Llevaba un buen tiempo sin leer algo realmente interesante dentro del género de novela negra. Por eso fue muy especial encontrarme con esta obra que maneja un argumento compacto en el que no se escatima ni en los matices de los personajes ni en las descripciones, maravillosamente evocadoras, por lo que leerlo resulto para mí un auténtico placer.
La trama va entretejiendo dos historias interesantes; la primera, un asesinato cometido en Entry Island, ubicada en el punto de entrada al Golfo de San Lorenzo, en Canadá, habitada por apenas un centenar de personas que viven de la pesca; la segunda aborda los recuerdos de uno de los detectives asignados al caso, Sime Mackencie. La víctima resulta ser la persona más rica de aquel atolón, un comerciante de langostas llamado James Codwell, recayendo todas las sospechas en su esposa Kirsty.
Llegadas desde Montreal, las autoridades inician las investigaciones pertinentes, siendo Mackencie el encargado de interrogar a la viuda, a la que cree reconocer del pasado. Aquella misión ocurre en un momento complicado en la vida del detective: atraviesa una racha de insomnio y de dudas existenciales, aún dolido por la separación de su esposa (la forense Marie-Ange quien forma parte del destacamento asignado al caso), además de tener una especie de regresiones en las que revive pasajes de la vida de su antepasado escocés, uno de tantos inmigrantes llegados a Canadá a mediados del Siglo IXX, siendo una de las partes más desgarradoras precisamente aquella que describe la travesía del ‘Eliza’, una embarcación saturada de personas expulsadas de sus tierras con rumbo a Grosse Ile, el punto donde los sobrevivientes debían cumplir con la cuarentena antes de poder seguir hacia Norteamérica.
Conforme la trama, refinada y precisa, se va desenvolviendo a través de una atmosfera envolvente, uno cae capturado tanto con los esfuerzos del protagonista por comprobar la inocencia de aquella mujer, como con los acontecimientos narrados por su antepasado en una serie de diarios que fueron pasando de generación a generación a través de los años, hasta llegar a sus manos.
El autor, quien es guionista de series de televisión a la par de novelista, consigue plasmar un estilo ‘cinematográfico’ que nos permite visualizar a todos y cada uno de los personajes implicados en esta obra que hará las delicias de quienes tengan el tino de adquirirla. Sus 480 páginas serán degustadas ágilmente, pues nadie querrá perderse la conclusión de una historia realmente apantallante.
RICARDO PAT