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Amparo Ochoa, siempre del lado de los pobres

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In Memoriam

Al cumplirse en febrero un aniversario más del triste deceso de Amparo Ochoa, recuerdo con nostalgia el concierto realizado en el teatro José Peón Contreras de la ciudad de Mérida, donde ella desplegó su talento cautivándonos a todos los presentes. Siendo un coleccionista de discos, no faltaban en mi cuarto vinilos de este bello ser humano nacido un 29 de septiembre de 1946 en Culiacán, Sinaloa.

La entereza inquebrantable de María Amparo Ochoa Castaños la llevó en 1969 a mudarse a la Ciudad de México, donde se refugió en las peñas, cantando lo que quería, aunque no fuera lo justo; participando en las cooperativas artísticas donde conoció a Salvador “El Negro” Ojeda y su familia de Tlacotalpan -de hecho fue su alumna de guitarra-, y también compartió escenario con Los Folkloristas, hasta grabar su primer disco en 1971.

La cantante mexicana fue muy querida y respetada por sus compañeros artistas, así como por las audiencias que siguieron su trayectoria artística por 25 años, recorriendo escenarios de Latinoamérica y Europa. Antes que todo, fue una mujer que siempre se solidarizó con las causas de los humildes.

“El Negro” la conectó conRadio Educación y la televisión nacional, donde siempre privilegió espacios en el arte que casi nunca le dieron beneficios económicos. A pesar de que sabía que podía ser más exitosa económicamente plegándose a los mandatos de la televisión comercial, Amparo Ochoa siempre estuvo del lado de los pobres.

Siempre estuvo ligada al llamado “canto nuevo”, ella se consideraba parte de todo ese movimiento independiente, con Gabino Palomares, Los Folkloristas y cantantes como Enrique Ballesté o compositores vernáculos de los años setenta.

Amparo empezó a difundir su canto fuera de México, donde logró su reconocimiento fue mayor. Su versión de “La Maldición de Malinche”, de Gabino Palomares, fue celebrada por el autor, con quiensiempre compartió escenarios  e ideas, llegando a presentarse ambos en elteatro José Peón Contreras de Mérida, Yucatán, a finales de los ochentas.

Se volvieron clásicas de su repertorio y obligatorias en sus conciertos “La Maldición de Malinche”, que interpretaba en iracunda defensa indígena y nacionalista; “Jugar a la vida”, de Enrique Ballesté, e incluso “El Huapanguero”, escrita por el tamaulipeco Rockdrigo González, El Profeta del Nopal muerto en los sismos de 1985.

Eugenia León resalta la importancia de Amparo Ochoa: “El estilo de Amparo es único, creo que desde Lucha Reyes la canción mexicana no tuvo una bravura tan especial. La conocí en los setenta, cuando cantaba con el grupo Víctor Jara, con su cabello largo, chinito. Se convirtió en mi pequeña hermana mayor. Ya luego, con el Sanampay, pude vencer mi terror escénico al compartir el escenario con ella. Su seguridad me dio mucho ánimo en mi carrera.

Amparo Ochoa murió como vivió: batallando en amoroso y tenaz peregrinar para la diaria subsistencia, ante la mezquindad e incomprensión en su amada tierra mexicana.

En 1993, la cantante sinaloense libró su lucha personal contra un cáncer en el estómago como paciente de un centro de rehabilitación naturista ubicado en la hacienda Ticimul, Yucatán, mientras que en la ciudad de México varios artistas amigos comenzaron una magna recolecta para ella, convocada por el intérprete veracruzano Salvador “El Negro” Ojeda, padre de Santiago Ojeda, de Botellita de Jérez.

El 24 de octubre del 2019, para conmemorar el 25o aniversario luctuoso de la cantante, su hija María Inés convocó a múltiples artistas a reunirse en el teatro Esperanza Iris de la Ciudad de México. En este evento participaron Óscar Chávez, Gabino Palomares, Guillermo Velázquez, Los Leones de la Sierra Xichú, Caña Dulce Caña Brava y Gorrión Serrano, entre otros.

No podía creerlo. Pienso que nos pasa a todos, me decía: ‘¿quién? ¿Yo cáncer?, y yo, ¿por qué?’ Si yo no fumo, no tomo y cuido mucho mi alimentación’ Pero, como me dijo el gastroenterólogo en México: ‘su vida es de mucho estrés, me imagino que no come a sus horas’. Y es cierto, se descuida uno mucho, tienes un ensayo porque tienes prueba de sonido y te olvidas de ti. Ya estás desayunándote a las tantas de la mañana porque te levantaste tarde, y luego comes hasta las seis de la tarde. Luego cenas otra vez y ya que terminaste el show hasta la una de la mañana, y así me la he pasado casi toda mi vida. Las giras, de arriba para abajo, y bueno, ni modo, uno no lo piensa hasta que se encuentra en esta situación,” dijo Amparo en una entrevista concedida en 1993 a Proceso.

Amparo murió el 7 de febrero de 1994, abatida por sorpresivo cáncer en el estómago, mismo que le fuera detectado cuando iba a la Semana Cultural Zacatecas, en marzo de 1993.

RICARDO PAT

riczeppelin@gmail.com

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