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Dos siglos de dramaturgia regional en Yucatán – XXIV

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XXIV

 

 Wilberth Herrera Pérez

 

Rascarse para casarse.

 

Wilbert Herrera Pérez

(Puerto de Progreso, Yucatán 1943 – Mérida, Yucatán 2011)

Escritor, director de escena, titiritero y dramaturgo.

 

 

ACTO ÚNICO

 

 

Personajes: DOÑA MICA, X’PET, CASILDA, TOÑO

 

En la sala de la casa de DOÑA MICA, X’PET, la criada, espulga a un perro. DOÑA MICA barre. X’PET es buena, pero la tratan mal. La obra empieza con un fondo musical de jarana.

DOÑA MICA: Ea, X’ Pet, quinta vez que espulgas a Quixpol.

X’PET: No me tengo la culpa de ello, Doña Mica, Uds., aquí, nadien se ocupa del pobre perro. Parece perro el pobre. Nadien le hace caso.

DOÑA MICA: Si no por eso lo digo. Sino porque mientras estás espulga que te espulga, no te jan ocupas para nada de barrer. Ahí estoy yo barriendo mientras tú muy fresca espulgando al perro. Hasta pareces tú la patrona y yo la muchacha.

X’PET: Pues vente usted a espulgar al perro y yo barro, Me da igual. Siempre es trabajo así.

DOÑA MICA: Mare. Eres más contestona. Pero no te quedas con la boca cerrada. X’PET: Yo no le estoy contestando. Usted que lo toma así. Pero si me pone a espulgar al perro, luego quiere que yo barra. Machi. Si no soy pulga…

DOÑA MICA: Lo que eres, eres una grosera. Puchi, pero no te callas. Cuando dices estar contestando no paras.

X’PET: (Soltando al perro) Aistá aistá otra vez. Deme la escoba entonces, voy a barrer.

DOÑA MICA: (Sin dejar que X’Pet le quite la escoba) Mira, X’Pet, no seas malcriada. No me arrebates la escoba. Me vas a sacar un ojo. Y además no puedo hacer fuerzas, porque se me va a estrangular mi hernia.

X’PET: Y a mí mi cerebro. Con tanta cosa que me pide y que no puedo ni hacerlo todo. Que barre, que no barras. Que espulga al perro, que no lo espulgas. Que esto que lo otro. Mare. Ni que yo juera cenicienta a’ lo soporto todo.

DOÑA MICA: Mira, X’Pet. Aquí hay que hacer aclaración. Yo te pedí que espulgues al perro, si es cierto. Pero no que te tomas todo el día para espulgar al pobre animal. Porque a ti, quehacer que se te da, todo el día lo estás haciendo con tu santa calma. Pero parece que no y réquete xlem quieres. Se te pastorea el alma en el cuerpo pero a propósito. Para que no te dé uno quehacer.

X’PET: Mire, Doña Mica, la verdad. Si no le gusta mi trabajo pues ya está. Me regreso en mi pueblo.

DOÑA MICA: Sólo eso faltaba. Que me amenazas. Chiquita ésta. En mejor casa no pudiste venir a dar. Aquí soplada se te tiene. Más que hasta mi pobre hija, porque cuando no te da tu reventada gana, ni sus justanes de X-Casildita lavas.

X’PET: Todo yo. Todo yo. Soy mala, no sirvo para nada. Me debía yo de morir. Total, aquí vida de perro llevo. Como Quixpol.

DOÑA MICA: No empieces con tus dramas. Pórtate bien y trabaja y nadien te va a decir nada.

X’PET: Pero si nada que yo haga les parece. Mal me tratan.

DOÑA MICA: Bueno. Así que ya espulgaste al perro, termina el barrido que hoy es noche de visita.

X’PET: ¿De visita? Mi madre. Más quehacer.

DOÑA MICA: ¿No digo bien que eres floja?

X’PET: Ay, pero, cada vez que viene visita hay que estar preparando que si tamales, que si codzitos, que si panuchos. Yo, Doña Mica, no soy cocinera. Yo no eso estudié.

DOÑA MICA: An. ¿Pues estudiaste para ser servicio?

X’PET: A huech

DOÑA MICA: ¿Y dónde estudiastes eso? Porque no sabía que además de contestona fueses hasta estudiada.

X’PET: Yo estudié en Conalep.

DOÑA MICA: Pa’ lo que estudiastes es para tener suelta la lengua.

X’PET: Yo vida de perro llevo. Nunca ni ché digo.

DOÑA MICA: Pues no es cierto. Porque el otro día me dijeron en la tienda, que estuvistes soltando lo de mi hija.

X’PET: ¿A mí qué me interesa su pasado de tu hija?

DOÑA MICA: No es su pasado. Te lo prohíbo que lo digas así. Son sus desgracias.

X’PET: Si. Con cuatro. Con Purux el elotero, con Chumín el sorbetero, con Beto el panadero y con Cacho el zapatero.

DOÑA MICA: ¡Cuidadito vuelves a repetir eso, mentecata, lengua larga! (La amenaza con pegarle.)

X’PET: No me levantes la mano. Qué vida de perro llevo como este pobre perro. Sólo falta que me peguen.

DOÑA MICA: Si no quieres probar mi mano, ponte a barrer.

X’PET: Vida de perro. Eso llevo. Vida de perro.

DOÑA MICA: Y yo me voy a vestir. Que ya te dije que es noche de visita. Así que cuando termines de barrer, te medio haces chal-já tu cara para que no des mala impresión.

X’PET: ¿Y quién viene hoy a perjudicar, digo a visitar?

DOÑA MICA: Su novio de Casildita. Nos lo van a presentar. Así que tenemos que dar buena impresión porque ni es de aquí.

X’PET: ¿Y de dónde es?

DOÑA MICA: De un lugar lejos. Don Terrey que le llaman.

X’PET: Pues ese Don Terrey es muy ocioso que viene a visitar entre semana.

DOÑA MICA: Xo’, xo’, xo’. Sácale brillo al ladrillo y xo’. Me voy a empolvar. Y cuidadito metes la pata mientras está acá ese señor.

X’PET: Vida de perro. (Yendo hacia la silla en la que espulgaba al perro.) Jesús, María, José. Pero cuidado que le quité pulgas a ese condenado perro. Y ni muertas están. Están caminando todavía. ¡Fo’! Esos animales son más fastidiosos. Con razón lo espulgué tanto. Más tardo en quitarle las pulgas y vuelven otra vez. ¡Fo’! ¿Y dónde las boto así? (Sacando un pañuelo.) Voy a envolver las pulgas y ahorita los tiro en la calle. ¡Fo’!. Me dan más asco. Y son más pesadas, porque lo que es al pobre de Quixpol, no le dan vida. (Envuelve las pulgas en el pañuelo.) Otro… aquí hay otra. Puchi, caminan más rápido. Pero cundida estaba la silla. Bah. Ya está. Ya los atrapé, ahorita los tiro en la calle o mejor quemo este pañuelo, ¡fo’! Porque las pulgas dan asco.

CASILDA: X’Pet, ¿no está barrido todavía el salón?

X’PET: ¿Qué salón? ¿Pues va haber clase?

CASILDA: No, ignorante. Salón se le dice a la sala cuando se va a recibir visita. Eres más ignoranta, mujer. Ni eso sabes.

X’PET: Yo me dijeron cuando vine aquí que esto es la sala. Nada de salón. Pero si ya se les ocurrió que se llama de otra manera, ni modo. Así lo voy a llamar. Se resigna el perro.

CASILDA: Mira, deja de hablotear, que por todo habloteas y termina tu trabajo, niña. ¿No ves que hoy viene visita importante a la casa? Así que el ladrillo debe brillar, pero como tu cara cuando acabas de despertar.

X’PET: Sí. Ya oí que eres novia de Don Terrey.

CASILDA: No se llama Don Terrey. Él es nato de Don Terrey. Pero una persona como tú, no sabe ni dónde quedan los páises. ¿No estudiastes Geometría?

X’PET: Tu mamá me lo dijo que tu novio se llama Don Terrey.

CASILDA: Ya te dije que él es nato de Don Terrey. Pero no se llama así.

CASILDA: X’PET: ¿Y cómo se llama?

CASILDA: ¡Toño! ¿Todo tienes que averiguar?

X’PET: Uay. No te molestes.

CASILDA: Si no me molesto.

X’PET: Pues no insultes.

CASILDA: Si yo no he insultado. ¿Crees que voy a alternar contigo?

X’PET: Ya me voy. Porque todo yo. Todo yo. Y no se dan cuenta de que una es sentimental. Me voy. Ya barrí. Ya está. Ya hice todo. Voy allá adentro a secar mi lágrima. Puchi. Yo no debí, pero ni de haber nacido. (Se va llorando.)

DOÑA MICA: (Entrando.) ¿Y qué llora esa kasloca?

CASILDA: Todo. Todo sufre, todo le pasa, Yo no sé cómo la aguantas, mamá. Es grosera y mete la pata a cada rato.

DOÑA MICA: Está escaso el servicio y esta chiquita es crianza de tu abuelita. No lo puedo sacar así nada más. Porque le prometí a tu abuelita en artículo muertis que jamás de los jamases iba yo a desamparar a esa muchacha.

CASILDA: Bueno, que hagan lo que quieran. Total, que yo ya me voy de esta casa.

DOÑA MICA: ¿Te vas? ¿Y a dónde te vas?

CASILDA: Mamá… si yo hablo en serio. ¿Crees que ese mi novio nada más me viene a pedir de juego? Pues no, chula. No. Él viene porque me quiere. Y me adora. Y se va casar conmigo muy pronto. Y hasta me va llevar a vivir en Don Terrey que es donde tiene sus haciendas él.

 DOÑA MICA: ¿Es hasta hacendado?

CASILDA: Es réquete rico. Pero tiene mucho dinero. Su papá tiene vaca y también a su mamá.

DOÑA MICA: ¿A su mamá de la vaca?

CASILDA: No. A su mamá de mi novio.

DOÑA MICA; ¿Y para que la quiere?

CASILDA: Ay, niña. Porque la tiene que querer. Porque es su esposa

DOÑA MICA: No la señora. La vaca, ¿para qué la quiere?

CASILDA: Pues para ganar dinero.

DOÑA MICA: An. Qué vivos son allá en su pueblo de tu novio.

CASILDA: Y no es chen pueblo así donde vive él. Es pueblo, pero grande. Con sus casas y sus coches y hasta con su humo como si estuvieran sancochando todo el día.

DOÑA MICA: ¡Qué lindo!

CASILDA: Así que buen partido me voy a llevar, que era lo que querías. Y pronto vas a salir de mí porque me voy a ir a vivir en Don Terrey.

DOÑA MICA: ¿Pues no él se llama Don Terrey?

CASILDA: Ay, mamá. ¡No! Don Terrey se llama el pueblo donde él vive.

DOÑA MICA: Y él ¿cómo se llama entonces?

CASILDA: Toño.

DOÑA MICA: Uay, ‘ta feo.

CASILDA: Eh ¿y por qué?

DOÑA MICA: Porque se llama así. Parece insulto.

CASILDA: Pues a mí me encanta él. Y me encanta su nombre y todo. Y donde yo lo pierda, mamá. Me muero entonces.

DOÑA MICA: Eh. Tú estás zafada. ¿Por qué lo habías de perder?

CASILDA: Porque no es como nosotros, mamá. Él es catrín. Es fino. Y muy delicado. Le gustan las mujeres muy decentes.

DOÑA MICA: Arredovaya… ¡qué fino! Pues, ¿los de Don Terrey no tienen uah?

CASILDA: No tienen. Está limpio su bobox.

DOÑA MICA: ¿Ni han comido en plato de peltre como nosotros?

CAMILDA: No han. Puro en vajilla de plata.

DOÑA MICA: ¿Ni se van a la milpa como nosotros?

CASILDA: Ni sé. A su rancho van, pero son dueños.

DOÑA MICA: Madre, pues debe ser medio gringo.

CASILDA: No es. No es. Es otra raza, pero fino.

DOÑA MICA: O sea que no es malix como Quixpol.

CASILDA: No es. No es. Es fino él. Alto él. Guapo él. Y me quiere él. Pero ojalá que no se me escape él.

DOÑA MICA: Eh, Tampoco exageres. Tú no estás fea. A’ te sale otro.

CASILDA: Si. ¿Aquí en el pueblo? Seguro. Como no todos son chismosos. Especialmente X’Pet. A todo el mundo le cuenta lo que me pasó con Purux el elotero.

DOÑA MICA: (Persignándose) ¡Santo Dios! ¡Sí! ¡Qué desgracia!

CASILDA: Y con Chumín el sorbetero.

DOÑA MICA: (Persignándose) Santo Dios! ¡Sí! ¡Otra desgracia!

CASILDA: Y con Beto el panadero.

DOÑA MICA: (Persignándose) ¡Santo Dios! ¡Sí! ¡Otra desgracia!

CASILDA: Y lo de Cacho el zapatero.

DOÑA MICA: (Pegándole) ¡Esa fue tu gracia! Porque tú te le fuiste a achocar sabiendo que está hasta casado.

CASILDA: Ellos que son mentecatos, engañaron mi inocencia.

DOÑA MICA: Jáa. Medio cusculina eres también. (Transición.) Pero tienes razón. Con la fama que tienes en el pueblo, ya no sales. Así que vamos a tratar de causarle buena impresión a ese tu novio ese… ese… ¡ay! ¡ese insulto! No me acuerdo de su nombre.

CASILDA: Toño, Toño.

DOÑA MICA: Pues como se llame.

CASILDA: Yo le he dicho, mamá, que aquí en la casa todas somos decentes. Que somos muy correctas. Que no somos xpiringallos. Y él me dijo que lo que más le gusta en una mujer es que se sepa portar bien. Que no camine como loca, que no se menee. Que se sepa sentar en sociedad

DOÑA MICA: Pues tienes razón, hija. Todo eso vamos a hacer. A portarnos como nunca para que no se nos escape ese Don Insulto. Porque después de tus desgracias, está difícil que alguien cargue contigo, reina.

CASILDA: Por favor, mamá. Y además todo le gusta limpio, todo ordenado. ¿No se te olvida?

DOÑA MICA: No se me olvida.

CASILDA: Nada con polvo y nada fuera de su lugar.

DOÑA MICA: Nada con polvo y nada fuera de su lugar.

CASILDA: Yo ya recogí toda mi ropa que estaba tendida porque él me lo tiene dicho. Nada fuera de su lugar. Y mujer decente, eso quiere. No esas que por todo se menean y tuercen su boca cuando caminan, no, no, no, Decentes y serias nos tiene que ver.

DOÑA MICA: Decentes y serias nos tiene que ver.

 

Tocan a la puerta.

DOÑA MICA y CASILDA: (Corren de un lado para otro nerviosas y gritando) ¡Es él! ¡Es el!

Al fin, CASILDA va abrir. DOÑA MICA trata de ver que todo esté en tu lugar, mientras repite: Nada con polvo y nada fuera de su lugar. De pronto descubre el pañuelo con las pulgas que dejara X’PET y como en ese instante entra TOÑO, se mete el pañuelo en el corpiño apresuradamente.

TOÑO: Buenos días, pues’n. ¿Cómo están, pues’n?

DOÑA MICA: (Nerviosa todavía, fijándose en que todo esté en su lugar y acomodándose el pañuelo que se metió en el corpiño.) Buenos días, Don Insulto. TONO: ¿Cómo dice, pues’n?

DOÑA MICA: Que buenos días. Bienvenido a su enamorada.

CASILDA: Morada, mamá. Morada.

DOÑA MICA: ¿Morada? (En secreto a su hija) Pues debe ser por la emoción de conocer al que nos va a hacer el favor.

CASILDA: Mamá, este es Toño.

DOÑA MICA: Mucho gusto, don… eso.

TOÑO: Toño, Toño y de la Garza, pa’ servir a Dios y a usté.

DOÑA MICA: (Haciendo reverencias rapiditas y exageradas) Mucho gusto. Honor que Ud. nos honra con venir a esta su casa.

TOÑO: Vengo porque… ¡me cae que la niña me gusta! (La abraza.)

DOÑA MICA: Uay, uay. (Separándolos.) No tan rápido, don. Que a esta niña le pueden pasar más desgracias.

TOÑO: ¿Qué cosa?

CASILDA: Mamá es muy supersticiosa. Y toma como desgracia eso de que yo me case pronto. No es fácil para una mamá salir de su única hija señorita.

X’PET pasa barriendo y se atraganta. TOÑO no la ve. Las otras le hacen ademanes de que se vaya.

TOÑO: Pues’n… me gusta su niña, pues’n. Y si me caso con ella, pues’n, vamos a ser muy felices, pues’n.

DOÑA MICA: Ah, sí. Claro.

TOÑO: Sólo quería ver su casa, pues’ n. Asegurarme, pues’ n, de que la niña tiene buena procedencia, pues’ n.

DOÑA MICA: (A su hija, secretado.) ¿Qué dice?

CASILDA: Nada, nada. Tú no digas nada que parece que le gustó la casa.

TOÑO: Bonita casa.

CASILDA: (A su mamá.) Aistá. Aistá.

TOÑO: (A CASILDA) Y bonita niña, pues’n.

DOÑA MICA: No lo roba, señor. Lo hereda. Somos una legión de gente y familia muy acomodada y muy decente.

TOÑO: ¿Así que son gente acomodada, pues’n?

DOÑA MICA: Pues véalo usted, nada nos estorba. Hasta la máquina de coser que estorbaba la entrada, la pusimos en el comedor.

TOÑO: Ah. Yo me refería a otra clase de acomodo, pues’n.

CASILDA: Pues sí, pues’n.

TOÑO: Ah, qué lindos ojos tiene mi niña, pues’n. Ojos de virgencita.

X’PET pasa barriendo y tose. TOÑO no la ve. DOÑA MICA y CASILDA le hacen señas que se largue.

TOÑO: Y dígame: ¿ha tenido novio la niña, pues’n?

DOÑA MICA: No, no, no. La Niña pues’n no ha tenido ni un solo novio. Pero mire, ni la voltean a ver.

CASILDA: (Pellizcando a su mamá.) Mamá…

DOÑA MICA: Bueno, quiero decir. Ella no voltea a ver a nadie. Porque es muy decente. Ya lo ve usted, nunca sale a la calle si no lleva puesta su ropa.

CASILDA: Si, pues’n.

DOÑA MICA: Y se sabe comportar. Le va a atender a Ud. como si Ud. fuera su rey, su amo, su papacito, su nojoch marido.

TOÑO: Todo eso hay que averiguar, pues’n. No quiero que luego me salga media coqueta. Porque yo tuve varias novias, que nada más me enteré que habían tenido novio… (Pasándose la mano por el cuello y haciendo un ruido.) ¡Zas!

DOÑA MICA: (Espantadísima.) ¿Las mató?

TOÑO: (Riendo a carcajadas.) Ah, qué mi suegrita, pues’n. Claro que no. ¿Cómo las iba a matar? Simplemente, ya no me casé con ellas y las mandé por un tubo.

DOÑA MICA: Ay Dios’n, qué castigo más incómodo.

CASILDA: (Mimosa, casi infantil.) ¡Pues conmigo, vas a ser muy feliz, Toño!

DOÑA MICA: Uay. No me acostumbro. Suena como grosería el nombre de ese hombre.

TOÑO: Bueno, pues’n, como no hay nada que me desanime, vamos a fijar fecha para la boda.

CASILDA: Sí, sí. Que yo estoy jach enamoradísima de ese señor. Más lindo, chuch.

TOÑO: ¿Qué me dijo la niña, pues’n?

CASILDA: Que te quiero, Toño.

DOÑA MICA: Uay. Otra vez.

TOÑO: Yo le creo a la niña, pues’n, y se ve decente, pues’n. Como su mamá, pues’n. Que no me gustan esas mujeres que no más ven un hombre y empiezan a moverse y a ponerse todas chuecas como quién sabe qué.

DOÑA MICA de pronto, picada por las pulgas, empieza a contorsionarse, CASILDA trata de controlarla, pero no lo consigue. TOÑO está muy mal impresionado.

CASILDA: Mamá… mamá… ¿qué tienes?

DOÑA MICA: (Muriéndose de la risa.) Uay, no lo sé. No lo sé. Cosquillas. Muchas cosquillas.

CASILDA: Mamá… ¡asosiégate!

TOÑO: ¿Y qué le pasa a la mamá de la niña, pues’n?

CASILDA: (Sujetando a su mamá que ríe locamente.) Debe de ser un ataque. Como de chica le dio tosferina.

TOÑO: ¿Enfermedades en la familia? (Moviendo la cabeza negativamente.) Muy mal, muy mal.

CASILDA: Pero ya se le está pasando. (A su mamá.) Mamá, mamá, aquiétate, por el amor de Dios. (En el forcejeo, DOÑA MICA y CASILDA se abrazan, por lo que se supone que las pulgas se le pasan a CASILDA.)

TOÑO: Esto no me gusta nada, pues’n. ¿Ya ven por qué había que averiguar muy bien qué clase de familia son, pues’n?

DOÑA MICA: Bueno, bueno. Mi mamá padece de ataques. Pero yo… siempre he estado muy sanita. (Girando.) Veme, veme. Muy sanita.

TOÑO: Y muy linda la niña. Pero no se me ría tanto como la mamá. Porque mujer que mucho se ríe no es de confiar, pues’n.

CASILDA: No, no. Eso sí que no. Para seria, yo. (Empieza a sentir el efecto de las pulgas.) Uay, Uay, Uay. ¡Qué risa!

TOÑO: Niña… niña… que no pierda la compostura, pues’n.

(DOÑA MICA Y CASILDA comienzan a contorsionarse, ante el azoro del norteño.)

CASILDA: (Conteniendo la risa a duras penas) Te juro, Toño, te juro, Toñito, que no somos así, pero (Risa) siento porquerías, siento porquerías.

TOÑO: Que desilusión, pues’n. ¿Y a poco así les pasa a Uds. cada vez que ven a un hombre? Porque yo tuve una novia así y luego, luego, la mandé por un tubo, pues’n.

DOÑA MICA: (Riendo.) No, no. Le juro que no es por verle. No sé qué pasa. No sé qué me trepa por mi cuerpo. Pero le juro que… (No puede seguir hablando y sigue rascándose y riéndose.)

TOÑO: Yo me marcho, pues’n. Me regreso a Monterrey. Que no había visto nunca en mi vida mujeres más coquetas y más poco recatadas que ustedes dos.

X’PET: (Entrando.) ¿Qué les pasa a esas? Hasta el tercer patio oigo sus carcajadas. Doña Mica, Casildita… ¿qué les hizo así a ellas, señor?

TOÑO: Mira nomás… otra niña. Y ésta sí que me parece seriecita.

X’PET: (Alejándose con desconfianza.) No me mire así. No me mire así, Don Aparato. Que con esta otra es el pleito.

TOÑO: No. Tú me gustas, pues’n.

X’PET. Más caballo. ¿Cómo le vaya gustar si soy su servicio de su novia? Eso sólo pasa en Rosa Salvaje.

TOÑO: Me gustas. Y en buena ley, pues’n. Porque estas dos no me cuadran por sus meneas y sus risas, pues’n.

X’PET: Yo no sé nada. A mí que me cuenten el chiste y también me rio. Yo sólo vine a buscar aquí un pañuelo que se me olvidó

TOÑO: ¿Un qué, pues’n?

X’PET: Un pañuelo. Un pañuelo colorado. Así grande. Donde envolví las pulgas que le quité al perro.

DOÑA MICA: (Sacando el pañuelo del corpiño) ¡Con que era esto! ¡Mentecata! ¡Y mira cómo hemos mal impresionado a Don Insulto con nuestras carcajadas y con nuestras rasqueras! ¡Bota eso por allá! (Le tira el pañuelo)

X’PET: Uay, madre santa. No, no. Son pulgas. Son pulgas.

TOÑO: ¿Que, qué?

X’PET: Pulgas, pulgas. (Empieza a rascarse y a reírse) ¿No lo siente? Como si fuera que baila uno mambo.

TOÑO: Esta niña tampoco es muy decente, pues’n.

X’PET: Oiga. ¿Que yo no soy decente? ¡No le vaya yo a sorrajar la mollera!

TOÑO: Pero es que tu, niña. También pues’n… pues’n… (Empieza a rascarse y a moverse.) Pues’n… pues’n ha de ser la costumbre, pues’n. Y ni modos. Donde fueres, haz lo que vieres.

DOÑA MICA: Yo siento que ya las aplasté a todas, porque me están dejando de molestar. Pero me estoy enronchando.

CASILDA: Y yo también.

DOÑA MICA, CASILDA y X’PET se van calmando poco a poco. Las tres observan con desaprobación las contorsiones de TOÑO. Al fin, se tranquilizan todos, sin olvidar llevar a cabo una que otra rasquerita ocasional.

DOÑA MICA: ¡Así que eran pulgas! ¡Pulgas en una casa decente! ¡X’ Pet! Ahora sí que estás despedida.

TOÑO: No la despida. No la despida, pues’n. Es muy guapa.

CASILDA: Pero a la que quieres, es a mí.

TOÑO: (Rascándose la cabeza.) Pues sí, pero…

CASILDA: A mí. A mí.

X’PET: A ella. A ella.

DOÑA MICA: A mi hija. A mi hija.

TOÑO: Pues… ¡Pues’n! (Acercándose a X’ PET) Pues mira, niña, que tú de verdad me gustaste, pues’n. Pero el compromiso, ni modos. Ya está hecho con esta otra niña. Porque yo al principio pensé que no era decente porque se meneaba y se reía y hacía muchas tonterías. Pero ya supe que no era su falta de decencia sino las pulgas, pues’n. Y pulgas hay en todos lados. Allá en mi rancho en Monterrey también tenemos pulgas. Y muchas pulgas. Y a veces nos pasa lo que nos pasó aquí a todos. Y somos decentes, pues’n.

X’PET: (Inocente) Ay. ¿Así que Ud. creyó que la niña no era decente?

TONO: Por las pulgas, pues’n.

X’PET: ¿Por las pulgas? (Risa) Ah, bueno. Yo creí que por lo de Purux el elotero, Chumín el sorbetero, Beto el panadero y Cacho el zapatero.

TOÑO: ¿Quéee?

X’PET: (Ante la mirada fulminante de DOÑA MICA y de CASILDA) ¿Metí la pata verdad? ¿Metí la pata? ¡Me van a sonar! ¡Me van a sonar! ¡Pero si vida de perro llevo yo por meter siempre la pata!

DOÑA MICA Y CASILDA salen llorando. TOÑO grita furioso. X’ PET se queda temblando frente al norteño.

TOÑO: (A X’PET) ¿Y usted qué?

X’PET: ¿Yo? ¡Nada!

TONO: ¿Pero nada, nada?

X’PET: Ay, Dios. Nada.

TOÑO: ¿Con nadie, nada?

X’PET: Con nadie, nada. Señorita y su servidora.

TOÑO: ¿Y no le agradaría casarse e irse a vivir a Monterrey, pues’n?

X’PET: Pues como creo que aquí ya perdí mi trabajo, a’ le hago a usted el servicio de casarme con usted.

TOÑO: Pues vámonos pa’ la iglesia, pues’n.

X’PET: Espéreme un momentito. Sólo traigo al perro.

TOÑO: ¿Al perro? ¿Y al perro pa’ qué, pues’n?

X’PET: Porque conmigo él pasa primero. Porque gracias a él yo ya no vuelvo a llevar vida de perro. ¡¡Toño!!

Se abrazan y fin.

 

Fernando Muñoz Castillo

Continuará la próxima semana…

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