Canal 13 Generación Dorada
II
Otra nota curiosa sucedió cuando se celebraban los juegos olímpicos de Seúl, Corea del sur, en 1988.
El estudio donde se transmitía el noticiero había sido habilitado en la oficina de quien fuera el director general. Estaba distante del control maestro –con audífonos nos comunicábamos con el master– y era exclusivo para el noticiero de las ocho p.m. que conducía Alberto Escalante, quien siempre llevaba en la bolsa de su guayabera blanca un estuche azul de polvo Ángel Face, esos que usan las mujeres para darse un retoque de maquillaje.
Esa noche el operador del master era el sr. Lugo, Abel Bojórquez era el realizador, Vidal era el asistente y yo el camarógrafo.
A escasos segundos de entrar al aire el noticiero, el “Paisa” Vidal Vázquez, asistente de producción, giró la perilla del monitor (no había en ese entonces el control remoto) para ver el último clavado de Jesús Mena, quien competía representado a México por la medalla de oro.
Estaba al aire, según Vidal, un promocional del canal. Giró de nuevo la perilla para ver el clavado del mexicano.
Alberto esperaba, un poco impaciente y serio, esperando la indicación para entrar al aire y dar inicio al noticiero. Como Vidal y los que estábamos en el improvisado estudio nos entretuvimos mirando el clavado del atleta, Alberto “aprovechó” esos segundos de tiempo para darse un retoque con su Ángel Face ya que, a pesar del aire acondicionado en el estudio, el calor de las lámparas apremiaba.
Justo en ese momento el sr. Lugo activó la tecla para entrar al aire, sorprendiendo a Alberto Escalante dándose tranquilamente su retoque de maquillaje en la cara. De pronto, ante los gritos de “estamos al aire”, inmediatamente Vidal regresó la perilla y con voz suave dijo “Al aire”.
La cara de Alberto en ese momento no necesitaba maquillaje ya que estaba completamente roja de lo molesto porque lo cacharon al aire maquillándose. Tan seriecito que se veía.
Las jornadas laborales en el canal incluyeron días de satisfacciones y friegas épicas, sobre todo cuando empezaba la temporada de béisbol. Llegábamos a instalar la unidad móvil alrededor de las tres de la tarde en el parque Kukulcán, comandados por el Ing. Luis Vargas con el personal estrictamente necesario. Algunos éramos de “confianza”, es decir, no sindicalizados. Épicas chingas sufrimos para instalar la antena parabólica, cámaras, micrófonos, etcétera.
Para transmitir el béisbol a todo el Estado, Paco Medina, quien era el director administrativo, nos daba dinero para comer y el “Tantor” Hernán Escobedo era el encargado de traer barras, jamón, queso, mayonesa y chile jalapeño y muchos “refrescos” bien helados. Antes de empezar el juego ya todos estábamos más que contentos para seguir trabajando.
Varias veces, después de concluido el juego de los Leones de Yucatán, inmediatamente nos dábamos a la tarea de recoger todo el equipo, metros de cables, y acomodar los carretes en la Unidad Móvil, junto con las cajas de las cámaras, micrófonos, microondas, etcétera. En otro vehículo emprendíamos el viaje esa misma madrugada, “achocados” e incómodos, al vecino estado, ya que los “Reyes de la selva” se enfrentarían ese mismo día a los “Piratas de Campeche”.
Llegábamos al amanecer al parque de béisbol, que en ese entonces estaba cercano al malecón y entrada de la ciudad. Instalábamos el equipo, cámaras, cables, micrófonos, tripiés, dispuestos a dar los detalles del juego.
Lo que más nos costaba trabajo era la instalación de la microonda, ya que había que subir a un poste de riel como de cinco metros para evitar que la cruzada del tren dañara los cables, subir un cerro cargando pesados rollos de cable trenzados de tres tipos y grosores que conectábamos para mandar la señal a la torre de transmisión.
Para eso había que subir un cerro atravesando patios de las casas vecinas al parque y llegar al fuerte de San Miguel, a unos 300 metros del parque de béisbol, e instalar la microonda.
Sobra decir que nos la pasamos a todo dar: sin la paga de horas extras, pero con la satisfacción de hacer lo que nos gustaba. Además, los directivos del canal (Paco Medina y Hernán Conde) nos procuraron siempre y personalmente una buena atención y una buena alimentación los días que estábamos en la Ciudad de las Murallas.
LCC. VICENTE ARIEL LÓPEZ TEJERO