PRESENTACIÓN
Los nombres inscritos en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados constituyen un homenaje a los hombres y mujeres que han destacado en la construcción de la Nación. Ellas y ellos han sobresalido en la defensa de su soberanía, en la creación de sus leyes y de sus instituciones. De las 81 inscripciones en sus paredes, 62 corresponden a personajes históricos, pero sólo 9 de ellos son mujeres. Esta notable disparidad obedece a que, durante muchos años, la condición femenina las hacía invisibles en la memoria colectiva de los acontecimientos de la historia nacional. Lentamente esta visión fue transformándose, junto con la creciente demanda por el voto de las mujeres. El 27 de octubre de 1948, la XL Legislatura (1946-1949) aprobó el primer decreto para poner en letras de oro los nombres de cuatro mujeres destacadas en el movimiento de Independencia: Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Mariana Rodríguez del Toro Lazarín y Antonia Nava. Dos meses después, la misma Legislatura emitió un segundo decreto para inscribir el nombre de Carmen Serdán, por su papel en la Revolución mexicana. Hubieron de pasar 20 años para que, en 1968, fuese inscrito el nombre de Margarita Maza de Juárez por la Legislatura XLVII (1967-1970), y otros 27 años más para que la Legislatura LVI (1994-1997) ordenara grabar en los muros del nuevo recinto de San Lázaro, el nombre de Sor Juana Inés de la Cruz, en 1995. Un total de siete personajes femeninos en el registro de 175 años de vida independiente.
La revolución de las mujeres gestada en la lucha por el ejercicio pleno de sus derechos no se ha visto reflejada cabalmente en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados. La Legislatura de la Paridad realizó una importante aportación para subsanar esta deuda histórica con la inscripción en letras de oro de los nombres de Elvia Carrillo Puerto y Hermila Galindo Acosta el pasado 8 de marzo. Se trata de dos mujeres destacadas cuya participación se dio en la primera mitad del siglo XX, feministas que lucharon por el derecho fundamental de participación en la vida pública, a través del voto y la representación popular. Mujeres que se enfrentaron al valladar impuesto por una sociedad que las consideró transgresoras del orden establecido, muy lejos del lugar que legítimamente demandaban. Las dos fueron candidatas a diputadas federales: a una, Elvia Carrillo Puerto, le escamotearon su triunfo en 1926; Hermila Galindo participó en las urnas en 1918 y fue derrotada, no sin antes estar sometida a lo que ahora hemos tipificado como violencia política en razón de género. Elvia Carrillo Puerto, junto con Raquel Dzib Cicero y Beatriz Peniche Barrera, fueron las primeras mujeres electas como diputadas en México, cuando ganaron sus distritos electorales para formar parte del Congreso de Yucatán en 1923. Asesinado el presidente Carranza, Hermila Galindo mantuvo su participación a pesar de la adversidad política que la rodeó. Elvia Carrillo Puerto militó en la causa del sufragio femenino hasta lograrlo en 1953, habiendo superado la amarga decepción de 1938, cuando se impuso el temor político a la libertad de las mujeres. Elvia Carrillo Puerto fue organizadora de la Liga de Resistencia que luchó por los derechos a la educación, a la salud, a la libertad económica y al salario digno para sus congéneres. Reprimida y violentada, una y otra vez se levantó y continuó luchando a pesar de la adversidad política y familiar.
Esta publicación aborda parte de la vida política de Elvia Carrillo Puerto. Nacida y criada en Motul, población de la zona henequenera, Elvia pudo complementar la educación de la escuela primaria con la que recibía en su casa, integrante de una familia numerosa, que ejerció un liderazgo comunitario en una etapa de grandes cambios socio-económicos. De manera casi imperceptible para su entorno próximo, en su papel de mujer-hija, integrante de una familia tradicional, y posteriormente, de esposa y madre, Elvia captó y fue parte de la lucha antirreeleccionista que se gestó en el Yucatán porfirista, cuya culminación, en 1912, coincidió con su primer divorcio.
La identificación con las inquietudes intelectuales y políticas de su padre, don Justiniano Carrillo, y la estrecha relación que mantuvo Elvia con su hermano mayor, Felipe, la llevaron a jugar un papel destacado en los grandes cambios revolucionarios acontecidos en Yucatán (1913-1924). El sesgo patriarcal existente en la sociedad analiza y juzga el desempeño de las mujeres en función de un referente masculino. En el caso de Elvia, fue reconocida en su primera etapa de participación política como «la hermana de Felipe» y posteriormente, recordada de esa misma forma tras los años de su protagonismo político. Este velo impidió reconocer y valorar, en su real dimensión y trascendencia, el desempeño que Elvia tuvo en favor de las mujeres -de manera firme y continua-, particularmente, de las mujeres del campo, las campesinas. Esta etapa en la vida y la trayectoria político-social de Elvia transcurrió fundamentalmente en Yucatán.
El asesinato del gobernador Carrillo Puerto, en enero de 1924, y la feroz persecución que, contra su nombre y su obra, se desató en Yucatán y en México, obligó a Elvia a cobrar distancia de su tierra. La presencia definitiva de Elvia Carrillo Puerto en la Ciudad de México permite conocer en su real dimensión la claridad de ideas y la tenacidad con las que luchaba por la igualdad de las mujeres. El derecho a votar y ser votadas, que fue su prioridad en Yucatán y exigencia impostergable ante su hermano, como gobernador, siguió siendo el norte en la brújula de todas sus luchas, fueran éstas demandas de carácter gremial entre obreras, esfuerzos de organización sindical entre empleadas públicas o iniciativas para la movilización y organización de mujeres campesinas. Por treinta años, Elvia Carrillo Puerto estuvo roturando brechas, siempre en la vanguardia de las luchas por el voto a las mujeres. Conseguido éste, en marzo de 1953, la ocupación central de la activista yucateca continuó girando en torno a la organización de las mujeres, en los sectores y niveles sociales más desprotegidos, pugnando por mejores condiciones de trabajo, por los espacios de capacitación laboral y por el reconocimiento del trabajo femenil y del desarrollo de las capacidades de las mujeres en condiciones de igualdad.
Esta segunda faceta en la vida y en la trayectoria política de Elvia Carrillo Puerto es poco conocida o, francamente, ignorada. Y es que no sólo transcurrió en silencio, fuera de las candilejas de la fama, sino siempre -o casi siempre- en condiciones sumamente adversas. Eran los temas «incómodos» en la política y para los políticos mexicanos, casi todos hombres.
A 140 años de su nacimiento, el nombre de Elvia Carrillo Puerto quedó plasmado en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados el 8 de marzo de 2021. Esta publicación destaca su vida y trayectoria: resiliente ante las dificultades, imbatible frente a la violencia política que por su condición de género hubo de padecer, feminista de vanguardia, convencida de la causa que está transformando a México.
Dulce María Sauri Riancho
Continuará la próxima semana…