Visitas: 0
Entre Corcheas – En El Cono Sur
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
En mi ambular por la América Latina mis experiencias en el mundo de la música han sido muy variadas.
En mi niñez estudié música con Guadalupe Rey en la Ciudad de México. Antes de cumplir los 10 años me presentaron en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de las Bellas Artes, interpretando una obra de Schumann; como constancia de ese evento está la crónica escrita por el Musicólogo Gerónimo Baqueiro Foster en el Universal.
En casa, los sábados eran bohemios con la participación de las amistades de mis padres y mi tía abuela Felipa Acosta, con mi madre al piano, mi tía en el cello, y mi padre en la declamación. Los comensales eran músicos y artistas profesionales ya consagrados en esos momentos de la mitad de la década de los treinta del siglo anterior. Citaré solo a cinco, porque la lista es larga: Emma Elena Valdelamar, la mejor bolerista del momento; Consuelo Velázquez, compositora inmortal; Maria Luisa Landín, la mejor voz de la XEW; Don Abel Domínguez, director de la Marimba Orquesta “Lira de San Cristóbal” y su hijo Alberto “El Chamaco” Domínguez, , Ramiro, Gustavo y Serafina Domínguez. Ellos pusieron en mis manos las baquetas de una marimba de cinco octavas y me enseñaron las notas, todos ellos, compositores y directores de orquesta que destacaban en la radio, cine y teatros. Fueron noches llenas de boleros, este género musical que se fortaleció en mis visitas al archipiélago caribeño, desde mi infancia hasta la madurez.
Me permití hacer este preámbulo para destacar que lo clásico y lo popular fueron parte de mi vida. En los años finales de una existencia llena de satisfacciones y valores culturales y artísticos, puedo decir sin vanidad que he tenido una suerte excepcional, con mis generaciones anteriores y la que he formado dentro de mis limitaciones. Soy afortunado de tener una esposa como Addy Victoria, empresaria, poeta y pintora; además de dos hijas: Addy Margarita –empresaria, maestra, guía Montessori y directora de su propia escuela la “Comunidad Educativa “Bambini Montessori”– y Alma Patricia, maestra en Arte Integral, con especialidad en las Artes Plásticas (ahora Artes Visuales), directora del Taller de pintura “TrishArt” Studio y ahora también restauradora de obras de arte. A ellas agradezco tres nietos profesionistas: el mayor, Carlos, Arquitecto; Michelle, abogada e historiadora de la mujer en la masonería, y Godofredo, cineasta y dominador de las nuevas tecnologías, cantautor y dibujante. Y gozo a mis bisnietas, dos adorables niñas, Dionne Michelle y Alondra, que a su corta edad ya pintan para ser seguidoras de su abuela Patty y su bisabuela Addy Victoria.
Mi trabajo en las letras data del año 52 cuando el Diario del Sureste publicó mi primer poema: “Por un Ideal”. El 20 de noviembre de este 2021, esta casa editorial que sigue publicando mis artículos, crónicas y reportajes, cumplió sus primeros 90 años de vida, ahora bajo la dirección de Luis y Sergio Alvarado, como cabezas del área editorial, con casi dos millones de visitas en este etapa virtual. Conservo la satisfacción de seguir colaborando con el Diario que me vio nacer literariamente, cuando mantener la línea periodística no es fácil.
Mi trasegar por el mundo de la música me ha permitido conocer países, adentrarme en su historia y música popular, dejando testimonios en artículos y libros como: “Bambuqueando entre Colombia y México”, “Entre Corcheas”; “Boleros de oro”, “La Mujer en la Música del Caribe” (colaboración con el Dr. en Música José E. Loyola, musicólogo cubano, a quien envié el material relativo a la mujer en la música de Yucatán); “Boleros para dos y Más”, y más de un centenar de artículos sobre la música de Colombia, Cuba, Puerto Rico, Dominicana, Belice y México, como “El Danzón en México, “Los Salones de baile en México”; “Orquestas danzoneras de México”; “Rafael Hernández en la Música de Puerto Rico y América” y otros…
Mis relaciones con el Cono Sur son fuertes en el campo poético y literario, habiendo escrito artículos relacionados con Uruguay, Argentina y Chile. Sin embargo, no he tocado la parte musical de los mismos. Es el momento de hacernos algunas preguntas sobre la historia de la música sudamericana. En forma aislada la música de Brasil la he llevado a escena teatral, noches de gala que denominé “Acuarela du Brasil”, en el teatro “Daniel Ayala” o en el teatro de la librería “Dante”. También mantuvimos, junto con Hugo Altez Alberti, Paola de Martino y el que escribe, seis meses de funciones los sábados y domingos con “Caricias Sudamericanas”, en un texto y guion sobre cuentos de Rafael Alberti que adaptamos para teatro, y algunas “Charlas de Café” en la Sala de Arte del Teatr5o Mérida -ahora “Armando Manzanero”- sobre la temática, con música en vivo. Estos conversatorios se sostuvieron durante más de 15 años, todo un récord de trabajo continuo en la vida cultural de nuestra blanca ciudad de Mérida.
En esta serie de “Entre Corcheas” escudriñaré la historia, influencia y devenir de cada uno de sus géneros populares y su influencia en Latinoamérica y el continente europeo.
Entremos en materia con el Tango y la Milonga, dos de los géneros musicales que se desarrollan en La Argentina y Uruguay, donde mantengo relaciones literarias con prestigiosos literatos y poetas de mi época y otros jóvenes que están destacando en las letras y movimientos culturales y políticos de esa parte del Continente Americano.
Continúa…
