Editorial
Nunca la juventud mundial había sido objeto de tanta atención y estudio. No es que antes de la actual pandemia se le mantuviera alejado de la vida comunitaria, lo que ocurre es que, entre las circunstancias presentes y las restricciones a un libre desenvolvimiento en los espacios comunes, la energía, el impulso y las actividades físicas e intelectuales van adquiriendo más importancia en sus vidas, a quererlo o no.
Los espacios de competencias deportivas usuales, los gimnasios e instalaciones de entrenamiento deportivo, anteriormente de libre acceso, fijan ahora nuevas normas para su utilización; espacios de formación como gimnasios y piscinas, entre otros, requieren de desinfecciones preventivas.
No se diga de los sitios para espectáculos públicos, así sean deportivos, que son vigilados también rigurosamente por prevención. Se llega a extremos entendibles de cuidado hasta en los tipos de bebidas o golosinas que en ellos se expenden y/o consumen.
Los jóvenes en edad escolar siguen instructivos dispuestos por las autoridades en sus centros de estudios y medios de transporte particulares. Los recreos y agrupamientos en los planteles escolares de todos los niveles también están bajo vigilancia y control en los espacios de uso común.
El día 10 de este octubre pandémico ha sido bautizado como “DÍA MUNDIAL DE LA SALUD MENTAL”, en momentos críticos en los que se reconoce el daño que lo ha llevado a ser la segunda causa mundial de suicidios en jóvenes de 18 a 20 años, una triste y dolorosa noticia, como también una llamada oportuna para dirigir nuestra atención hacia ellos.
Que se haya instituido el día 10 de octubre desde el año 2013 como “DÍA MUNDIAL DE LA SALUD MENTAL” unifica la visión internacional sobre este doloroso problema que afecta a jóvenes en el mundo.
Los tiempos que vivimos y compartimos son difíciles. La drogadicción y el alcoholismo son enemigos de una convivencia social armónica y tranquila, agravando la salud mental de los jóvenes. Entendámoslo.
No bastan las lamentaciones ni simples censuras. Estos son momentos para actuar en consecuencia. A eso debemos abocarnos, sumando nuestras voces y respaldo a las acciones preventivas.
Prevengamos ahora. No lamentemos después.
Aún estamos a tiempo.