VIII
De mitos culturales amerindios
A Roldán Peniche Barrera, que escribió
y publicó creativa versión del Popol Vuh
Es de maíz el corazón de América.
LUIS CARDOZA Y ARAGÓN
.
Las palabras y las cosas que no fueron dichas,
que no fueron hechas con amor
se alzaron contra los hombrecitos de barro
(algunos de madera)
malogrados por deidades altaneras
pues estos diosecillos arrogantes querían
que sus criaturas los enaltecieran y alabaran.
Aquellos fantoches sin gracia concebidos
no tenían luz en sus cabezas ni en sus manos
y se tumbaron en hamacas de ignorancia y pereza.
Y se levantaron contra ellos las cosas y los seres
verdaderos vivaces:
Las aves, los perros, los peces y las ardillas,
las ollas, los comales, las jícaras, las piedras ardidas,
los maíces mil usos, los leños y las chispas
del fogón de todas las chozas de los pueblos.
El Supremo Hacedor se transformó entonces
en las cuatro radiantes Parejas Formadoras.
Los esperpentos de palo fueron convertidos
por el DIOS SIN NOMBRE
–ser de todos los rostros–
en monos chilladores, en risibles saraguatos
que al correr de los años
siguen alborotando los montes,
las praderas, aldeas y ciudades
de este mundo.
Esos malandrines, por viejos, aprendieron
a imitar modales y gestos cortesanos.
Se rumora que son los antepasados
de los bufones palaciegos actuales.
Por eso a toda hora, y a deshora, afanosos
nuevamente hacen muecas, gesticulan
y brincan y se trepan
en hombros de otros simios
a los ramajes del poder.
En el celaje de la noche nuestra brillan rostros:
Son las caras de los Siete Magos Celestes
que traen los relámpagos del nuevo amanecer.
..
Guardemos memoria, piedad y gratitudes
para aquellos diosecillos soberbios
que se ufanaban de ser fabricantes de hombres
porque dieron las luchas primordiales:
Moldearon figurillas homúnculas
con lodo, con la tierra dispersa, con el heno verde
y al fin, uno de estos diosezuelos aprendices
(uno que era poeta)
le pidió sus granos de maíz
a la Abuela Divina –y adivina–.
Entre todos, entre risas y llanto,
urdieron las humanas esfinges
con la masa del maíz que descubrieron.
Vino la luz y abrió con sus dedos
los ojos blandos de las criaturas
y dio vida y palabras y destino
a los seres que existen.
Así fueron nombrados.
Así fueron fundados los hombres.
De maíz fueron hechos. De maíz fueron creados
los hombres y mujeres que entonces vivieron
en la luz del conocimiento del espíritu.
Muchos han olvidado. Pero otros encienden
con el oro de los maizales irradiantes
las voces del Recuerdo de su Origen.
Han dicho nuestros padres:
Venimos de los primeros hombres
creados por el Supremos Dios
con su Aliento y sus Manos.
Nos fue dada la mazorca sagrada
para sembrar semillas
y días venturosos en la Tierra.
La maldad, la ignorancia
son sólo nubes negras
que deshace el rayo de la aurora.
Hombres de estos tiempos:
Pongamos el fervor de nuestros corazones
en las obras resplandecientes del Maíz.
Vamos a jugar con los dioses del recuerdo.
Vamos a limpiar nuestros ojos
en los ojos y brazos incesantes del sol.
Vamos a vivir. Vamos a pelear.
Vamos a morir combatiendo
para nacer de nuevo en la Patria del Ser.
Raúl Cáceres Carenzo
Toluca, enero de 2012.
Continuará la próxima semana…