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Canto a Gustavo Río – III

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LA POESÍA DE JUAN DUCH

POR SANTIAGO BURGOS BRITO

En los magníficos versos a Gustavo Río, Juan Duch colma de seguridades y de aciertos sus estrofas, cincela sus imágenes en el oro de sus anhelos de justicia para nuestro gran músico vernáculo, y al hacer poesía de un objetivismo puro, que es casi un cuadro de sabor inconfundible, con pinceladas de intenso colorido, no puede jamás dejar de ser el poeta subjetivo que se nos muestra en sus versos anteriores, combinando las dos tendencias con esa facilidad y hechizo que son la dominante en sus composiciones de todos los matices. Juan Duch Colell se ha adelantado a los que, en el futuro, proyecten elevar un monumento a la gloria del artista yucateco. Porque Juan Duch lo ha hecho ya, lo ha levantado en la estructura de sus magníficas estrofas, elegantes, severas, sin rebuscamientos, edificadas sobre cimientos de justicia y de reconocimiento, ese cimiento en el que ha puesto su sinceridad de artista, su amistad de subidos quilates, y ese su anhelo de que la poesía sirva para algo más que un honesto esparcimiento de la vulgaridad de los lectores. En el «mágico incendio de los atardeceres» se pierde la figura inconfundible de Gustavo Río, con su andar apresurado, con su carga de melodías sobre las espaldas que soportan la divina tarea desde hace muchos años, a pesar de muchísimos pesares. Pero ya no va solo. Que con él van, juntando su ritmo al ritmo de sus melodías, las bellas estrofas de Juan Duch Colell, obra que honra cumplidamente al notable compositor yucatanense, pero que mucho dice de lo que su autor significa como poeta y como hombre.

La poesía, es el paso de la emoción ruda, pesadamente sensible, al plano estético, en el que, sin perder nada de su valor humano, antes bien, acrecentándolo poderosamente, se aligere de su peso de tierra y de carne, se depure y se libere de tal suerte, que ese dolor que gravita sobre el corazón se convierta en alegría inefable del espíritu. Esta es en esencia la poesía. Y es este el milagro de los versos de Juan Duch Colell.

Palabras leídas por su autor en Ochil, en 1950, durante una reunión literaria presidida por don Antonio Mediz Bolio, antes de que el poema fuera editado.

Continuará la próxima semana…

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