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Animales herbívoros

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La alimentación de los animales resulta muy importante para descubrir los roles que juega cada especie dentro del correcto funcionamiento de los ecosistemas en los que habitan. Dentro de estas complejas relaciones entre especies basadas en el tipo de nutrición, los animales herbívoros destacan por su importante papel ecológico.

Los animales herbívoros son aquellos cuya dieta está basada en el consumo de pastos o forraje. En las cadenas tróficas se les designa también como consumidores primarios, mientras que a los carnívoros se los denomina consumidores secundarios o terciarios, según el caso.

Los animales herbívoros desempeñan un papel fundamental en el ciclo biológico, ya que aprovechan la enorme cantidad de energía y nutrientes contenidos en las diferentes partes de las plantas. Estas obtienen sales minerales del suelo y, gracias al proceso de fotosíntesis y a toda una compleja maquinaria bioquímica, sintetizan compuestos de alto valor nutricional para todos los seres vivos, como proteínas, lípidos e hidratos de carbono.

Según el tipo de alimento vegetal que consumen preferentemente, podemos clasificarlos en:

  • Fitófagos: hierbas
  • Frugívoros: frutas
  • Folívoros: hojas
  • Granívoros: semillas
  • Nectarívoros: néctar
  • Polinívoros: polen
  • Xilófagos: madera

Algunos herbívoros pueden ser clasificados como frugívoros, comen mayormente frutas, y folívoros los que se especializan en comer hojas. Esta especialización se encuentra lejos de ser universal y muchos animales que comen frutas u hojas comen también otras partes de plantas, en particular raíces y semillas.

Las dietas de algunos animales herbívoros varían con las estaciones, especialmente en las zonas templadas, donde las fuentes de alimentación disponibles varían en el curso del año. Los animales que se alimentan de las hojas de los árboles y arbustos a veces se denominan foliófagos o ramoneadores. Los animales que se alimentan de madera se denominan xilófagos, mientras que los animales que se alimentan de semillas se denominan granívoros.

Los insectos son quizás el grupo más importante de herbívoros por su impacto en la vegetación. Las termitas tienen una flora intestinal rica y compleja que les permite digerir materiales sumamente difíciles de digerir tales como la celulosa. Los áfidos o pulgones se alimentan de los fluidos vegetales y son muy abundantes tanto en número de individuos como en número de especies. Las orugas de prácticamente todas las especies de lepidópteros son herbívoras y, en ciertos casos, pueden causar defoliación de bosques íntegros.

El componente fundamental de los vegetales es la celulosa, un glúcido o hidrato de carbono muy complejo. Este glúcido o hidrato de carbono es muy difícil de digerir; sin embargo, la naturaleza, a lo largo de millones de años de evolución, ha desarrollado distintas estrategias para su aprovechamiento.

El grupo más importante de los mamíferos herbívoros lo forman los rumiantes, aquellos animales que digieren los alimentos en dos etapas: primero los consumen y luego realizan la rumia. Esta consiste en regurgitar el material semidigerido y volverlo a masticar para deshacerlo y agregarle saliva. Su mandíbula les permite hacer movimientos laterales para poder triturar y ensalivar los alimentos. Sus molares son muy planos y permiten machacar los alimentos hasta formar una pasta. Su saliva da reacción alcalina, lo que permite digerir mejor los carbohidratos. La flora intestinal tiene un papel muy importante en la digestión de materiales vegetales. Estos microorganismos, a través de fermentaciones, son capaces de transformar la celulosa en productos más sencillos, siendo el principal la glucosa. Existen dos grandes grupos de animales herbívoros: los poligástricos y los monogástricos; los primeros son los que tienen varios estómagos (en realidad es un solo estómago con varios compartimentos que se comunican entre sí). En algunos de los compartimentos se encuentra una alta concentración de microorganismos capaces de fermentar la celulosa. Los dientes también son bastante especiales, pues tienen una forma plana y en la mandíbula superior no hay incisivos. Ejemplo son aquellos que tienen dos pezuñas, conocidos como rumiantes, los cuales tienen la peculiaridad de poder regurgitar parte del contenido gástrico para poder volver a masticar o rumiar. Muestra de ello son los bovinos, los caprinos y ovinos.

Los monogástricos son aquellos que tienen un solo estómago, por lo que las fermentaciones se desarrollan en otro lugar del sistema digestivo. Sería el caso del caballo y del conejo. Es este caso, existe un gran desarrollo del ciego, que se encuentra entre el final del intestino delgado y el inicio del intestino grueso, alcanzando un desarrollo considerable. En los animales herbívoros monogástricos no hay posibilidad de rumia y, en el caso de los equinos, solo tienen una pezuña y poseen incisivos en la mandíbula superior.

En el caso de los conejos (lagomorfos), los productos resultantes de las fermentaciones del ciego son expulsados a través de las heces. Estas heces “especiales” son conocidas como cecotrofos y son ingeridas por los mismos conejos para poder aprovechar todos los nutrientes que contienen. Estos, a su vez, tienen un desarrollo dentario también muy especial, con la presencia de dientes de crecimiento continuo (los incisivos inferiores y superiores).

Los consumidores primarios se alimentan de los organismos productores (vegetales), sirviendo a su vez como fuente de alimento para los depredadores omnívoros y carnívoros (consumidores secundarios y consumidores terciarios).

Los animales herbívoros son de vital importancia para el mantenimiento del equilibrio ecológico.

Dra. Carmen Báez Ruiz

drabaez1@hotmail.es

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