Entre Corcheas
“CUBA Y MÉXICO, PADRES DEL DANZÓN”
ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
En capítulos anteriores comenté sobre “El Danzón Sinfónico”. La vida me llevó a conocer a la familia Romeu, vecinos míos en Paseo y 15 de El Vedado de La Habana. Los Romeu sabía era una familia de pianistas brillantes y concertistas, siempre gentiles. De eso ya hace 31 años.
En México dejó profunda huella Gonzalo Romeu, como musicólogo y ejecutante del piano.
Acaba de salir a la venta Danzones sinfónicos de Cuba y México, (Café Caliente, México, 2001), un disco de Gonzalo Romeu que tiene un numeroso público asegurado: el que sabe reconocer la buena música y es capaz de experimentar el más alto disfrute estético.
Con arreglos de Romeu, quien además interpreta el piano, y el acompañamiento de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, dirigida por Fernando Lozano, el cd contiene 12 danzones clásicos de compositores cubanos y mexicanos, entre ellos Mojito criollo, Linda cubana, Perla marina, Nereidas y El clarín de la selva; además, incluye un poema anónimo, Instrucciones para bailar danzón, en la voz de Gonzalo Celorio, gran admirador del género y del artista que hizo posible este disco.
Descendiente de una familia cubana sin la cual el danzón no sería lo que es, Romeu es director sinfónico. En Cuba se le considera el más versátil pianista en la interpretación del género. Trabajó durante más de 20 años en el arreglo de las piezas que ahora se reúnen en este cd que puede ser calificado, sin temor a pecar de exageración, como la máxima expresión del danzón.
Al escribir sobre la temática del danzón, mi estro me lleva a vivir pasajes inolvidables de mi niñez, juventud y madurez en México, en el Distrito Federal; el puerto jarocho de Veracruz; Mérida, en Yucatán, y mi ambular en Cuba, desde la Isla de la Juventud con el Sucu Sucu, el Danzón y el Bolero en La Habana y Cienfuegos, el son en Santiago, y el Changüí en Guantánamo. Tantos festivales de diferentes géneros musicales en los que he participado por América Latina han permitido llenarme de experiencias que trasmito en mis escritos. Este ensayo sobre el Danzón en México me ha llevado a viajar astralmente a cada rincón evocado.
Revisando recortes periodísticos, encontré este artículo de “La Jornada”.
“El danzón pertenece a los pueblos de Cuba y México por igual, ya que lo crearon y engrandecieron compositores de ambos países,” expresa el pianista Gonzalo Romeu, autor del programa Danzones de Cuba y México con que la Orquesta Sinfónica de Campeche, dirigida por Eligio Fuentes, se presentó dentro del 36 Festival Internacional Cervantino.
Aunque Romeu está ligado más bien con otros géneros musicales, proviene de una familia de “danzoneros”. Su tío abuelo Antonio María Romeu (1876-1955) dirigió una de las orquestas más grandes de danzón en Cuba, además de ser pianista y compositor. Si hace una década Gonzalo creó el programa de 13 danzones “patrimoniales”, todos mezclados –la Filarmónica de la Ciudad de México lo grabó–, fue en homenaje a esa tradición familiar. Advierte que no son las piezas que “toca una Danzonera para que la gente baile en el parque. La gente baila con el tambor y el bajo, y no importa si la melodía está desafinada.” Esto pretende resolverse según las exigencias de la música grande, que se toca en un escenario sinfónico. Hay que resolver muchos problemas técnicos, problemas relacionados con lo mejor que tiene la música que es lo subjetivo: el fraseo y la afinación”.
El programa de danzones casi desde su creación fue acogido por la Sinfónica de Campeche –Romeu y la orquesta han tocado juntos en distintas ocasiones a lo largo de la última década–, lo que le ha permitido al pianista ser testigo de su evolución.
¿A qué atribuye el gusto de los mexicanos por el danzón?
Aunque no puedo saber por qué, sí puedo decir que para los mexicanos esto no es sólo una manifestación musical, sino que el danzón los convoca socialmente. Los aficionados al danzón en México lo convirtieron en un ritual de carácter social. Y eso, por fortuna, se ha mantenido.
¿Por qué ha sucedido?
“No sé, tal vez por el apego a las tradiciones, porque no hay la menor duda que en México en general su gente se ha ocupado de mantener vivas muchas tradiciones.”
En México el danzón se baila de una manera distinta que en Cuba.
Podríamos decir que en México los bailadores de danzón lo coreografiaron.
No es una exageración cuando se dice que gracias a México el danzón se mantiene vivo porque, como reconoce Romeu, “hoy día en Cuba no le interesa mucho a nadie.”
Fuentes