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La prehistoria de los autos eléctricos

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Hoy la industria automotriz enfoca todos sus conocimientos en construir autos eléctricos. El Hombre, en su afán de encontrar su comodidad, siempre ha buscado los métodos para diseñar inventos que beneficien no solo a la humanidad sino el mundo mismo. Desde ya hace muchos años se ha pensado en la fabricación de autos eléctricos, no es nada nuevo; los hombres de ciencia desean y sueñan un mundo libre de la contaminación por la constante generación de humo.

Como prototipo y como un invento futurista el primer coche eléctrico data de 1834, mientras que el motor de combustión interna, más complejo que un motor eléctrico, no llegó sino hasta 1861. La comercialización de coches eléctricos comenzó en 1852, pero esos primeros vehículos eléctricos no usaban baterías recargables. Éstas no llegarían hasta finales del siglo XIX, gracias a las invenciones de los franceses Gaston Planté y Camille Faure.

Los carruajes tirados por caballos llegaban a su fin. En 1890, en Europa, el fabricante austriaco de carruajes Jacob Lohner lo tuvo claro al volver de un viaje a Estados Unidos. Deseaba convertir su empresa en fabricante de automóviles, tanto eléctricos como de motores de combustión interna. Así, le encargó a un joven ingeniero que trabajaba en Viena, un tal Ferdinand Porsche, la creación de lo que sería esencialmente un coche eléctrico. Lohner pensaba que se vendería mejor un coche eléctrico, pues a muchos clientes potenciales no les gustaban los humos ni el ruido de los primeros coches con motor de combustión interna.

En 1898, Ferdinand Porsche desveló lo que sería su primer coche, el Egger-Lohner P1. Era capaz de alcanzar 34 km/h y recorrer hasta 79 km con una carga.

El problema por el que atravesaron los fabricantes era sin duda la batería, pues en esa época no existía una que pudiera ser recargable. En 1852, Gaston Planté inventó la batería recargable de plomo y ácido, pero su fabricación a nivel industrial no era posible. En 1880 Camille Faure inventó un procedimiento electroquímico llamado masa activa que aumentaba la capacidad de carga de la batería de Planté. La fabricación a nivel industrial de la batería recargable de plomo y ácido sería a partir de entonces una realidad comercial. Recargar la batería hizo que el coche eléctrico se impusiera como el automóvil por excelencia a principios del siglo XX.

Lo que vio Jacob Lohner al otro lado del Atlántico fue el auge imparable de los coches eléctricos. El primero de ellos se vendió en 1890 por William Morrison de Des Moines, Iowa. Pero el líder indiscutible del mercado de la época era Fritchle, fundada por Oliver O. Fritchle, un químico instalado en Denver. Fritchle ganó fama al arreglar las baterías de los automóviles de la zona, pero también se dio cuenta que podría mejorar las baterías que le traían y, por tanto, crear un mejor coche.

Fritchle vendió su primer coche en 1906, y en 1908 la Oliver P. Fritchle Company abrió su primera tienda en Colfax Avenue, Denver. Para darse a conocer, Fritchle aseguraba que su coche podía recorrer hasta 100 millas (160 km) en llano tras recargar su batería toda la noche. Como nadie le creyó, montó su particular road-trip, demostrando así la veracidad de su anuncio. Los pedidos para el “One Hundred Mile Fritchle” empezaron a llegar desde todos los rincones del país.

Continuará…

LUIS IZQUIERDO RUBIO

izquierdo0757@gmail.com

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