Colonia Yucatán
Doña María Inés Aguilar Coronado, una de las primeras mujeres obreras de la Colonia Yucatán, recordó a destacados personajes que visitaron la Colonia.
“Conocí a Miguel Alemán que vino cuando estaba de campaña presidencial. Fue muy bonito: nos sacaron de la escuela, nos llevaron camino al Cuyo y nos enfilaron. Era yo una chamaquita. Fuimos allá para recibirlo. En Misné aterrizó la avioneta y cuando llegó a la Colonia empezamos a cantar ‘¡Viva Miguel Alemán! ¡Viva Miguel Alemán!’ Recuerdo que nos regalaron unos botones con su foto. También Ruiz Cortines vino, dicen que le habían preparado un banquete para recibirlo. Salieron los niños a recibirlo y se molestó cuando vio que eran puros niños los que había, en vez de trabajadores. Ni comió: se molestó y se fue, no se quedó,” recordó divertida.
¿Los Carnavales? Jajaja… ¡juuu! Bien bonitos. Recuerdo que una vez sacamos un grupo con un barco grande, hecho de madera con timón y todo, los hombres de piratas y nosotras de veracruzanas, hawaianas, de todos los puertos. Cuando entramos al salón cine hasta bombas reventaron, jajaja. Los piratas eran nuestros maridos: Julio, Vicente Eroza, el chino Aguilar; la Reina no recuerdo quién era. Cuando entró empezó la gente a aplaudir y le pidieron que hable, pero cuando le dieron el micrófono no pudo hablar de emoción. Cosas bonitas que recuerdo de mi juventud.
Aquí vivimos tranquilos y felices. Acá estudiaron mis hijos Julio, Lucio, Carlos, Lilia, Liz, Inés, José, Daniel, Manolo y Ermita, estos dos últimos acá nacieron.
Lo que ganaba mi esposo en la fábrica no daba y empecé a hacer mi venta de tamales, mondongo, Pan de elote. El doctor Muñoz era mi cliente, don Armando Cosío también, a don Pachul (Pascual Polanco) yo le planchaba la ropa, plancheo en carbón, no tenía nada eléctrico. Estaba embarazada de mi hijo Manolo cuando me compraron estufa y lavadora con don Pedro Mena, el papá del padre Pechi, (el hoy Obispo auxiliar de Yucatán Pedro Mena Díaz) que tenía su tienda de línea blanca. Antes con leña y carbón cocinábamos. Mi esposo, además de trabajar en la fábrica, trabajaba con don Pedro Mena; le gustaba trabajar pero también le gustaban los tragos. ¿Sabías tú que vendíamos aguardiente clandestinamente? Pancho López sabía que por necesidad lo hacíamos y nos consideraba, nunca nos cayeron. Don Reyes Concha también nos ayudaba, nos avisaba y escondíamos todo el trago atrás de las ventanas donde colgábamos las hamacas. En la destiladora de Valladolid lo comprábamos, lo dejamos de hacer porque burlaban a mis hijos en la escuela.
Entonces comencé a hacer mis ventas. Mis clientes eran Mazun, el chueco Colli, la Chela Fernández, chaquiras, chivora, Diego Núñez. Así ya pudimos comprar un radito y escuchábamos a Pedro Infante y Jorge Negrete en la estación XEW radio; también escuchábamos estaciones de Cuba.
¿Cómo es la vida de acá ahora, cuál es la diferencia…?
Está muy muy distorsionado todo, mucho libertinaje. En aquella época todo estaba controlado, no había tomadera, ahora es libre. La educación está muy deteriorada, no hay respeto, pudor, no hay nada. Me gustó la época que vivimos en tranquilidad y paz. Ahora ves todo diferente. Hay mucho descontrol de la muchachada, hacen lo que les da la gana, todo está muy descarriado, no hay control. Ya no hay esa educación ni obediencia de los chamacos, se lamenta doña Inecita, quien ahora alterna su permanencia entre la Colonia y la ciudad de Cancún, a la que se fue a vivir con toda su familia cuando la huelga de la empresa en el ’75.
Continuará…
L.C.C. ARIEL LÓPEZ TEJERO