XIII
Alegoría del verano inexorable
(Fábula de estos días)
¡Qué enferma y dolorida lontananza!
[…] ¡Qué inexorable y hosca la llanura!
MANUEL JOSÉ OTHÓN
I. El arte (Colibrí)
Pincelada en corola impresionista.
Ojo del rayo. Música acallada.
Piedra y color del sueño. Derramada
toda tu luz en mí, pájaro artista.
Como no eres la paloma activista
de la paz del Imperio enarbolada
liberal es tu vuelo -joya airada-
chispa fija de voz,
isla a la vista.
Al flujo de la tarde nuevas galas.
El estar íntimo y radiante el trino
y es señal colibrí: flor de las alas.
Alas en flor. Sabiduría de plumas.
¡Cada liberación de polen fino
cristaliza tu canto entre las brumas!
II. Nocturno (Sierpe)
«Tiene la noche un árbol» -Y anillada
en áspera raíz, sierpe de sombras.
De escama a escama, sólo voz manchada.
De piel a piel, incendios. Ya en las trombas
marinas y celestes, gira el día
maniatado entre flemas de alma oscura.
La maldita manzana, tuya y mía,
tatuaje es de esa piel antigua, dura.
Los turbios ojos de astro del Gusano
de Apocalipsis nuclear, que explora
y que horada este sueño hasta la aurora…
Incineran un ángel en la hora
en que están deshaciendo nuestra mano
babas de la nauyaca. Ya el sol dora…
III. Ceniza y canto
Ya el sol dora las cumbres del insomnio
y ya la Patria en su fulgor violada
derroca la bandera ensangrentada
donde dio a luz la noche su demonio.
Los rayos populares del otoño
restauran una milpa calcinada
y del reptil la lengua envenenada
destrenza aves, decapita el retoño.
Todo el hosco rumor de este paisaje:
Nuestra tierra en las garras de la usura
la hemorragia del Mal sobre el follaje…
Me arrebatan al alma por los ojos
cuando el Imperio irradia la pavura.
Mas surge el colibrí de sus despojos.
Raúl Cáceres Carenzo
Continuará la próxima semana…