Potencia y Cobertura de la X.E.Z.
“La Voz de la Península”
Hemos comentado ya en páginas anteriores la luminosa trayectoria que tuvo, tanto en el campo cultural como en el artístico, la decana de las radiodifusoras comerciales en nuestra entidad.
Ahora hablaremos de la otra grande de la época del exquisito gusto por la música, el teatro, la poesía y, en fin, de lo sublime del arte que se extinguió, salvo pocas, poquísimas excepciones, para siempre.
Esa radio, también grande, muy grande y poderosa ya que nació nada menos que con 2,000 watts, es la hasta ahora viviente X.E.Z., bautizada como la Voz de la Península ya que, por su potencia y su frecuencia baja, 60 kilociclos, se permitía el lujo de cubrir con sus emisiones Yucatán, Campeche, Quintana Roo y, en períodos favorables de clima, parte de los estados de Tabasco y Veracruz.
La concesión de la X.E.Z. fue otorgada por la SCOP a los hermanos Jorge Luis y Alonso Palomeque Pérez de Hermida, el primero funcionario federal de alto rango, y el otro, muy competente ingeniero en Radiodifusión.
A la fastuosa inauguración, en el año de 1934, el mes de julio, día 18, a las 14 horas, asistieron atentamente invitados el entonces Secretario de Educación Pública y Bellas Artes, Lic. Vasconcelos, integrante del Gabinete del Gral. Abelardo L. Rodríguez, Presidente de la República, así como el Gobernador del Estado, Lic. Fernando López Cárdenas.
La X.E.Z. se instaló en su etapa inaugural en la calle 58 número 497, entre 59 y 61, donde ahora está el estacionamiento comercial del señor Luis Jorge Arceo; en dos ocasiones cambió de sitio, primero a los altos de la farmacia Palomeque, cruce de las calles 56 y 63, y después a los altos de un edificio ubicado en el ángulo sur-oeste de nuestra antes bella Plaza Grande, esto es, 62 por 63. Para estos días la X.E.Z., había sido adquirida por Radio Cadena Nacional. En la actualidad funciona en otro local, cercano a la Plaza de Toros Mérida.
Fue en la calle 58, y hasta en la 56 con 63, donde esta emisora vivió sus mejores años, los tiempos dorados de la radiodifusión en que se impulsaban todas las manifestaciones de la cultura, pues la influencia de la radio era determinante y francamente positiva; gracias a ella se distinguieron muchos elementos artísticos locales: trovadores, cancionistas, declamadores, músicos dominadores del piano, y otros instrumentos musicales, que con el tiempo triunfaron en toda la línea y dieron merecida fama y prestigio a Yucatán.
También fue la época de bien preparados y cultos locutores cuya indiscutible calidad les propició, con su talento, figurar en sitio destacado en la planta de locutores de las mejores difusoras de México, entre ellas “X.E.W.”, “X.E.Q.”, “X.E.B.”, “X.E.X.” y otras.
Esos locutores fueron Luis Cáceres Novelo, Ricardo López Méndez, Arturo de Córdova, Humberto G. Tamayo, Ramiro Gamboa, Rubén Zepeda Novelo, Emilio Esquivel, Federico Iván González Menéndez, Raúl Escamilla Ramírez, Héctor Madera Ferrón, Jorge Castillo Medina, Emilio Valencia Zavala, Enrique Rodríguez Cirerol y Jorge Alberto Riancho, que confirmaron su vida profesional actuando en programas estelares, telenovelas, radionovelas, películas y otras actividades.
La “Z” y la “F.C.” – y añitos después, la X.E.M.E., de la que nos ocuparemos más adelante – dieron generoso apoyo a nuestros elementos artísticos locales, ya que la mayoría de sus programas se efectuaron con discos. El auditorio se deleitaba con la música de Glenn Miller, Benny Goodman, Ray Anthony, Harry James, Artie Shaw, Tommy y Jimmy Dorsey, y Duke Ellington, con sus orquestas y cantantes Frank Sinatra, Bing Crosby, Ella Fitzgerald, Perry Como, Diana Ross, Sammy Davis y Doris Day entre otros; esa era MÚSICA, no ruido enajenante.
También escuchábamos a través de la X.E.Z. las canciones de Agustín Lara, Gonzalo Curiel, Gabriel Ruiz, José Alfredo Jiménez, etc., con sus intérpretes Pedro Vargas, las Hermanas Águila, Fernando Fernández, Lupita Palomera, Chela Campos, Antonio Badú, María Luisa y Avelina Landín, Carmela Rey, Lola Beltrán, el Trío Tariácuri, Alejandro Algara, así como las orquestas de Elías Breeskin, los Hermanos Domínguez, Moisés Pasquel, Juan S. Garrido, Juan García Esquivel o Mario Ruiz Armengol, un real agasajo al sensible oído y, claro, al buen gusto. Dichosos tiempos aquellos, ¿no es así?
Los locutores de la X.E.Z., fueron, sin cronología precisa, Arturo García Domínguez, (después de Córdova) Alonso López Méndez hermano de Ricardo, Manuel Díaz Massa, Luis Trejo, Ramón Martínez, William Solís Sala, Felipe Ortegón Barrera, Glauco Elmiro Tió Domingo, José Antonio Correa, Humberto Flores Molina y Arturo Durand Roca que, en los meses de julio y agosto, los sábados por la noche, hizo los primeros controles remotos desde Progreso, transmitiendo los bailes del Salón denominado “Las Palmas”, ubicado al final del malecón del puerto en el lugar más conocido por Yaxactún. Ahí en nuestro natal y querido Progreso bailamos muchas veces y, además, gratis.
La “Z” tenía asimismo un excelente equipo de comentaristas deportivos que reseñaba el béisbol, primero en Itzimná y luego en el “Salvador Alvarado”, y fútbol también en terrenos de la prestigiada escuela Modelo; ellos eran Rolando Bello González (Landoro), Ernesto “Xándara” Pacheco, Hugo Raúl Garma, Jorge Blanco Martínez, Jorge B. Abraham (El Primo), Felipe Ceballos Fuentes (El Abuelo), José “Happy” García y Hernán Rodríguez (Don Facultades), grupo extraordinario e insuperable.
Los operadores de consola, hasta donde yo recuerdo, fueron Álvaro Esquivel, Jorge Metri Herrera, Fausto Lugo, Jorge Zapata, Mariano Pietra, Carlos René Bolio, Miguel Sánchez Pérez y Diego Zapata… ¿Alguno más? Posiblemente; de nuevo, mil perdones por cualquier omisión.
Por los micrófonos de plata de la Voz de la Península desfilaron en gustados y aplaudidos programas; María y Jorge Rachini, Edmundo Simón declamador de primerísima, Jorge García, el compositor Pepe Domínguez y su grupo Las Cuatro Sotas, Carlos Caracashián, Alicia Cascante, Manuel Reyes, Betty Semerena, Nicolás Urcelay Alonzo, Rosa María Alam, el compositor y cantante Wello Rivas, José Cruz Zaldívar, Willy Martín; el Trío Los “Yucas” compuesto por Gonzalo y Luis Felipe Castillo y Roberto Ávila; el Trío “Peninsular” de Santiago Manzanero, padre de Armando, el Dueto Lezama–González; los pianistas acompañantes Pedro J. Castillo, Heberto Alcalá, María Cristina Novelo, Manuel “Toneto” Domínguez, Lupita Peraza de Nuñez, Humberto Rosado, Horacio Barrera y Alfonso “Sadz” Baqueiro.
En el teatro – estudio de la “Z” con cupo completo, 300 asistentes, actuaron las orquestas “Esmeralda” de Hernán Molina, José Gamboa Ceballos, “Maya” de Rubén Darío Herrera, “Víctor” de José Barrios, Eleazar Méndez, “Carta Clara” de Géner Canto con Horacio Barrera al piano, y, fíjense bien, las orquestas de Agustín Lara y sus Solistas con el trompetista Chino Ibarra, y los cantantes Chelito Vidal, Alejandro Algara y Chelo Flores, Luis G. Roldán, el Cancionero Romántico, Mauricio Garcés, Paco Miller y su gran farándula, la compañía de Daniel “Chino” Herrera y, en su mejor momento, las superguapas Yolanda Montes “Tongolele”, Mappy Cortés, Rosa Carmina, Ninón Sevilla, Amalia Aguilar, Martha Roth y Yadira Jiménez, lo mismo que las orquestas femeniles cubanas “Ensueño”, “Anacaona” y “Encanto” también, por supuesto, con cupo completo.
Aquí termina mi remembranza.
La X.E.Z. y la X.E.F.C., las únicas existentes en esos dichosos días, estaban en reñida, pero muy fraternal competencia. Ganador absoluto: el público radioescucha, el vasto auditorio.
Todo tiempo pasado fue mejor.
[Continuará la próxima semana…]
Rubén Eloy Ocampo