidad, en el propio recinto de ésta. –El convivio fue un alto exponente de solidaridad cultural. –Aticos discursos plenos de conceptos elogiosos para Yucatán y su Gobierno.
El lunes 15 de diciembre de 1941 fue el tercer día consagrado a festejar la inauguración del hermoso edificio de la Universidad de Yucatán. Una verdadera constelación de intelectuales, el conjunto de guías culturales de la juventud mexicana que vinieron a Yucatán atendiendo la invitación de nuestra Alma Máter, dejó testimonio perdurable de sus altas dotes y de su comprensión de la idiosincrasia yucateca a través de discursos llenos de aticismo, de erudición y de sentimiento.
Antes que reseñar tan hermosa reunión, que prestigia y honra a nuestra Universidad, preferimos insertar de modo literal, la versión periodística del acto, publicada en las columnas del Diario del Sureste.
«Reunidos alrededor de una mesa, en ocasión a la comida que les ofreció ayer a las catorce horas el Consejo de la Universidad de Yucatán, en uno de los amplios corredores del nuevo edificio de la misma, los directores de las más altas Casas de Estudios de la República dejaron oír su autorizada voz, inspirada en un cálido y hondo sentimiento de mexicanidad, en elogio a nuestro máximo Instituto de cultura, a la personalidad de su Rector, y a la labor gubernativa del Sr. ingeniero Canto Echeverría, que ha sabido lograr realizaciones de tan elevada significación.
Fue en verdad un estímulo de altos quilates escuchar sesudas opiniones –las más de ellas envueltas en brillantes ropajes oratorios acerca de la cultura yucateca, y sobre todo, acerca de nuestros valores regionales que, más allá de nuestro Estado, comienzan a ser vistos como una parte del espíritu nacional, como algo que es tan mexicano como el resto del país.
Servido el último platillo, a la hora del café, el Rector de la Universidad de Yucatán, señor ingeniero Joaquín Ancona Albertos, ofreció la comida. El viejo y ameritado maestro aprovechó la oportunidad para expresar la esperanza de que aquella reunión de Rectores de Universidades, no fuese una reunión más, sino una expresión concreta de que comenzaba a ser realidad la comprensión, de parte de los directores de la cultura nacional, de muchos problemas comunes, que sólo la unidad de propósitos podía resolver en bien de todos.
Dijo que la Universidad de Yucatán, al reunir a los Rectores de las otras Universidades mexicanas, había querido estrechar vínculos mediante los cuales podría llegarse a una obra sólida de elevación cultural.
«Hago a ustedes el encargo –terminó– de llevar un mensaje de la Universidad de Yucatán y del sentir del Gobierno encargado en el ingeniero Canto Echeverría, a todas las universidades del país, en el sentido de que consideramos que con la visita de ustedes se consolidan los lazos de unión de la cultura mexicana».
La Universidad de Yucatán, nave capitana de la cultura nacional
Aceptando una invitación del ingeniero Ancona Albertos, hizo uso de la palabra el señor licenciado Arturo García Formentí, Rector de la Universidad de Sinaloa, geográficamente la más lejana de la nuestra. Perito en el arte del buen decir, el licenciado García Formentí pronunció una pieza oratoria que no desdijo de los brillantes triunfos que dentro y fuera del país lograra como émulo de Demóstenes.
En hermosa metáfora, hizo del blanco mantel de la mesa un símbolo de la unión mexicana, y aludiendo a la guayabera que llevaba puesta, explicó que no era sólo por el clima, sino porque con ella se identificaba con la sangre y el espíritu de los descendientes de los hombres sabios, hijos de estas tierras místicas del Mayab, que habían erigido sus templos y edificios, no como los hijos del religioso Egipto para sepultar a sus faraones, sino para dialogar con los astros.
«Cuando ayer visité el Hospital del Niño –siguió diciendo– impresionado por la cálida redención del viril mexicano pueblo de Yucatán, pude escuchar que un niño pronunciaba la palabra: Gobernador. Y pensé que el que así hablaba, no era sólo un niño, sino la voz de todo el pueblo yucateco que expresaba su agradecimiento a Canto Echeverría».
El licenciado García Formentí aludió a la leyenda del «separatismo yucateco» pero para rechazarla enérgicamente y para exponer que aquella imputación era absurda respecto de una Entidad que como Yucatán, podía considerarse una de las trincheras de México en la que sólo se canta el Himno Nacional y en la que sólo flota la bandera mexicana.
Vertió efusivas frases de elogio para el Gobernador Canto Echeverría, que con mano fuerte y como experto timonel, había podido salvar escollos tan difíciles como el cambio de la estructura económica de Yucatán, cambio que necesariamente traía consigo profundas modificaciones y graves desniveles.
«Hoy hemos visto que a Yucatán no se le comprende muchas veces. Seremos heraldos de lo que realmente es, porque estamos convencidos de que ésta es una Entidad fustigada por las adversidades, y de que se ha coyoteado con sus problemas».
Continuó diciendo que las revoluciones se agigantan a través de hombres como el ingeniero Canto Echeverría, de cuyas obras constructivas para su pueblo, daban fe un Estadio que bien podría realizar el ideal griego de perfeccionamiento físico; un Hospital del Niño, de honda significación, y una Universidad, laboratorio de cultura, que es nave capitana de los nuevos derroteros del país.
Manifestó el agradecimiento de los Rectores por la hospitalidad yucateca y añadió:
«Somos revolucionarios, sin demagogia, ni gritos estériles… ayudaremos para lograr una eficaz comprensión de Yucatán con el resto del país… estamos con la esperanza de los mayas y no con el afán de conquista de los Montejo… Nos iremos pensando que Yucatán está resurgiendo por los altos valores de su espíritu… Yo llevaré a Yucatán, como la custodia lleva la hostia… Creo en el pueblo de Yucatán, porque tiene cultura, porque tiene empuje, y porque tiene fe.
Al terminar su discurso, que fue largamente aplaudido, el licenciado García Formentí estrechó entre sus brazos al ingeniero Ancona Albertos, y dijo: «Este es un abrazo simbólico: la Universidad de Sinaloa se une a la Universidad de Yucatán».
Habla el doctor Urzaiz
Al licenciado García Formentí sucedió en el uso de la palabra el doctor Eduardo Urzaiz, también invitado por el Rector Ancona Albertos. Su discurso fue breve, pero lleno de sinceridad y de emoción. Expresó el orador que aunque no era yucateco de nacimiento, lo era con todo su corazón, que había estudiado en el Instituto Literario, y que, conmovido, él sentía que hasta las piedras de este edificio le hablaban.
El doctor Urzaiz continuando su discurso en maya dijo: «Yo soy más yucateco que muchos. Aquí nació mi esposa. Aquí nacieron mis hijos. Aquí encontré mi manera de vivir.»
Terminó su discurso declarando que él había sabido siempre dejar paso a la juventud y que como primer Rector que había sido de la Universidad Nacional del Sureste, creada por Felipe Carrillo Puerto, deseaba fervientemente el triunfo de la nueva Universidad de Yucatán. «Cuanto soy –concluyó– está al servicio de esta Universidad».
Continuará la próxima semana…