XVI
Prácticas tradicionales
La inserción de los inmigrantes chinos a la sociedad yucateca significó un proceso de adaptación cultural que no llevó al abandono de sus costumbres de origen, pues las combinaron con las nuevas prácticas que se vieron en la necesidad de asumir, para desenvolverse con cierta eficacia en el medio del que pasaron a formar parte. La cultura no es una suma mecánica de acciones que se adoptan y se desechan arbitrariamente, sino una realidad dinámica que experimenta ajustes de acuerdo con las condiciones que actúan sobre ella.
Las actividades típicas de los ciudadanos chinos establecidos en el estado, sobre todo en su capital, les acarrearon los inconvenientes de una percepción pública que tendió a magnificar comportamientos juzgados dignos de censura, como su afición a los juegos de azar y al consumo de opio, que se les atribuyó con frecuencia. La asistencia de varios de ellos a los garitos, por ejemplo, les dio fama de vivir una perpetua diversión que acabaría por consumir sus modestos ahorros reunidos tesoneramente con el trabajo diario.
El mismo año en que llegaron los primeros chinos a estas tierras, los periódicos locales se dieron a la tarea de reproducir sugerentes escritos que recreaban el estilo de vida de los habitantes del llamado “Celeste Imperio”, presentándolo como un conjunto de componentes culturales de matiz exótico del que siempre se traían a colación aquellos aspectos considerados reprobables, como su propensión a los juegos prohibidos y el uso de enervantes. Así satisfacían el interés de sus lectores por conocer los hábitos de aquella gente que se dispersó por varios rumbos del planeta hasta tocar las cálidas planicies de la Península de Yucatán.
Los chinos que habían dejado atrás los cortes de henequén en las haciendas para establecerse en Mérida incitaron poderosamente la curiosidad de los citadinos, tal vez en la misma medida que su incomprensión y su resistencia a aceptarlos por completo. Así lo demuestran las constantes agresiones perpetradas contra ellos. A muchos yucatecos les parecieron tan extraños, y al mismo tiempo tan vulnerables por hallarse en una patria ajena, que los abusos de los que se les hizo víctimas tuvieron una estrecha relación con su origen étnico.
Sin embargo, los medios de prensa siguieron enfocando, con un tono pintoresco, las prácticas tradicionales que los chinos recreaban al desenvolverse en los campos de su existencia material y simbólica. Así difundieron varios acontecimientos alusivos a los nuevos residentes, como las conmemoraciones patrióticas que una orquesta formada por músicos de esa nacionalidad realizó para exaltar la memoria de sus antepasados. Lo mismo ocurrió con las ceremonias que el deceso de algún personaje prominente desencadenó a su vez.
Durante el tiempo que duró el dominio imperial en su tierra natal, los chinos avecindados en nuestro país se resistieron a eliminar las trenzas que lucían por las calles suscitando frecuentes burlas. Además, los clientes de sus lavanderías no lograban mitigar su desconcierto al llegar a sus manos los recibos que daban constancia de las piezas de ropa entregadas para su limpieza, ya que estaban escritos en caracteres chinos, pues sus autores no dominaban aún el castellano. Al pasar los años, su influencia en la cultura de los yucatecos se hizo efectiva cuando éstos comenzaron a asimilar algunos de sus usos y costumbres. Esta tendencia se hizo notoria especialmente en las clases populares, que incorporaron la tela de cotín a su indumentaria, y adoptaron el calzado bajo que los orientales habían introducido a la región. Pero no se llegó a los extremos que tanto temor inspiraron en algunos redactores de la prensa local, quienes vislumbraban la posibilidad de que los habitantes de nuestro país se dedicaran a fumar opio de manera compulsiva, rindieran culto a dioses exóticos o se dejasen crecer las trenzas al estilo de las insólitas comarcas del Lejano Oriente.
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“Recibos en chino”, La Revista de Mérida, año XXIV, núm. 2395, 21 de julio de 1892, p. 2
“Colonos”, La Revista de Mérida, año XXIV, núm. 2403, 10 de julio de 1892, p. 3.
“Muerte de un millonario chino”, El Peninsular, Mérida, año III, núm. 761, 10 de septiembre de 1906, p. 3.
“Chinos patriotas”, El Peninsular, Mérida, año III, núm. 780, 2 de octubre de 1906, p. 3.
“De la cartera de un repórter. Los chinos se divierten todo el año”. Diario Yucateco, Mérida, año III, núm. 618, 5 de marzo de 1909, p. 6.
Amaro Gamboa, Jesús, El uayeísmo en la cultura de Yucatán, México, IPN-UADY, 1988, pp. 61-62.
Burgos Brito, Santiago, Gentes y cosas de mi tierra, Mérida, 1968, pp. 100 – 101.
José Juan Cervera
Continuará la próxima semana…