Colonia Yucatán
El padre Andrés Lizama tuvo que ver mucho para que no se armara la bronca en la Colonia cuando la huelga, interviene el Güero nuevamente.
‘Yo te asesoro por cualquier cosa,’ me dijo.
Pero, Padre ¿será que no haya problemas y no le dejen entrar a la asamblea?
‘De primero voy a estar allá, no hay quien me saque.’
Dicho y hecho: cuando abrieron la puerta del sindicato entró el Padre, subió al estrado y habló y todo. Mis respetos, te lo juro, eso nunca se me va a olvidar. Tenía yo en ese entonces 33 años. La edad de Cristo, refiere como buen católico el Güero, suegro de Sergio Carrillo.
En la camioneta que teníamos nos fuimos a Mérida junto con la familia de Wilma Medina, pero los trabajadores no nos dejaban salir. Nos custodiaban casi todos los días la casa. Hubo uno que creíamos que era nuestro amigo pero se portó muy mal con nosotros, incluso nos demandó. Se puso al brinco, no quería que salgamos, se volteó.
Hasta hoy no pasa a Jaime, quizá porque él no gozó de la simpatía de la gente de la Colonia porque era muy Ka’a pe ich: es la verdad, era muy traicionero y chismoso, recuerda Tachi, mamá de Bertha Aurora, en tono serio, casi molesta, con cierta incomodidad cuando lo dice.
En realidad desde que estaba el anterior comité en el sindicato ya la gente no quería trabajar, exigían mucho a la empresa, hacían lo que querían. Yo trabajé de electricista y eso me permitía andar por toda la fábrica y lo veía. ‘Pst, pst, una de ustedes, por favor, atiendan aquí,’ ordena a las asistentes de la mercería “Los tres hermanos” que tienen en el interior del mercado. Entonces te das cuenta de todo, continúa el Güero, cuñado de Tuti.
Pregunto si las conquistas del sindicato contribuyeron a la huelga.
¡Claro! Ya la empresa no podía. En realidad no se apreció, no lo valoraron. Hay gente que no quería trabajar y la empresa lo sabía, por eso se vino abajo. Porque todo teníamos, estábamos cómodos: teníamos agua, luz, no estábamos mal pero se le dio mucho chance al anterior comité, mucho, y la empresa lo dejó así, por la paz. Abusaron de su autoridad, pero ellos no se tuvieron toda la culpa porque si tú no cumples como debe de ser te deben sancionar, pero nada de eso. Es la verdad.
Yo ya no quise trabajar en la fábrica después de la huelga porque el nuevo dueño, David Perló, no quería nada con el sindicato.
Gracias a Dios el difunto de mi papá nos dejó dos placas de taxi y me metí a trabajar con el taxi. No puse mi taller como me recomendó el padre Andrés, poro no fue necesario porque no nos fue mal.
El de arriba lo sabe porque, decentemente, el que hace bien, el bien le espera, no hay de otra, revive ahora con cierta tranquilidad el que jugara de short stop con el equipo «Maderera del Trópico» y a quien alguna vez ofrecieron ir a probar suerte a las Ligas Mayores de los Estados Unidos: a mí y a Agustín Marfil nos ofreció el padre Bernardo Nagle ir a probarnos con las Medias Rojas de Boston, ya que él fue prospecto de ese equipo. Pero por esta chaparrita no me animé, finaliza la plática el popular Güero Durán una tarde de marzo de 2013, mirando de reojo y abrazando a su esposa como lo hace desde hace más de 52 años. Tachi sonríe como una adolescente enamorada.
L.C.C. VICENTE ARIEL LÓPEZ TEJERO
Hermosa historia de Tachi y el Güero Durán, låstima que llegó a su fin.
Muchas felicidades Licenciado Ariel López por esta nueva entrega.