Rocío Prieto Valdivia
Baja California, 1974
Tiene que existir una palabra
para abrir las heridas y que de éstas salten purulentas orugas
y no chillidos que taladren las distancias,
que recorran extasiados la hegemonía de un solo organismo.
Una palabra que calibre en todo tiempo
para no olvidarse de los recuerdos y con la que sane
a cada bicho que intente acribillar los poemas
que hemos de escribir después de los fallidos amores.
Convertirlas en furiosas mariposas hematófagas
que no logren conformarse con el vuelo
y sean esquirlas o puñales incisivos
de toda carne abandonada
entre los versos,
no quejas,
no copias
de antiguos
argumentos.