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En la Escuela Normal Urbana “Rodolfo Menéndez de la Peña”
La Escuela Normal de Profesores de Yucatán es una institución fundada el 15 de enero de 1882. El nombre de Rodolfo Menéndez de la Peña fue adoptado el 22 de abril de 1930, en homenaje y recuerdo a tan ilustre educador, Benemérito de la Educación Pública del Estado de Yucatán, quien fungió como Director de la Escuela Normal de 1900 hasta 1911. Fue “un notable escritor docente, propagandista entusiasta de asuntos pedagógicos que ha hecho de la enseñanza popular el único anhelo de su vida y que ha conquistado, por su ilustración y perseverancia de apóstol, un puesto de honor entre los más notables educadores de la América Latina” (Novelo José Inés, Yucatán, ob. cit.). En el primer año de su gestión administrativa elevó al gobierno un detallado informe, el cual abrazaba los siguientes puntos: local de la escuela, mobiliario, material de enseñanza, biblioteca, planta de empleados, orden de clases, alumnos, archivo, reglamento interior y necesidades más urgentes. “Todos aquí tendemos – decía el nuevo director – a que en la Escuela Normal no solo se imparta una instrucción esmerada, sino una educación que corresponda a la índole del establecimiento, cuyo mismo nombre revela su altísima trascendencia. Los catedráticos, de acuerdo con el artículo reglamentario, emplean de preferencia las formas analíticas y objetivas en sus enseñanzas, no perdiendo la oportunidad de inculcar preceptos pedagógicos en el curso de sus lecciones, con el objeto de cooperar a los fines de la Institución: Enseñar y enseñar a enseñar; FORMAR MAESTROS ILUSTRADOS Y CULTOS.”
En la Escuela Normal, además de la dirección, D. Rodolfo desempeñaba, personalmente y con especial asiduidad, las cátedras de Pedagogía, Gramática Castellana y Lengua Francesa. En 1900 se estableció la importante clase denominada: “Etimologías de la Lengua Castellana”. (*)
La Escuela Normal Rodolfo Menéndez de la Peña ha sido, y sigue siendo, semillero de profesores normalistas que surten de mentores no solamente al estado de Yucatán, sino también a la República, pues muchos de sus egresados incursionan a diferentes partes de ella para ejercer la profesión.

Centro Escolar “Felipe Carrillo Puerto” – 1943 a 1945
(*) Nidia Esther Rosado. INTRODUCCIÓN de la ENSEÑANZA NORMAL en YUCATÁN.1987.
De 1957 a 1959 estudié en esta benemérita escuela los conceptos teóricos y básicos de la pedagogía, y las técnicas del proceso enseñanza-aprendizaje, además de otras disciplinas que son fundamentales para el ejercicio científico de la docencia. Así, la revisión de teóricos como Ovidio Decroly, María Montessory, Antón Makarenco, anteriormente mencionados, y otros como Pestalozzi, Claparède y John Dewey y, posteriormente, Jean Piaget nutrieron nuestro proceso de aprendizaje. Todos estos pedagogos siguen influyendo en forma determinante la pedagogía del siglo XXI, que se construye sobre los hombros de estos gigantes de la educación. Gran parte de nuestro tiempo los dedicamos al análisis de sus teorías:
*Johann Heinrich Pestalozzi (1746-1827), reformador de la educación suizo cuyas teorías establecieron los cimientos para la moderna educación elemental, nació en Zurich, en cuya universidad estudió en 1775, bajo la influencia de los trabajos del filósofo francés Jean Jacques Rousseau; comenzó sus experimentos en educación abriendo una escuela para los niños pobres cerca de Zurich; después de cinco años abandonó el proyecto por falta de fondos. Durante los siguientes veinte años permaneció en el cantón, formulando sus teorías y escribió dos libros, Las horas de la tarde de un ermitaño (1781), una serie de observaciones aforísticas sobre educación y Leonardo y Gertrudis (4 volúmenes, 1781-1785), una novela didáctica que expone sus teorías sobre la reforma social a través de la educación.
(*) Nidia Esther Rosado. INTRODUCCIÓN de la ENSEÑANZA NORMAL en YUCATÁN.1987.
En 1798 Pestalozzi abrió una escuela para huérfanos en Stans, que cerró pocos meses después. En 1799 volvió a abrir otra en Burgdorf, que trasladó en 1805 a Yverdon. Esta escuela era para niños de toda Europa, y sirvió durante 20 años como una muestra del sistema pestalozziano, en el que el niño es guiado para aprender a través de la práctica y la observación, y por medio de la utilización natural de los sentidos.
Pestalozzi defendía la individualidad del niño y la necesidad de que los maestros fueran preparados para lograr un desarrollo integral del alumno más que para implantarles conocimientos. Sus ideas ejercieron gran influencia en los sistemas de la escuela elemental del mundo occidental, particularmente en el área de la formación de los profesores. Entre sus últimos escritos están Cómo enseña Gertrudis a sus hijos (1801), un tratado educativo con forma epistolar, y la autobiográfica La canción de Swan (1826). Gran parte de los trabajos de Pestalozzi aparecieron recopilados en Colección de escritos educativos de Pestalozzi (1912).
Édouard Claparède (1873-1940), psicólogo y pedagogo suizo, figura principal en el campo de la psicología infantil, nació en Ginebra, donde obtuvo la licenciatura en 1892, y el grado de doctor en 1897. A su término, realizó durante un año trabajos clínicos y experimentales en neuropatología en el hospital de la Salpêtrière de París. En 1901, junto con su tío Théodor Flournoy, fundó Archives de Psychologie, que dirigió hasta su muerte. En 1904 pasó a ser director del laboratorio psicológico de su tío, a quien sucedió como catedrático en 1915. Investigó algunos de los problemas de la psicología experimental (especialmente los del sueño), de la neurología clínica y de la conducta animal. Su punto de vista era funcional y biológico. Más adelante, centró su interés en el desarrollo mental infantil y se convirtió en un precursor de los estudios científicos sobre psicología infantil. Su obra más conocida, Psicología del niño (1905), ha sido traducida a diez idiomas. En 1912 fundó el Instituto J.J. Rousseau dedicado a la pedagogía científica. Durante muchos años desempeñó el cargo de secretario del Congreso Internacional de Psicología.
John Dewey (1859-1952), filósofo, psicólogo y educador estadounidense, nació en Burlington (Vermont); Dewey se graduó en Artes en la Universidad de Vermont en 1879 y se doctoró en Filosofía en la Universidad de John Hopkins en 1884. La larga e influyente carrera de Dewey en educación comenzó en la Universidad de Michigan, donde enseñó desde 1884 a 1888, siendo posteriormente profesor en las universidades de Minnesota, Chicago y Columbia desde 1904 hasta su jubilación como profesor emérito en 1931. Dewey mantuvo una gran actividad como conferenciante y consultor de temas educativos, además de estudiar los sistemas educativos de China, Japón, México, Turquía y la Unión Soviética.
Durante su permanencia en Chicago, Dewey estuvo profundamente interesado en la reforma de la teoría y de la práctica educativas. Contrastó sus principios educativos en la famosa escuela laboratorio de carácter experimental, denominada Escuela Dewey, instituida en la Universidad de Chicago en 1896. Los principios educativos proponían el aprendizaje a través de actividades de diferente índole, más que por medio de los contenidos curriculares establecidos, y se oponían a los métodos autoritarios. Dewey pensaba que lo ofrecido por el sistema educativo de su época no proporcionaba a los ciudadanos una preparación adecuada para la vida en una sociedad democrática. Consideraba, además, que la educación no debía ser meramente una preparación para la vida futura, sino que debía proporcionar y tener pleno sentido en su mismo desarrollo y realización. Su trabajo y sus escritos influyeron significativamente en los profundos cambios experimentados en la pedagogía de Estados Unidos en los inicios del siglo XX, manifestados en el cambio del énfasis de lo institucional y burocratizado, a la realidad personal del alumno. Criticó la educación que enfatizaba tanto la diversión relajada de los estudiantes, como el mantenerles entretenidos sin más, así como la orientación exclusiva hacia el mundo profesional.
Como filósofo, Dewey subrayó todo lo práctico, esforzándose en demostrar cómo las ideas filosóficas pueden actuar en los asuntos de la vida diaria. Su planteamiento lógico y filosófico era de cambio permanente, adaptándose a las necesidades y a las circunstancias concretas. El proceso de pensamiento en su filosofía es un medio de planificar la acción y de superar los obstáculos entre lo que hay y lo que se proyecta. La verdad es una idea que ha penetrado en la experiencia práctica. Dewey siguió al filósofo y psicólogo americano William James, fundador del movimiento filosófico del pragmatismo; la propia filosofía de Dewey, llamada también instrumentalismo o experimentalismo, deriva del pragmatismo de James.
La influencia de Dewey es percibida en otros muchos campos además de la educación y de la filosofía. Activista político, defendió los planteamientos progresistas, algunas veces radicales, respecto de los asuntos internacionales y de los problemas económicos. Su abundante obra se muestra en libros como Psicología (1887), La escuela y la sociedad (1889), Democracia y Educación (1916), La reconstrucción en la filosofía (1920), Naturaleza humana y conducta (1922), La búsqueda de la certeza (1929), El arte como experiencia (1934), lógica: la teoría de la pregunta (1938) y Problemas del hombre (1946)”. (*) Encarta 2000.
La formación científica y técnica pedagógica que recibimos en la Normal se vio enriquecida con otras disciplinas del plan de estudios. No faltó el estudio de la Lógica Formal, tan necesaria para el desarrollo de las habilidades del pensamiento y en la disciplina del mismo. Lamentablemente, debo decir que el profesor de esta materia, de “cuyo nombre no quiero acordarme”, no satisfizo las expectativas, así como algunos otros profesores en otras materias; pocos afortunadamente. Sin embargo, pusimos atención al estudio de la Lógica.
Alberto García Franchi nos impartió Literatura Universal con acierto; Silvia Cuevas Aguilar, Cosmografía y, como siempre, fue destacada maestra y también directora de la escuela; y qué decir de Narcedalia García -Dalita- sino lo mejor; nos impartió Ciencia de la Educación y Técnicas de la Enseñanza con una mezcla de rigor y bondad que aseguraba nuestro buen aprendizaje.
Fidelita Sánchez de Mendiburu, Psicología; en ese entonces predominaba la corriente psicoanalítica freudiana, y Fidelia era devota de Freud; con ella inicié mi formación en Psicología de la Educación; Nidia Esther Rosado, Material Didáctico; no le gustaban los materiales que yo hacía, pues mi habilidad para ello era precaria; cuánto lamento que en ese entonces no existieran las computadoras, pues fueron la solución posterior a mis problemas de diseñar y elaborar materiales didácticos atractivos y funcionales.
Don Luis D. Romero, también director de la escuela, cuya habilidad para enseñar el Español es memorable: todos los que fuimos sus alumnos recordamos sus ingeniosos recursos mnemotécnicos y la relevante importancia que daba al análisis gramatical.
Y don Joaquín Ceballos Mimenza, maestro de maestros, de gran sapiencia pedagógica y excelente cultura, con quien iniciamos estudios del idioma Francés.
Mis amigos y amigas de entonces, que lo siguen siendo y con quienes me encuentro cada cinco años en las celebraciones de los aniversarios de nuestra generación de profesores: Raúl Díaz Herrera, Raúl Monforte, Floridelia y Mayra González Rosado, Elsy Ruiz, Juan Antonio Espejo Peniche, Miriam González, Ramón Sosa, Rosa Eugenia Estrada Pinto, María Elena Nechar, Margarita Zavala, Ligia Aguilar, y otros tantos que sería muy largo enumerar. Con todos ellos compartí tres años de alegrías. Los recuerdo con el mejor de mis afectos.
Me recibí durante los días 16 y 17 de diciembre de 1959, aprobando mi examen de grado por unanimidad de votos en opción al título de “Profesor de Educación Primaria Elemental y Superior”. El acta fue firmada por la Profra. Silvia Cuevas Aguilar, Directora de la Escuela, y por la Profra. Effy Negrón de Novelo, Secretaria.

[Continuará la próxima semana]
César Ramón González Rosado