Atisbando Cuba
PLAZA DE LA CATEDRAL DE LA HABANA
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
La Plaza de la Catedral de La Habana es de las más visitadas y reconocidas de toda la isla. En ella se ubica la Iglesia Parroquial Mayor y arquidiócesis de todos los alrededores.
Aquí se han realizado importantes acontecimientos religiosos, políticos y culturales.
Se encuentra rodeada por enormes mansiones de más de dos siglos de antigüedad, por ejemplo, el actual Museo de Arte Colonial que se encuentra en lo que fuera la casa de Don Luis Chacón o Conde de Casa Bayona, la que es cien años más antigua que la Catedral.
De igual forma existen muchos restaurantes, cafés y la oficina de correos.
Su construcción comenzó ya a fin del siglo XVII y a partir del año 1724 se construyó cercana a ella la conocida Iglesia y el Real Colegio.
La Plaza de la Catedral (antes Plaza de la Ciénaga). Es uno de los más bellos lugares de La Habana Colonial. Fue la última de las principales plazas en formarse. En la segunda mitad del siglo XVI algunos vecinos construyeron allí sus viviendas, llamándola «de la Ciénaga» porque a ella llegaban las aguas que corrían a lo largo de la villa para desembocar al mar y se anegaba con las mareas. Por esa razón, el primer acueducto que tuvo La Habana, la Zanja Real, desaguaba por el boquete abierto en un muro de la plaza, espacio hoy conocido como Callejón del Chorro, señalado por una lápida conmemorativa. En el siglo XVIII se fue transformando en uno de los centros fundamentales de la ciudad. Familias adineradas de la sociedad habanera de entonces fabricaron mansiones que aún perduran. Su aspecto cambió totalmente, su nombre también, convirtiéndose en Plaza de la Catedral después que fue elevada a este rango la antigua Iglesia de la Compañía de Jesús, que sobresale en uno de sus extremos.
Cabe destacar a los católicos visitantes, que el lugar mantiene su liturgia católica. Mi madre, en su último viaje a La Habana, visitó en domingo la Catedral, escuchó la misa y, por ser mexicanas, el que oficiaba les solicitó que recogieran las ofrendas, lo cual hicieron, me comentó. Cuba es una isla comunista de América, pero la libertad de culto es real.
Yo no soy creyente de ninguna religión, pero he visitado en tres ocasiones su catedral, un maravilloso testimonio de la arquitectura hace cuatro siglos. Como en todos los templos, se respira tranquilidad y fuerza cósmica.
Muy cerca de ella está otro sitio emblemático de La Habana, “La Bodeguita del Medio”, donde tomarse unos mojitos en el bar con un trío y turismo internacional siempre es agradable. Almorzar o cenar en ese rincón lleno de firmas en sus paredes y comer un picadillo criollo, moros y cristianos –arroz congrí–, plátanos chatinos con ensalada, cerrando con un postre de Timba cubana –guayaba sobre pan y queso– se vuelve una delicia por la sazón de la gastronomía cubana, que no es mucha, pero altamente llenadora. En una visita, después de un concierto de Ópera en el Gran Teatro de La Habana –en esos días Federico García Lorca, ahora Alicia Alonzo–, el director de la Sinfónica del teatro, Félix Guerrero, y su esposa, la soprano Lucy Provedo, me invitaron a cenar a “La Bodeguita”. En mi último viaje a Cuba, visité nuevamente “La Bodeguita”.
Hemingway, cliente asiduo, la volvió célebre cuando dijo: “Para mojitos la Bodeguita, pero para daiquirís “La Floridita”. Vaya un saludo al pianista “Pepe Chucho” Angulo. Carlos Rosel Isaac y el que escribe caminamos varias veces La Habana Vieja, terminando en La Bodeguita, cantando con el trío, acompañados de varios mojitos que, sumados al ambiente cordial y festivo, nos dejó un sabor de boca inigualable.
Entre las edificaciones que se pueden encontrar rodeando esta plaza se encuentran:
- Casa del Marqués de Arcos
- Casa del Marqués de Aguas Claras (hoy restaurante El Patio)
- Casa de don Luis Chacón, Conde de Casa Bayona (Museo de Arte Colonial).
- Palacio de Lombillo(actualmente pertenece al Plan Maestro de Revitalización del Centro Histórico)
- Casa Fue construida en 1737 por José Pedroso y Florencia, miembro de una familia antigua y poderosa habanera, quien solicitó al cabildo terreno de la plaza para hacerle portales. La petición le fue denegada, pero la inmediata construcción de portales de la casa contigua -la del Marqués de Arcos– le permitió obtener el permiso finalmente en 1746. Juntas lograron un frente de elegante unidad formal. La vivienda permaneció en manos de la familia por más de un siglo. Los techos originales son de armadura mudéjar.
Bibliografía